Inspiraciones . . . . . . . . .
Una vez un monje conversaba con un rey de la India sobre lo que formaba la esencia de la carroza del rey. A medida que avanzaba el debate, el monje desenganchó los caballos de la carroza del rey, preguntando a este si los caballos eran la carroza. El rey contestó que no con la cabeza. El monje continuó desmontando las ruedas de la carroza preguntándole al rey si las ruedas eran la carroza y el rey nuevamente dijo que no.
El monje prosiguió desarmando todas las barras de la carroza y una por una todas las demás partes desmontables, preguntándole al rey si cada una de las partes era la carroza. El rey respondió que no todas las veces.
Al final solo quedó el chasis. «Este chasis -preguntó el monje-, ¿es la carroza, mi rey?». El rey no pudo más que decir que no con la cabeza. Entonces, ¿cuál es la esencia de la carroza? Podríamos decir que es la totalidad, que es más que la suma de sus partes. Es como la savia de la planta, que no se ve, pero que sin ella no podría vivir.
Lo más íntimo a ti es invisible, pero real. Cuando te asomas a él ves que es un campo universal donde caben todas las posibilidades. Es un campo de inteligencia tuyo, mío y de todo el universo.