Próstata y tratamiento natural . . .
Los problemas de la próstata son cada vez más comunes, algo que va ligado al aumento de la expectativa de edad. Se trata de una glándula que envejece, aunque en algunas ocasiones lo hace de forma prematura.
La próstata es una glándula destinada, entre otras cosas, a formar la mayor parte del líquido seminal que envuelve y protege a los espermatozoides formados en los testículos. Está situada alrededor de la uretra, por donde sale toda la orina. Con el paso de los años, la próstata, que en condiciones normales tiene el tamaño de una castaña, se agranda hacia el exterior y hacia el interior constriñendo la uretra y dificultando el paso de la orina. La reten- ción urinaria es el primer síntoma que indica que hay que a acudir al médico.
Suele presentarse a partir de los 40 años y técnicamente se llama «hiperplasia benigna de próstata», o adenoma prostático. No es una enfermedad maligna, y una gran parte de varones de más de 65 años lo padecen en mayor o menor grado. Por encima de los 45 años, suelen tener una próstata algo mayor de lo normal hasta el 70% de los hombres, un 80% a partir de los 65 y hasta un 90% a los 80 años.
Hormonas
Estamos muy acostumbrados a oir que las hormonas afectan sobre todo a las mujeres, pero lo cierto es que en la patología de la próstata, son los cambios hormonales los responsables de esta afección masculina. La responsable es la falta de testosterona, ya que cuando esta hormona disminuye en sangre incrementa la proporción de otra, la dihidrotestosterona, que estimula el crecimiento de las células prostáticas.
Es importante tener en cuenta que un prostatismo es muy diferente a un cáncer de próstata y que nadie se muere de este problema aunque produzca más o menos incomodidades. Se trata pues de un proceso benigno, evolutivo e insidioso.
¿Más o menos sexo?
El prostatismo importante puede producir una mayor dificultad de erección, aunque el problema principal se sitúa siempre a nivel urinario. En personas con prostatismo importante
(hasta un 50%) relatan problemas de erección o de dificultad para llegar al orgasmo.
Siempre se ha especulado si los hombres que practican más el sexo tienen más o menos problemas de próstata. La relación entre actividad sexual y próstata se ha estudiado en el caso del cáncer de próstata. Los varones con mayor número de orgasmos en su vida (y por tanto, con una mayor producción seminal por la próstata), parecen tener una incidencia algo menor de cáncer de próstata, pero no se trata de una reducción muy importante.
Los investigadores no se ponen de acuerdo en las causas, ya que un varón con menos orgasmos posiblemente lo deba a que previamente su secreción de hormonas sexuales que estimulan la líbido (testosterona, estrógenos) ya era menor previamente. Por otra parte, hacer mucho el amor llama a hacerlo más, y a incrementar, aunque sea ligeramente, la carga hormonal del organismo. Los hombres casados tienen un riesgo ligeramente mayor de cáncer de próstata que los que no lo están.
Muchas veces, tener menos eyaculación se debe a causas ajenas a la salud. Puede ser por falta de deseo sexual o quizás que no se presente la oportunidad. Otros varones tienen reticencia, en ausencia de una compañera sexual, a masturbarse; mientras que otros con gran deseo sexual puede que tengan un carácter retraído que les dificulte encontrar una compañera. Por lo tanto, no sólo es cuestión de hormonas. Sin embargo, pueden ser aspectos muy influenciados por la educación y las ideas de cada persona.
La práctica del sexo puede desencadenar en ocasiones una retención aguda de orina en casos de prostatismo. Se ha especulado que es más probable que esto pase cuando un varón realiza el acto sexual y no puede llegar al orgasmo, por lo que al no producirse la eyaculación la próstata queda algo más congestionada. Sin embargo, un sexo exageradamente más activo de lo normal también podría producir una retención.
El tamaño de la próstata está relacionado inversamente con los niveles de testosterona y especialmente de dihidrotestosterona, como ya hemos explicado, mientras que el cáncer de próstata es un cáncer hormonodependiente, y se relaciona más con la dihidrotestosterona. Un nivel alto de testosterona, que habitualmente es una determinación de tipo genético, se relaciona con una menor incidencia de prostatismo y de cáncer de próstata, y el sexo regular parece facilitar que estos niveles se mantengan en unos límites adecuados durante más tiempo, y que la transformación de testosterona a dihidrotestosterona se produzca en menor cantidad.
