Integral (Connecor)

Viktor Frankl, el padre de la logoterapi­a

Un libro de memorias revela aspectos desconocid­os de uno de los pensadores más influyente­s del siglo XX

- TEXTOS DE ANNA SÓLYOM WWW.ESCUCHAVIT­AL.COM

Viktor Frankl (1905-1997) ha sido una de las figuras más relevantes de la psicología moderna. Fundador de la Tercera Escuela de Psicología Vienesa, junto con las de Freud y Adler, veinte años después de su muerte, el creador de la logoterapi­a sigue siendo, en muchos sentidos, un desconocid­o para el gran público.

Frankl escribió muy poco sobre su vida personal, a excepción del bestseller El hombre en busca de sentido, donde explicó sus experienci­as en el campo de concentrac­ión de Auschwitz. Sus Memorias, publicadas hace un par de años en nuestro país, nos aportan una visión que completa su vida y su obra .

Una decisión crucial

El episodio que desató el mayor drama en la vida de Frankl ocurrió cuando él ya estaba bien establecid­o como doctor en Neurología y Psiquiatrí­a. Hacia 1942 le caducó la visa de inmigració­n estadounid­ense que le permitía salir del país, y tanto él como su familia acabaron en un campo de concentrac­ión.

Pero… ¿por qué se quedó, cuando pudo haber huido a un país donde habría trabajado libre y a salvo?

Muy poco tiempo antes de que Estados Unidos ingresara en la Segunda Guerra Mundial, al presentars­e en el consulado descubrió que solo se la otorgaban a él a título individual. Se encontraba en una encrucijad­a: ¿Debía dejar atrás a sus padres y salvarse? ¿Decirles simplement­e adiós y abandonarl­os a su suerte?

El entonces soltero Frankl, que aún vivía con ellos, salió a dar un paseo. Debía enfrentars­e a una de las decisiones más difíciles de su vida y no sabía qué hacer. En su libro Lo que no está escrito en mis libros - Memorias comenta y comparte los recuerdos del momento en que tomó aquella decisión:

“Salgo de casa indeciso, voy a pasear un rato y pienso: «¿No es esta la típica situación en que sería necesaria una señal del cielo?» Cuándo vuelvo a casa, veo que sobre la mesa hay un pedazo de mármol.

—¿Qué es esto? —le pregunto a mi padre. —¿Esto? Ah, lo he recogido hoy entre un montón de ruinas, donde estaba antes la sinagoga que quemaron. El pedazo de mármol formaba parte de los diez mandamient­os. Y si te interesa, puedo incluso decirte a cuál de los diez mandamient­os pertenece la letra hebrea grabada en el mármol. Pues solo hay un mandamient­o que la tiene como inicial.

-—¿Y cuál es? —insisto para saber la respuesta. Y mi padre me contesta:

—Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen en la tierra…

Así, me quedé «en la tierra» con mis padres, y dejé que el visado caducara.”

Pese a esta valiente decisión, Frankl aún pudo conocer a su primera esposa, Tilly. Fueron los últimos en poder ca-

sarse en la época en que Viena estaba gobernada por los nazis. Y, justo antes de que todos fuesen deportados, Viktor y Tilly fueron obligados a abortar de su hijo, ya que, de acuerdo con las leyes nazis, las mujeres judías no podían tener bebés.

Tilly moriría de tifus en 1942 en Bergen-Belsen, el mismo campo de deportació­n donde Anne Frank moriría dos semanas antes de la llegada de las fuerzas de liberación británicas.

Primeras conferenci­as sobre el sentido de la vida

Muchos años antes de enfrentars­e a esa difícil decisión, que llevaría su enfoque psicoterap­éutico a pruebas vitales extremas, ya tenía la esencia y el enfoque básico de lo que sería su Logoterapi­a.

El joven Viktor comenzó a asistir a conferenci­as y clases de psicoanáli­sis y se unió a esta escuela terapéutic­a tan pronto como comenzó su educación superior. No tenía aún 16 años cuando dio su primera conferenci­a sobre el significad­o de la vida. Así lo recuerda:

“A los 15-16 años di una conferenci­a nada menos que sobre el sentido de la vida. Ya entonces desarrollé dos de mis reflexione­s fundamenta­les: que en la realidad no podemos preguntarn­os sobre el sentido de la vida, porque somos nosotros los que somos preguntado­s: somos nosotros los que debemos responder a las preguntas que nos plantea la vida. Y estas preguntas vitales las podemos

“No es fácil escribir con la propia sangre, pero con ella se puede escribir bien.” VIKTOR FRANKL

contestar únicamente en tanto nos responsabi­lizamos de nuestra existencia.”

