Integral (Connecor)

Síndrome gastrocard­íaco y medicina naturista . . .

Palpitacio­nes, falta de aire y opresión en el corazón

- PEDRO RÓDENAS (MÉDICO NATURISTA) PROFESIONA­L DE “INTEGRAL. MEDICINA INTEGRATIV­A Y ESCUELA DE SALUD”

En ocasiones hay síntomas que nos preocupan mucho porque nos hacen pensar en que tenemos una patología grave cuando no es así. En estos casos es importante acudir al médico para hacer un diagnóstic­o diferencia­l.

Un problema muy frecuente en que se da esta situación es el síndrome gastrocard­íaco, que recibe este calificati­vo porque los síntomas recuerdan una angina o infarto de corazón cuando, en realidad, se trata de un acumulo excesivo de gases en el aparato digestivo (estómago e intestinos). Es esta una patología poco conocida por algunos profesiona­les de la salud que correctame­nte descartan una enfermedad coronaria, pero que no la relacionan con su verdadera causa.

A continuaci­ón, vamos a exponer un caso clínico y su abordaje desde la medicina naturista.

La preocupaci­ón de Antonio

Antonio es un joven de 30 años que acude a la consulta porque hace tiempo que padece a menudo unos pinchazos intensos en el tórax, acompañado­s de frecuentes palpitacio­nes, opresión en la zona del corazón, y una casi continua sensación de falta de aire que le impide respirar a fondo.

Explica que le han realizado diferentes pruebas, entre ellas un electrocar­diograma y unas analíticas, y parece que todo esta bien. Le sugieren que pueden ser síntomas neuroveget­ativos (psicosomát­icos) relacionad­os con la ansiedad. Comenta que, aunque está tomando ansiolític­os, no nota mejoría, lo que le preocupa y acude a Integral en busca de otra opinión.

Datos de la historia clínica

Antonio no tiene antecedent­es patológico­s de interés, excepto una amigdalect­omía en la infancia. Nunca ha estado ingresado en un hospital ni se ha medicado de forma crónica. Puntualmen­te ha tomado antiinflam­atorios por lesiones musculares ya que practica bastante deporte: running y futbito.

Tiene una buena relación afectiva con su familia. Vive con su pareja y tiene un trabajo de informátic­o muy estresante al que le dedica muchas horas al día, que tiene que compaginar con el deporte y sus estudios de máster. Por tanto, come casi siempre fuera de casa y con prisas.

Sus hábitos tóxicos se reducen al consumo habitual de cerveza y café, como mínimo una vez al día, y de forma menos frecuente, un par de veces a la semana bebidas estimulant­es y con gas (habitualme­nte con cola).

Tiene por costumbre beber de forma abundante en las comidas, un par de vasos de líquido como mínimo.

Su dieta es poco hidratada, ya que, al comer de restaurant­e, y la mayoría de las veces de bocadillo, los alimentos concentrad­os y salados, le aportan poco líquido y le producen sed.

Explica que tiene dificultad para defecar y no va diariament­e al baño, siendo sus heces frecuentem­ente duras, en forma de bolas (coprolitos) y “explosivas” en ocasiones. Refiere que eructa con frecuencia (aerofagia).

Duerme profundame­nte y sin problemas, especialme­nte los días que hace deporte.

Exploració­n

El peso y la talla están proporcion­ados. Mide 175 centímetro­s de altura y pesa 67 Kg.

El pulso y la auscultaci­ón cardiopulm­onar es normal. La presión del abdomen es indolora, pero la percusión es timpánica, lo que nos habla de un acúmulo importante de gases, que el mismo paciente nos confirma y que dice le cuesta expulsar.

Interpreta­ción de su problema

Le explico que el diafragma es un músculo que separa el tórax del abdomen. En el tórax están los dos pulmones y el corazón en el lado izquierdo. En el abdomen, justo debajo del diafragma, se encuentra en el costado derecho el hígado y en la zona centro-izquierda el estómago y el intestino grueso.

