Alimentos probióticos fermentados
Nerea Zorokiain (Instituto macrobiótico Nishime) ha publicado «Fermentación», un libro precioso con trucos, consejos y magníficas recetas. Aquí presentamos un ejemplo de su tarea. Revitalizar nuestra salud a través de la alimentación, es sencillo a través
Cuando hablamos de alimentos probióticos fermentados, podemos encontrar que muchos de ellos llevamos consumiéndolos desde hace miles de años.
La fermentación se ha utilizado para la conservación de los alimentos en todas las culturas, así que en cada una de ellas existen algunos específicos, como puede ser el miso en Japón o las olivas aquí.
Su consumo se recomienda diariamente, aunque sea en una pequeña cantidad. Lo podemos introducir en forma de verduras fermentadas o bebidas probióticas, que son fáciles de consumir y las podemos preparar de forma sencilla.
LAS BACTERIAS, NUESTRAS COMPAÑERAS DE EVOLUCIÓN
Imagínate que tu cuerpo es un bosque, que está compuesto por diferentes tipos de seres vivos como plantas y animales. Además encontramos ríos, el sol, una temperatura que varía, creando un ecosistema en el que cada ser o proceso tiene su función para que todo esté en equilibrio.
Nuestro mundo interno es algo parecido, cada órgano, tejido, célula o bacteria que habita nuestro ecosistema interno tiene su función y en el momento en el que entra en desequilibrio, el resto de la cadena comienza a verse afectada.
Para muchos de nuestros procesos vitales como puede ser la digestión de los alimentos, necesitamos crear una relación de simbiosis con las bacterias que nos habitan y que crean nuestra flora intestinal.
Sin esta relación, no podríamos nutrir el resto del cuerpo y comenzaría un desequilibrio como podemos observar en un bosque cuando existen plagas de alguno de sus habitantes.
La mayor parte de bacterias que forman nuestra microbiota, son beneficiosas para nuestro organismo, además de ayudarnos a combatir las bacterias que no son beneficios.
La flora intestinal de cada una de las personas depende además de su alimentación y de su estilo de vida, del sitio donde haya nacido, de sus antepasados y de la relación que haya tenido con el entorno.
Cada uno de nosotros recibimos a través de la leche materna bacterias que van formando este pequeño mundo y poco a poco a través de la alimentación y del paso de los años crearemos nuestra propia flora intestinal.
Las bacterias que habitan con nosotros son capaces adaptarse y evolucionar dependiendo de los cambios que vayamos viendo al largo de nuestra vida.