Una propuesta de matrimonio literaria
«“¿Qué podría ofrecer este hombre anciano, enfermo y agobiado por las deudas a una joven, viva y exuberante niña? ¿No sería su amor por él un terrible sacrificio? Y, después de todo, ¿no se arrepentiría amargamente de unir su vida a la de él? Y en general, ¿sería posible que una joven tan diferente en edad y personalidad se enamorara de mi artista? ¿No sería eso psicológicamente falso? Quería pedir tu opinión sobre este asunto, Anna Grigoryevna.”
“Pero, ¿por qué sería imposible? Porque si, como dices, tu Anya no es simplemente un coqueteo vacío, y posee un corazón amable y receptivo, ¿por qué no podría enamorarse de tu artista? ¿Qué más da si él es pobre y está enfermo? ¿Dónde está el sacrificio, de todos modos? Si ella realmente lo ama, será feliz y ¡nunca tendrá que arrepentirse de nada!”, dije acalorada.
Fyodor Mikhailovich me miró emocionado.
“¿Realmente crees que ella podría amarlo genuinamente y por el resto de su vida?”, él calló, vacilante. “Ponte en su lugar por un momento”, dijo con voz temblorosa. “Imagina que este artista soy yo. Que te he confesado mi amor y te he pedido que seas mi esposa. Dime, ¿qué responderías?”
Su rostro revelaba una vergüenza tan profunda, un tormento interno tal, que comprendí por fin que no se trataba de una conversación sobre literatura, que si le daba una respuesta evasiva daría un golpe mortal a su autoestima y orgullo. Miré su rostro preocupado, que se había vuelto tan querido para mí, y dije: “Te respondería que te amo y te amaré toda mi vida.”
No intentaré transmitir las palabras llenas de ternura y amor que me dijo entonces, pues son sagradas para mí. Estaba aturdida, casi aplastada por la inmensidad de mi felicidad y, durante mucho tiempo, no pude creerlo.»
ANNA DOSTOIEVSKI en Dostoievski Reminiscences