EL PACIENTE, EL PROTAGONISTA
Todos los expertos tienen una visión holística de la salud (“aquí tratamos personas, no enfermedades”, dice Ródenas) y, sobre todo, comparten uno de los principios básicos de la medicina integrativa: no sólo se facilitan recursos para que el cuerpo sane, sino que se empodera al paciente y se le da el conocimiento necesario para la prevención. “Nuestro objetivo no es dar un tratamiento, quitar el dolor y ya está”, continúa Ródenas, “nosotros queremos que la persona, cuando salga del centro, haya realizado una serie de cambio de hábitos para tener una vida saludable y disponga de sus propias herramientas para mantenerse en equilibrio y alejado de la enfermedad”.
Por eso en el nombre del centro consta el concepto “escuela de salud”: porque cada médico educa a su paciente en la propia consulta (“¡sin adoctrinar!”), porque se publican artículos divulgativos y se realizan conferencias gratuitas de forma periódica, y porque su oferta de talleres es completa y continua (Diez consejos para mantenerse sano; Técnica para favorecer el cambio hormonal durante la menopausia; Cuidando las emociones: ira, tristeza, miedo; Técnicas naturistas para aplicar en casa – cataplasmas, enemas, baños vitales–; Cinco prácticas para cultivar la paz; etc.).
“La medicina convencional coloca al paciente en lugar muy pasivo. Nosotros, al divulgar en salud, pretendemos que las personas tengan la información necesaria para que se responsabilicen y tomen sus decisiones en libertad, aunque esa decisión sea delegar finalmente en un experto”, dice Rosa Chacón, socia del centro, maestra, mediadora y experta en el método Tomatis.
Si cuando nos compramos una casa, cuando resolvemos dónde ir de vacaciones o cuando elegimos la guardería de nuestros hijos, nos implicamos para encontrar la mejor solución, ¿por qué con nuestra salud en seguida nos ponemos en manos de alguien que decide por nosotros?
MÁS DESAJUSTES EMOCIONALES
A la luz de los resultados, la perspectiva integrativa funciona. Ródenas explica por ejemplo que sus tratamientos sue-
len empezar con un “reset físico”, una limpieza depurativa de quince días, con la que se consigue un cambio en el cuerpo pero también en la mente. “Las personas notan que mejoran, aumentan su autoestima y son capaces de tomar decisiones más adecuadas”, dice.
Integral también permite cambios eficaces al aproximarse de una forma respetuosa a las problemáticas (como el pequeño de tres años a quien habían diagnosticado autismo y que, tras dos sesiones con Chacón, ya presentaba mejoras. ¿La manera? Poner el foco en los aspectos positivos del niño, y no tanto en sus dificultades). Y al facilitar el espacio de contención adecuado para que las personas puedan reconectar consigo mismas. Es el caso de una mujer atendida por Áurea Gómez, socia del centro y terapeuta manual (en sofrología y belleza natural): su paciente, después de recibir una sesión de reiki, pudo reflexionar para darle un nuevo rumbo a su situación de pareja. Los ejemplos, en realidad, se cuentan por miles en estas tres décadas.
Treinta años después de abrir las puertas del centro, cada vez más pacientes eligen la medicina integrativa como primera opción (antes representaba su último recurso tras no encontrar soluciones en la medicina convencional). Según Ródenas, el perfil era menos variado: además de “los rebotados”, acudían sobre todo jóvenes, cultos, lectores de esta revista; o naturistas veteranos que anhelaban este tipo de cuidados.
El tipo de dolencias también ha dado un vuelco: si antes eran más comunes las dolencias físicas (problemas digestivos, pulmonares, etc.), ahora son mayoría las patologías emocionales (o “existenciales”, tal y como detallan en la web - http://integralcentremedic.com).
“Ahora los estímulos externos se han multiplicado y tienen influencia en la salud: internet, las ondas electromagnéticas, la contaminación, la toxicidad de los alimentos. Por otro lado, hay mucha saturación mental por exceso de información, un ritmo muy acelerado, mucho estrés”, dice el socio y médico naturista.
“También somos el resultado del momento en el que vivimos”, añade Chacón. “Posiblemente somos hijos de padres que vivieron la guerra o la posguerra, que nos trasladaron que lo más importante era estudiar y tener un buen trabajo. Pero hoy en día en medio de la grandísima incertidumbre y cambio constante, no hay un objetivo claro. Se da una continua búsqueda de motivación. ¿Qué hemos venido a hacer?”.