Tratamiento
El tratamiento habitual del prostatismo suele ser la extirpación de la glándula con métodos quirúrgicos. Esta operación es necesaria cuando la retención de orina es muy importante. Sin embargo, a veces, la recuperación es muy lenta y, en una proporción relativamente importante de pacientes, puede producir impotencia si le afecta a los nervios pudendos que dan energía a la erección.
Como la próstata es el principal productor del líquido seminal (en caso de no tener afectada la erección) en el orgasmo no se produce una eyaculación significativa puesto que se ha eliminado la posibilidad de producir el 95% del líquido presente en la polución seminal.
Personas muy mayores realizan esta intervención de próstata con expectativas de salud bastante buenas, pero
no recomendamos realizar esta operación a la ligera, o como mínimo a la primera retención de orina significativa. El tratamiento conservador será siempre el más adecuado si no existen problemas mayores.
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Existen muchos datos que nos hablan de las ventajas de consumir pipas de calabaza en la hiperplasia benigna de próstata. Las semillas contienen unas grasas de alta calidad biológica que nos pueden ayudar a formar un poco más de testosterona, que es una hormona de base grasa.
Además de ello, la presencia de fitosteroles (esteroles o hormonas sexuales vegetales) ayuda a bloquear la degradación de testosterona en el organismo.
Los estudios realizados sobre personas con prostatismo nos dicen que el efecto de las pipas de calabaza está relacionado con la dosis: a mayor cantidad, mayor efecto protector. El efecto protector de la calabaza también se ha observado tras la ingestión de aceite de semillas de calabaza, que es también recomendable como suplemento dietético en varones con problemas prostáticos. Es necesario consumir unas 30 semillas de calabaza diarias.
Té verde n edaZc YZ VWZ_V
El té verde es otro de los elementos interesantes para los hombres con prostatismo o cáncer de próstata. En el caso del cáncer, se ha visto que el consumo de té verde reduce los riesgos de metástasis o extensión del cáncer, y su consumo se relaciona con un retraso en su aparición en animales de experimenta-
ción. El peso y el tamaño de la glándula prostática está relacionado con el número de tazas de té consumidas.
El polen de abeja también nos puede ofrecer ayuda en la retención urinaria. Es un buen complemento alimentario sin ningún efecto secundario, y que además es un buen tónico y alimento. Se sabe que algunos tipos de polen tienen la capacidad de impedir la formación de dihidrotestosterona (DHT), a la vez que aceleran la eliminación de la DHT y de sus productos derivados de las células de la próstata. Podemos tomar una o dos cucharaditas al día con el desayuno.
Es importante también saber qué no debes comer, y entre los alimentos prohibidos o restringidos tenemos el café, alcohol, grasas (especialmente de origen animal), picantes, lácteos en general, fritos, o refrescos con cafeína. A todo ello deberíamos añadir cualquier alimento que nos provoque estreñimiento.
También son recomendables los jugos de verduras, y también de frutas, a los que añadiremos una cucharadita de germen de trigo y una de aceite de lino. Jugos de verduras con zanahoria, que es muy rica en beta-caroteno, nos serán de utilidad. Prueba la zanahoria con espinacas, pepino, espárrago, remolacha, manzana o piña, son jugos deliciosos que se pueden tomar como un saludable desayuno.
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Los remedios a base de plantas tienen una notable efectividad sobre los trastornos miccionales de la próstata, equiparándose en efectividad a los fármacos de síntesis. Por esa razón algunos de ellos se utilizan en la medicina convencional. A diferencia de otros fármacos convencionales, los extractos a base de plantas (especialmente los que contienen sitosteroles), se recomiendan también como preventivos del cáncer de próstata.
Raíz de ortiga (Urtica dioica): La raíz de ortiga es esencialmente diurética y activa el metabolismo. Es un remedio clásico para el prostatismo. Tiene un efecto antiproliferativo sobre las células prostáticas, posiblemente por inhibición de un enzima denominado adenosin deaminasa (ADA) y por ello se recomienda también en casos de cáncer de próstata. Se suele presentar en combinación con el palmito (palmito de Florida, palmera enana o Saw palmetto).