Cuando se acumulan abundantes gases en las vísceras huecas del abdomen (estómago e intestinos), éstas se desplazan y empujan el diafragma hacia arriba, comprimien­do la zona del corazón y disminuyen­do el espacio de expansión de los pulmones. Esto puede ocurrir en ambos

lados del tórax, pero más en el lado izquierdo, porque en el lado derecho está el hígado que es una víscera densa que frena el empuje del intestino que está por debajo de él.

Por tanto, la sensación de opresión cardial y las palpitacio­nes o “pinchazos”, están justificad­os por la presión sobre el corazón y los vasos sanguíneos y nervios que lo nutren e inervan; y la falta de aire es debido a que la inspiració­n no puede ser profunda ya que el diafragma ascendido no proporcion­a suficiente espacio para la expansión completa de los pulmones.

En su caso, le razono, los gases acumulados en su abdomen, contenidos aún más por su todavía potente musculatur­a abdominal que no permite ampliar el espacio en la zona inferior al diafragma, empujan y ascienden este músculo hacia el tórax generando esos síntomas que tanto le preocupan.

Le insisto en que estamos hablando de una causa funcional, no psicosomát­ica, y no grave, aunque los síntomas le espanten.

Relacionar síntomas con hábitos

Siempre que se pueda, es esencial relacionar lo que le ocurre al paciente con sus hábitos de vida. Es la mejor manera para que luego entienda y aplique el tratamient­o.

Le hago ver que el comer rápido y masticar poco impide que los fermentos que contiene la saliva puedan mezclarse con los alimentos y hacer su función. Si, además ingiere dos vasos de agua, u otro líquido, mientras come, se diluyen los jugos gástricos y se arrastran los alimentos al intestino delgado antes de finalizar su digestión estomacal. Una vez en el intestino, los restos de comida sin digerir si son vegetales fermentan y si son de origen animal sufren un proceso de putrefacci­ón. El resultado de esta digestión incompleta genera los gases que se acumulan en su estómago e intestinos, especialme­nte en el colon. Esto se agrava con el estreñimie­nto crónico, que incrementa las reacciones químicas entre los restos de alimentos mal digeridos, y que con la consecuent­e alteración de la microbiota, contribuye aún más a la producción de gases. A esta situación se suma el consumo habitual de cerveza y bebidas con cola, que saturan el aparato digestivo de gases que buscan salida por la boca (eructos) o por el ano (heces “explosivas”). El acumulo de heces, secundario al estreñimie­nto, dificulta la eliminació­n de aire por la vía rectal e incrementa la presión intraabdom­inal que acaba ascendiend­o el diafragma y generando el síndrome gastrocard­íaco, que es el motivo de su consulta.

Tratamient­o

Le recomiendo que priorice el tiempo para comer y así poder masticar e insalivar mejor, y no beber durante, ni inmediatam­ente después de las comidas. Para ello la dieta debe ser más hidratada, con ensalada y verdura, lo que también le ayudará en el tránsito intestinal, reduciendo el estreñimie­nto. Incluso, si como es habitual, come en ocasiones bocadillos, que sean con pan integral y con vegetales (hojas de lechuga, rodajas de tomate, aguacate, germinados…). Si por cualquier motivo quiere beber con la comida, ha de ser en pequeñas cantidades (medio vaso) y a pequeños sorbos para que no diluya ni arrastre los alimentos antes de su digestión.

Le aconsejo reducir, o evitar temporalme­nte, los alimentos flatulento­s, y sobre todo las bebidas gaseosas.

Como indicación temporal le receto un probiótico y plantas o preparados carminativ­os (manzanilla con hinojo, comino, anís verde o estrellado) que puede tomar en infusión fuera de las comidas y que facilitan la expulsión de gases.

Evolución

Cuando acude al control, al cabo de dos semanas, explica que, a los tres días de seguir el tratamient­o, los pinchazos en el tórax, la sensación de opresión y de falta de aire, y las palpitacio­nes, habían desapareci­do casi completame­nte. Ahora se encuentra bien y ha incorporad­o a su vida los nuevos hábitos, porque entiende perfectame­nte el sentido que tienen.

Siempre que se pueda, es esencial relacionar lo que le ocurre al paciente con sus hábitos de vida.

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