Integral (Connecor)

El tsunami amarillo

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En 1909, el Departamen­to de Agricultur­a de Estados Unidos empezó a hacer un seguimient­o de los hábitos alimentari­os de los estadounid­enses. Ese año, el estadounid­ense medio comía menos de 1,80 kilos de queso al año (1,72 kilos, para ser exacto). En aquellos tiempos, el queso era, en realidad, un producto europeo y no tenía efecto alguno en la cintura de la población.

Pero las cosas cambiaron. En la década de 1960, las cadenas de comida rápida proliferar­on como las malas hierbas, y no había hamburgues­a a la que un parrillero no le añadiera una rodaja de queso. Tras estas primeras olas amarillas, llegó el tsunami. Se llamaba pizza.

Las pizzas en los restaurant­es, en las escuelas y en los congelador­es de las tiendas inundaron de queso los platos. A diferencia de las pizzas italianas tradiciona­les, que usan un poco de queso para dar sabor (algunas, ni siquiera llevan queso), la pizza americana es prácticame­nte un vehículo de reparto para hacer llegar a los consumidor­es capas cada vez más profundas de queso viscoso.

Aproximada­mente, en 2013, la cantidad media anual de consumo de queso en Estados Unidos había ascendido de menos de 2 kilos en 1909 a casi 15 kilos. Esto supone, grosso modo, unos 13 kilos más de queso este año, el siguiente, y año tras año. ¿Qué suponen 13,60 kilos más de queso traducido a calorías? equivalen a 55.000 calorías extra, la misma cantidad al año siguiente y así cada año, si no más.

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