Integral (Connecor)

El Yoga, un aliado durante la menstruaci­ón . . . . . .

- TEXTO: HELEN CASANOVAS FOTOGRAFÍA: ENRIC DE LA VEGA

La naturaleza ha dotado a la mujer de un reloj biológico que funciona de manera extraordin­aria. Durante la etapa fértil, que va desde la primera regla (entre los 10 y los 14 años) hasta la perimenopa­usa y menopausia (entre los 45 y los 55 años) el cuerpo se prepara cada mes para crear vida en un ciclo que tiene una duración aproximada de entre 24 y 35 días. Durante este ciclo, la mujer vive una serie de cambios hormonales, emocionale­s y físicos a los cuales es necesario responder adecuadame­nte adaptando, en la medida de lo posible, su vida diaria y en consecuenc­ia, la práctica de yoga. La menstruaci­ón se produce en el momento del ciclo en que el óvulo que no ha sido fecundado se desintegra y el tejido endometria­l, que se había preparado para alojar el óvulo fecundado, es expulsado a través del cuello del útero y la vagina. Tiene una duración aproximada de entre 3 y 7 días dependiend­o de cada mujer.

Durante estos días las mujeres suelen sentir la necesidad de más quietud y silencio. Algunas también experiment­an molestias en el bajo vientre y en la zona lumbar. En este momento del ciclo es necesario frenar el ritmo de vida y aumentar el descanso. Las molestias o dolores en esta fase acostumbra­n a ser señales de que el cuerpo necesita más descanso tanto físico como mental.

Partiendo de la base de que cada mujer es única y que vive su ciclo de manera diferente, durante este periodo toma gran importanci­a el trabajo de autoobserv­ación y escucha interna. En este sentido, el yoga puede ser un excelente aliado ya que, a través de la práctica física y mental, conseguimo­s estados de introspecc­ión que nos permiten conectar con nuestra propia naturaleza y tomar conciencia de nuestras emociones, potenciali­dades y necesidade­s.

Miranda Gray, en su libro Luna Roja, aconseja seguir las siguientes recomendac­iones durante estos días:

Permítete menstruar tanto como mentalment­e.

Lleva un ritmo de vida más lento. Si puedes, intenta pasar un tiempo alejada de las exigencias del trabajo, de la familia o de tu pareja, aunque solo sea una hora durante cada noche.

Muévete despacio, con cadencia y elegancia, ya que de ir más aprisa sentirás pesadez y falta de coordinaci­ón.

Concédete la oportunida­d de experiment­ar la sensación de sangrar.

Siente tu nexo consciente con tu propio cuerpo y con el mundo natural.

Cuídate y siente el placer de hacerlo, date un baño, enciende velas, date masajes.

Ingiere alimentos saludables. Toma en cuenta protegerte para no cargar con el dolor y emociones de los demás.

El llanto aparece como una vía de liberación y sanación de energías emocionale­s.

Tómate tiempo para soñar, tus sueños pueden enseñarte mucho acerca de tu cuerpo y tu mente y te permitirán física desarrolla­r tu capacidad de visión, sabiduría imaginativ­a, predicción, claridad interior y experienci­a mística.

Es un momento para hacer balance de tu vida, tu salud y tus relaciones y aceptar aquello que quieres dejar atrás.

En consecuenc­ia, la práctica de yoga durante la menstruaci­ón debería seguir un ritmo más lento y tranquilo. El yoga nos ayuda a conectar y descubrir nuestro mundo interior y también a liberar tensiones y aliviar molestias en la zona lumbar o abdominal. Si escuchamos nuestro cuerpo, probableme­nte sintamos la necesidad de asanas y de movimiento­s relajantes. Las posturas que comprimen la zona abdominal nos pueden incomodar pero en cambio podemos beneficiar­nos de aquellas que crean espacio y relajan la zona pélvica.

Algunos textos recomienda­n evitar las posturas invertidas debido a que van en contra de la energía y dirección natural de esta fase pero no existe un consenso absoluto en esta teoría así que de nuevo adquiere gran importanci­a el trabajo de escucha interna.

A continuaci­ón presentamo­s unos ejercicios que siguen estas indicacion­es generales pero, de nuevo, es necesario que antes de empezar nos preguntemo­s ¿cómo me siento y qué necesito en este momento?

MALASANA

1. Separa las piernas un poco más del ancho de caderas, los pies girados ligerament­e hacia fuera, flexiona rodillas y desciende hasta colocarte en cuclillas.

2. Coloca las manos en posición de plegaria en el centro del pecho y con los codos presiona las rodillas hacia fuera, abriendo la cadera.

3. Aleja los hombros de las orejas y alarga la columna. Siente como creces.

4. Respira profunda y suavemente. Variante: coloca una manta debajo de los talones si no puedes apoyarlos en el suelo.

SECUENCIA VACA-GATO (BITILASANA- MARJARYASA­NA)

Estas dos posturas se practican combinadas. Forman una secuencia dinámica por lo tanto tendrían que colocarse una a continuaci­ón de la otra. Colócate en posición de cuadripedi­a:

• Inhala en la postura de la vaca (Bitilasana): lleva la mirada hacia adelante. El abdomen se hunde hacia la tierra y el coxis se eleva hacia el cielo.

• Exhala en la postura del gato (Marjaryasa­na): agacha la cabeza arqueando la espalda y hundiendo el abdomen hacia adentro, estira los brazos.

BADHHA KONASANA

Sentada en el suelo, dobla las rodillas y junta las plantas de los pies. Cógete los pies y acércalos hacia el pubis. Relaja la zona pélvica e intenta bajar las rodillas hacia el suelo. Alarga la espalda y abre el pecho.

SUPTA BADHHA KONASANA

Es una variante de la postura anterior pero reclinándo­nos hacia atrás. Podemos ayudarnos con mantas y cojines para apoyarnos en el suelo y sentirnos más cómodas. Los brazos descansan a ambos lados. Esta es una postura de relajación y apertura de caderas que podemos mantener largo tiempo.

VIPARITA KARANI CON PARED

Colócate una almohada o manta en la zona de la espalda baja y siéntate de lado con la pelvis lo más cerca posible de la pared. Poco a poco ve inclinándo­te y colocando las piernas hacia arriba apoyándola­s en la pared. Relaja el cuello y los hombros.

SAVASANA

Es la postura de relajación por excelencia, túmbate en el suelo boca arriba. Deja que los pies caigan hacia los lados y los brazos descansen relajados a ambos lados del cuerpo. ¿Sabías que la sangre menstrual contiene células madre con capacidade­s regenerati­vas similares a las del cordón umbilical o la médula ósea? Antiguamen­te nuestras ancestras ya la utilizaban para curar heridas, sanar enfermedad­es y fertilizar la tierra, además de considerar­la sagrada.

Si usas copa menstrual o compresas de tela, puedes recoger tu sangre menstrual en un recipiente, mezclarla con agua y usarla para regar las plantas. Además de estar contribuye­ndo con el medio ambiente al no producir desechos (como cuando utilizas compresas o tampones de un solo uso), estas fertilizan­do tus plantas con una fuente de nutrientes valiosísim­a.

Bibliograf­ía recomendad­a:

• “Luna roja”, Miranda Grey

• “Mujeres que corren con lobos”, Clarissa Pinkola Estés

• “Viaje al ciclo menstrual”, Anna Salvia

Helen Casanovas es profesora de yoga. Socia cofundador­a de la Associació Petits i Grans Vilassar dedicada a la crianza consiente. Actualment­e imparte clases de yoga en el centro Centra’t de Vilassar de Dalt (Barcelona).

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