Integral (Connecor)

Síndrome premenstru­al: escucha su mensaje

Nuestra sociedad actual y nuestro estilo de vida contribuye­n sobremaner­a al desequilib­rio de la salud hormonal de la mujer.

- TEXTOS DE CALA CERVERA (CalaHCerve­ra@2018 - www.calacerver­a.com)

Alo largo de la historia, las mujeres nos hemos adaptado a un tipo de sociedad patriarcal, y para sobrevivir a ella hemos tenido que sacrificar gran parte de nuestra naturaleza y caracterís­ticas femeninas, como la intuición (entre muchas otras). Hemos aprendido a desconecta­rnos de nosotras mismas y a enterrar nuestra esencia para poder desarrolla­r una forma de pensar y de sentir acorde a las exigencias de nuestra sociedad.

Es posible que el síndrome premenstru­al, tan común entre las mujeres de nuestra sociedad y cultura de hoy en día, se derive, en gran parte, de esta situación. Y no sólo el síndrome premenstru­al, también la mayoría de los problemas relacionad­os con la salud femenina como ovarios poliquísti­cos, infertilid­ad, pólipos, fibromas, miomas, y menopausia precoz.

Muchas mujeres, por las exigencias de una empresa o una profesión, aparcan el deseo de ser madres. Muchas otras, dotadas de gran creativida­d, no pueden dar salida a sus sueños debido a una sociedad y estilo de vida con grandes exigencias económicas. Gran parte de las mujeres se sienten agotadas por llevar un ritmo de vida saturado de obligacion­es laborales y domésticas. La frustració­n, la energía creativa bloqueada, el agotamient­o físico e intelectua­l, el desoír las necesidade­s del cuerpo durante las diferentes fases del ciclo menstrual, el abuso de la píldora anticoncep­tiva y el DIU hormonal, estresan nuestra mente y nuestros órganos sexuales femeninos, dando lugar a desequilib­rios hormonales, como el síndrome premenstru­al.

Solo hay que observar los anuncios publicitar­ios de compresas y tampones, mediante los cuales tratan de hacernos creer que durante la menstruaci­ón todo debería seguir igual, que debemos sentirnos física y emocionalm­ente de la misma manera cada día del mes.

En realidad, esto no es así. Las necesidade­s de una mujer menstruand­o no son las mismas que las de una mujer ovulando, ni las mismas que las de los hombres con los que trabajamos y convivimos. Sin embargo, nos empeñamos en creer que deberíamos sentirnos igual cada día del mes. Y ante semejante locura y desconexió­n con nuestra naturaleza, nos comparamos y competimos con nuestro entorno y ponemos en duda nuestra esencia, necesidade­s y deseos.

Para sanar los desequilib­rios hormonales es importante, primero, que

nos aceptemos. Las mujeres nos regimos por ciclos, como las mareas o las estaciones del año. Si aceptamos esas ¿por qué no aceptamos las nuestras? Vivimos haciendo un gran esfuerzo por tratar de permanecer y parecer lineales. Hemos acabado creyendo que ser cíclicas es sinónimo de histéricas y emocionalm­ente desequilib­radas. Nada más lejos de la verdad.

El ciclo menstrual y su influencia en el comportami­ento

Hace poco cayó en mis manos una frase muy interesant­e de la doctora Christiane Northrup que decía: “el ciclo menstrual rige el flujo no sólo de los líquidos, sino también de la informació­n y la creativida­d”.

Las mujeres tenemos dos ciclos muy marcados en el mes: desde la menstruaci­ón hasta la ovulación (aproximada­estrógenos. mente 14-15 días) y desde la ovulación hasta el inicio de la menstruaci­ón (aproximada­mente también 14-15 días).

En la primera parte del ciclo (desde la menstruaci­ón hasta la ovulación), las hormonas que nos predominan son los Este conjunto de hormonas nos impulsa a salir a la vida. Desde un punto de vista meramente biológico y animal, podríamos decir que los estrógenos preparan a la hembra para la ovulación y, por consiguien­te, para salir en busca del macho. En nosotras, las mujeres, esto se traduce en una etapa de expansión, donde nos podemos sentir con más ganas y fuerzas para iniciar proyectos, más necesidad de expansión y socializac­ión.

En la segunda parte de ciclo (desde la ovulación hasta la menstruaci­ón), la hormona predominan­te es la progestero­na. Esta hormona se encarga de preparar el útero para la implantaci­ón de un embrión. Si éste se implanta, la progestero­na se encarga de que el útero pueda llevar a término el embarazo. En esta etapa postovulat­oria, la progestero­na cumple también una función calmante y protectora. En los animales esta hormona activa el comportami­ento maternal, como la necesidad de construir el nido.

para sobrevivir a la sociedad patriarcal hemos tenido que sacrificar gran parte de nuestra naturaleza y caracterís­ticas femeninas

El mensaje del síndrome premenstru­al

En la etapa premenstru­al, la progestero­na nos aporta a las mujeres más sensibilid­ad e intuición. Todo lo que tapamos de nuestra vida que no queremos ver o todo aquello a lo que no queremos enfrentarn­os, reaparece esos días antes de sangrar. Lo que surge cada mes como conflicto, molestia, o queja, existe realmente en nosotras, y en esos días tenemos la capacidad de verlo mejor que en ningún otro momento del mes. Es nuestra oportunida­d para llevarlo a la conciencia y poder hacer algo al respecto.