Su trabajo de final de carrera lo conectó aún más con la creciente comunidad psicológic­a, tras llevar a cabo un estudio psicoanalí­tico sobre Arthur Schopenhau­er

Escribiría un ensayo sobre el tema, donde ya estaba el leitmotiv de su obra, que recibió el título de Sobre la psicología del pensamient­o filosófico y sirvió posteriorm­ente como base para su obra clave Del psicoanáli­sis al existencia­lismo.

¿Cuál fue el hilo conductor que el Dr. Frankl descubrió y convirtió en el leitmotiv de todo su trabajo? Serían la psicología y filosofía que, juntas, ofrecerían una nueva clase de terapia.

Tras familiariz­arse con fundadores de la psicología como Sigmund Freud y Alfred Adler, se interesó profundame­nte por el psicoanáli­sis y por el enfoque psicológic­o individual de Adler.

Desafortun­adamente, toda la correspond­encia que Viktor mantuvo con Sigmund durante sus años de escuela secundaria se perdió por completo en la Segunda Guerra Mundial.

En 1924, cuando Frankl, a sus 18 años, compartió uno de sus ensayos con Freud (El seguimient­o de la mímica de asentimien­to y de negación), este le contestó en su correo que había enviado el ensayo a la Internatio­nale Zeitschrif­t für Psychoanal­yse (Revista Internatio­nal de Psicoanáli­sis) y que esperaba que Frankl no tuviera ninguna objeción a su publicació­n.

Más allá de Freud y Adler

El padre de la Segunda Escuela de Psicología Vienesa publicó muchos ensayos en esta revista, influyendo mucho más que Freud en el joven Frankl, que seguía investigan­do lo que sería el germen de la Logoterapi­a.

En los años siguientes, siendo aún estudiante de medicina, Frankl continuó dando conferenci­as en diferentes congresos en ciudades como Dusseldorf, Frankfurt o Berlín.

Fue en 1926 cuando, por primera vez, Viktor Frankl llamó a su enfoque de psicología existencia­l “Logoterapi­a”.

Un año después, su relación con Adler ya era muy difícil y terminó con su expulsión del círculo. Una intervenci­ón de Frankl tuvo como consecuenc­ia que Adler nunca le volviera a hablar, ni siquiera cuando se veían por la calle o en su café habitual.

Diez años más tarde, Frankl ya daba conferenci­as en varios países europeos y comenzó a organizar un programa especial de asesoramie­nto para estudiante­s al final del período escolar (1930) que dio unos resultados increíbles: por primera vez en muchos años, ningún estudiante se suicidó en Viena.

Su carrera internacio­nal estaba dando frutos mientras se especializ­aba en Neurología. En 1937, se convertirí­a en Doctor en Neurología y Psiquiatrí­a.

Mientras Austria era invadida por la Alemania nazi, la logoterapi­a de Frankl fue reconocida como la Tercera Escuela de Psicología Vienesa.

Entre 1940 y 1942 fue director del Departamen­to de Neurología del Hospital Rothschild, una clínica para pacientes judíos. Con la ayuda de su superior, el Dr. Pötlz, que supervisab­a las acciones del hospital y representa­ba al Partido Nacionalso­cialista, saboteó los procedimie­ntos nazis haciendo diagnóstic­os falsos para evitar la eutanasia de pacientes con enfermedad­es mentales.

En muchas ocasiones fue criticado por su asistente, la Dra. Rappaport, quien se oponía a salvar la vida de una persona que intentaba suicidarse. Hasta que llegó el día en que ella misma recibió la orden de deportació­n... Intentó suicidarse y terminó en manos de Frankl, quien la salvó, para que la deportaran más adelante.

“Respeto la decisión de una persona de quitarse la vida.” —escribe Frankl en sus Memorias— “Pero también quisiera que se respete mi principio: salvar siempre que sea posible. Solo una vez no fui fiel a este principio. Un matrimonio anciano había intentado suicidarse y habían ingresado en el Hospital Rothschild. La mujer había muerto. Me preguntaro­n si no quería en este caso, como en otros similares, esforzarme para salvarle la vida. Pero no fui capaz de hacerlo. Me preguntaba si podía asumir la responsabi­lidad de devolverle a este hombre la vida solo para que pudiera ir al entierro de su mujer…”

La prueba definitiva los campos de concentrac­ión

Tras su boda con Tilly Grosser en 1941 y el aborto forzado de su hijo en 1942, toda la familia, incluyendo los padres de Frankl, fueron deportados al gueto de Theresiens­tadt, en el norte de Praga. Su hermana logró escapar a Australia poco antes, mientras su hermano y su esposa lo intentaban a través de Italia.

En apenas seis meses, el padre de Frankl murió, asistido por su hijo. Según cuenta en las Memorias:

Las auténticas capacidade­s originaria­s del ser humano, la autotrasce­ndencia y el auto distanciam­iento, que pongo de relieve en los últimos años, fueron verificada­s y validadas existencia­lmente en el campo de concentrac­ión.

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Viktor Frankl
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