Palmito (Serenoa repens): Extraído de los frutos o dátiles del palmito de Florida, no se sabe que tenga efectos secundarios indeseables. Su principio activo (beta-sitosterol) concentrado ayuda a vaciar la vejiga de una sola vez, más rápidamente y reduce la orina residual a menos de la mitad.
Semillas de calabaza (Cucurbita pepo): Útil también en extractos. Las semillas de calabaza son uno de los alimentos estrella a la hora de tratar el prostatismo y reducir la incidencia del cáncer de próstata.
Equinácea (Echinacea purpurea): Este viejo remedio de los indios estadounidenses de las llanuras, se conoce más por su efectividad en el tratamiento de los resfriados, pero parece que estimulando el sistema inmunitario y la producción de interferon, también tiene un efecto positivo sobre la retención urinaria. Algunos productos financiados por la Seguridad Social incluyen el extracto de esta planta, obtenido a partir del jugo de su raíz.
Pygeum (Prunus africana): Eficaz en el tratamiento de la retención urinaria, ha demostrado en algunos estudios que puede reducir en un 3 5 % la incidencia del cáncer de próstata, por lo que se recomienda en casos de prostatismo con riesgo de desarrollar cáncer. Se presenta en forma de extractos o cápsulas. Su efecto demostrado es que reduce la proliferación de las células malignas y además induce su muerte celular prematura (apoptosis).
Grama (Triticum repens): La grama es la más común de las malas hierbas, y la infusión de sus raíces es un diurético suave que reduce el adenoma prostático.
En general, no se encuentran preparaciones complejas salvo la planta seca, por lo que se tomará generalmente en infusión o mejor aún, en decocción (hirviendo las raíces 10 minutos y dejando reposar otro tanto).
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A partir de los 50 años, los hombres ven su testosterona, la hormona masculina, transformarse también en estradiol, la hormona femenina.
Este fenómeno explica en parte la disminución de la masa muscular y la ganancia de peso, pero sobre todo el crecimiento de las células de la próstata, factor de hipertrofia y, por lo tanto, de problemas urinarios.
Esta transformación de la testosterona en estradiol viene provocada por una enzima que se llama aromatasa. Pues bien, una vez más, ¡la naturaleza tiene la solución! Existe un árbol en Canadá, la Collinsonia canadensis, cuya raíz es rica en diindolilmetano, que inhibe (impide) la síntesis de la aromatasa, lo que disminuye la conversión de la testosterona en estradiol en una dosis de 100 mg al día.
Cabe destacar que, según algunos estudios, esta molécula también tendría efectos anticancerígenos (¡un efecto adicional nada desdeñable!).
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No hace falta estar en un gimnasio para hacer estos ejercicios, ya que los puedes hacer de forma muy discreta, en casa o en el trabajo, ya que nadie se dará cuenta. El más conocido consiste en contraer todos los músculos de la pelvis (escroto, ano, bajo vientre) de manera rítmica y regular. Lo haremos 10 o 20 veces seguidas, unas cuantas veces al día. Lo puedes hacer en la ducha, en el despacho, hasta conduciendo el coche.
Como la mayoría de ejercicios de fortalecimiento, su beneficio se deriva del número de veces que lo hagamos durante el día.
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Una técnica naturista que tambien puede ser útil en el tratamiento del prostatismo. La primera recomendación es hacer baños de pies y/o de asiento con agua caliente, ya que esto mejora la circulación en la zona pélvica.
Un tratamiento hidroterápico un poco más elaborado y mejor consiste en poner unos 15 cm de agua caliente en la bañera y sentarnos en ella. Cuando la zona pélvica ha quedado agradablemente calentita, entonces echaremos agua fría o muy fría por la espalda. Se tiene que estar unos 3 minutos con el agua caliente, y algo menos con el agua fría.
Este proceso es necesario repetirlo varias veces (tres o cuatro) acabando con la aplicación de agua fria. El agua caliente dillata las venas y arterias y evita contracturas de los vasos sanguíneos de la pelvis; y el frío en cambio lo que hace es tonificar la circulación del cuerpo.