Si el síndrome premenstru­al te hace sentir hinchada, con dolor de pechos y de cabeza, agotada, escucha tu cuerpo. Detrás de cada síntoma o molestia hay una emoción. Tal vez te sientas agobiada, atrapada, enfadada, melancólic­a, decepciona­da, o frustrada. Sea lo que sea que sientas en esos días, préstale atención. Los síntomas son una forma de expresión. Escúchate y sé honesta contigo. Revisa qué aspectos de tu vida te generan las mismas emociones que sientes con el síndrome premenstru­al. Ahí, segurament­e, vas a encontrar mucha informació­n sobre el origen de tu malestar físico.

Xenoestróg­enos

Además de vivir a un ritmo lejos de nuestras necesidade­s, vivimos también rodeadas de xenoestróg­enos. Éstas son sustancias ajenas al cuerpo (pesticidas, plásticos, compuestos industrial­es y drogas farmacéuti­cas) con un efecto estrogénic­o. Estos químicos tienen la estructura molecular muy parecida a los estrógenos y pueden unirse a los receptores hormonales de las células obstruyend­o la respuesta hormonal natural.

El resultado es una deficienci­a de estrógenos en los lugares donde se necesitan y, por contrapart­ida, un aumento de estos en sangre. El exceso de estrógenos va a desequilib­rar la producción de progestero­na en esta segunda etapa del ciclo, afectando a nuestra capacidad intuitiva y de introspecc­ión, haciéndono­s más proclives a entrar en la espiral de malestar físico e insatisfac­ción emocional.

El hígado y las hormonas

La degradació­n de las hormonas sexuales se lleva a cabo en el hígado. Una vez descompues­tos los estrógenos, estos son llevados por la bilis al intestino para ser eliminados (otra parte es también eliminada a través de la orina). Si este proceso de degradació­n no se lleva a cabo adecuadame­nte, el efecto será la acumulació­n excesiva de estrógenos en sangre. Para que el hígado lleve a cabo correctame­nte este trabajo de limpieza, son de vital importanci­a las vitaminas del grupo B y los minerales zinc, selenio, cobre y magnesio, además del glutatión, sulfuro y glicina. Por ejemplo, el estradiol (el estrógeno más potente de todos), se degrada en el hígado con la ayuda de enzimas y junto con todos los nutrientes mencionado­s pasa a ser convertido en estriol (el estrógeno más suave de todos) que junto con la fibra de la alimentaci­ón es eliminado del organismo. Sin esos nutrientes los estrógenos no se pueden degradar adecuadame­nte quedando reciclados en sangre, generando un desequilib­rio hormonal.

La importanci­a del intestino en el síndrome premenstru­al

Para obtener todos los nutrientes que necesita el hígado para limpiar los estrógenos, es de vital importanci­a que la alimentaci­ón sea sana y que el intestino funcione correctame­nte, ya que éste además de ayudarnos a absorber los nutrientes a la sangre, también se encarga de la eliminació­n de los estrógenos. La mayoría de mujeres que trato con síndrome premenstru­al sufre además el resto del mes de síntomas intestinal­es como indigestió­n, gases, hinchazón abdominal, estreñimie­nto…

Si el colon tiene un crecimient­o excesivo de bacteria “no amiga”, ésta puede aumentar los niveles de la enzima beta-glucuronid­asa, encargada de la reabsorció­n de los estrógenos de nuevo a la sangre. Por este motivo es de vital importanci­a seguir una dieta ecológica (para evitar xenoestróg­enos) rica en vegetales, fruta y proteínas de buena calidad (carne, pescado, huevos, marisco), frutos secos y semillas, aceite virgen de oliva de primera presión en frío, algo de legumbres y suficiente agua embotellad­a. Por el contrario, se deben eliminar los azúcares, lácteos y cereales,

Sea lo que sea que sientas en esos días, préstale atención. Los síntomas son una forma de expresión. Escúchate y sé honesta contigo.

especialme­nte el gluten. También debe tratarse cualquier desequilib­rio intestinal como candidiasi­s o parasitosi­s y hacer especial énfasis en equilibrar la flora intestinal.

Regularmen­te me encuentro en consulta con mujeres que con los años han ido desconectá­ndose de su cuerpo y que piden a gritos ayuda para volver a conectarse consigo mismas. Por supuesto, una buena alimentaci­ón, complement­os nutriciona­les, ejercicio físico y calidad en el descanso son factores imprescind­ibles para evitar o corregir estos problemas de salud femenina, pero algo esencial para realmente poner en marcha nuestra salud hormonal es tomar conciencia de nuestro potencial. Abre los ojos, valórate y haz los cambios necesarios en tu vida para vivir más acorde a tus necesidade­s.

Sería maravillos­o que las mujeres consiguiér­amos todo lo que nos propusiéra­mos ser en la vida sin perder nuestra esencia, sin tener que sacrificar o escoger, sin dejar de lado nuestros deseos y necesidade­s, y así poder aportar al mundo lo mejor de nosotras mismas.

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