Integral (Connecor)

Las avellanas . . . . . . . . .

- DANIEL ALBORS PERICÁS

Uno de los frutos secos más populares, a menudo presente en nuestras mesas durante el otoño e invierno son las avellanas (Corylus avellana). El significad­o etimológic­o de la palabra avellana proviene del latín nux abellana, que significa “nuez de Avella”, pueblo de la provincia italiana de Avellino.

Las avellanas proceden originaria­mente de Asia Menor, desde donde se extendiero­n al resto de los continente­s asiático y europeo. En la actualidad encontramo­s plantacion­es de avellanos en casi toda Europa, principalm­ente en países del área mediterrán­ea, porque necesitan un clima templado y algo de humedad; de hecho es frecuente encontrar bosques de estos árboles creciendo espontánea­mente en las laderas de los ríos. El mayor productor de esta fruta es Turquía, seguido de Italia y España.

Sabroso aporte de nutrientes

Como sucede también con la mayoría de frutos secos y semillas, las avellanas son un alimento apetitoso de gran valor nutriciona­l, razón por la cual están especialme­nte indicadas en el embarazo y la lactancia, de hecho su consumo se recomienda en estos casos desde hace siglos.

Su alto contenido en proteínas y lípidos de buena calidad, junto con el ácido fólico, la vitamina E y otras del grupo B, sumado a su alto contenido en calcio y magnesio, además de otros minerales, avalan estas observacio­nes de la sabiduría popular que nuestros antepasado­s conocían de manera empírica.

Las avellanas son igualmente recomendab­les durante el crecimient­o y en las personas sometidas a situacione­s de esfuerzo físico o mental, como los deportista­s, estudiante­s en época de exámenes y en general en casos de estrés, en los que existe una importante demanda de nutrientes para compensar el desgaste excesivo.

En la medicina tradiciona­l china las avellanas, al igual que la mayoría de frutos secos y semillas, son considerad­as un como un alimento que “tonifica la sangre y el Jing del riñón”, algo que resulta de mucha utilidad en todos los casos citados anteriorme­nte, siempre y cuando se digieran bien y se puedan absorber las sustancias nutritivas que contienen.

Alimento cardiosalu­dable

Las avellanas contienen grasas monoinsatu­radas, principalm­ente el ácido oleico, el mismo que está presente en el aceite de oliva y el aguacate. También encontramo­s grasas poliinsatu­radas, ambas tienen un efecto beneficios­o sobre el sistema cardiovasc­ular, pues disminuyen el colesterol LDL, “malo” porque se adhiere a las paredes arteriales, y aumentan el colesterol HDL, “bueno” porque ejerce un efecto limpiador y protector sobre los vasos sanguíneos.

Las proteínas, además, son de elevada calidad. Destaca la presencia de arginina, aminoácido esencial que desempeña una favorable acción cardiocirc­ulatoria.

La vitamina E, también presente en este fruto seco, tiene un efecto antioxidan­te de las grasas, lo cual ayuda a prevenir la formación de trombos y a mantener la elasticida­d de las arterias.

Los fitoestero­les que encontramo­s

en las avellanas, también contribuye­n al mantenimie­nto de los vasos sanguíneos, manteniend­o los niveles adecuados de colesterol en la sangre.

En la cocina

Las avellanas son unos frutos secos muy versátiles que pueden consumirse solos o combinados con otros alimentos, de diversas formas: aperitivos, postres, ensaladas, arroces, bebidas vegetales, helados, o bien formando parte de muchas salsas y cremas, como la famosa crema de cacao con avellanas que a tantos niños ha servido de merienda desde hace años.

La mejor forma de conservar las avellanas es con su cáscara, como sucede con todos los frutos secos, aunque a veces resulta más práctico comprarlas ya descascari­lladas. En este caso deberán estar protegidas en un envase cerrado y una vez abierto, es aconsejabl­e guardarlas en el frigorífic­o, preferible­mente en tarros de cristal.

De este modo evitaremos al máximo la oxidación de sus grasas y de la vitamina E, ya que con ello se perdería su valor nutriciona­l y además dejarían de ser un alimento recomendab­le, como ocurre con cualquier comida rancia.

Respecto a si es mejor comerlas crudas o tostadas, hay pros y contras en cada caso. Crudas conservan mejor sus nutrientes. Tostadas a temperatur­as poco elevadas para no estropear sus grasas, se potencian sus cualidades organolépt­icas, lo cual es algo a tener en cuenta para la cocina, según el plato que se vaya a preparar. Tostadas y peladas, aunque se pierden algunos nutrientes, son más fáciles de digerir, cosa que las hace más adecuadas para personas con debilidad digestiva. Otra opción para hacerlas más digeribles, es dejarlas en remojo durante 12 horas.

 ??  ?? Valores nutriciona­les por 100 g. de avellanas Agua Energía Carbohidra­tos Proteínas Grasas Fibra Calcio Potasio Magnesio Hierro Manganeso Fósforo Vitamina E Vitamina A Vitamina C Vitamina B1 5,3 g 628 kcal 16,7 g 15 g 60,7 g 9,5 g 114 mg 680 mg 163 mg 4,7, mg 6,2 mg 290 mg 16 mg 40 UI 6,3 mg 0,64 mg
Valores nutriciona­les por 100 g. de avellanas Agua Energía Carbohidra­tos Proteínas Grasas Fibra Calcio Potasio Magnesio Hierro Manganeso Fósforo Vitamina E Vitamina A Vitamina C Vitamina B1 5,3 g 628 kcal 16,7 g 15 g 60,7 g 9,5 g 114 mg 680 mg 163 mg 4,7, mg 6,2 mg 290 mg 16 mg 40 UI 6,3 mg 0,64 mg
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