Las hojas de olivo . . . . .
Las hojas de olivo son un remedio de los más utilizados tradicionalmente por los fitoterapeutas para tratar alteraciones cardiovasculares
Considerado desde la antigüedad como el árbol de la paz, el olivo (Olea europea), es el gran símbolo de la identidad mediterránea. Presenta un aspecto robusto y hermoso que embellece los paisajes agrestes más típicos de cultivos de secano en los países que baña este mar. Es el árbol frutal más longevo, algunos ejemplares llegan a vivir hasta 1.500 años, por lo que a muchos se les otorga la categoría de “árboles monumentales”.
Dejando a un lado las excelencias en sabor y para la salud del aceite de oliva y las aceitunas, comentadas ya en la revista Integral, en este artículo vamos a fijarnos en las virtudes de sus hojas.
Acebuche
Las hojas de olivo ya se empleaban como medicina en las antiguas civilizaciones egipcia, griega y romana, tal y como nos lo confirman antiguos tratados que han llegado hasta nuestros días, como los de Dioscórides, célebre médico griego del siglo I. Se usaban principalmente para “rebajar la sangre”, bajar las fiebres y limpiar las heridas y llagas infectadas.
Existe una variedad de olivo denominada acebuche que se encuentra en estado salvaje en los campos y bosques de algunas áreas mediterráneas como la Toscana y Cataluña. Es de menor tamaño que el cultivado, tiene espinas y sus hojas y olivas son más pequeñas y de sabor más fuerte, debido a que contienen mayor cantidad de principios activos.
Un hipotensor clásico
En la actualidad el uso más común que se hace de esta planta es como
hipotensor, regulador del ritmo cardíaco, vasodilatador coronario y de la circulación periférica. Las hojas de olivo son un remedio de los más utilizados tradicionalmente por los fitoterapeutas para tratar alteraciones cardiovasculares, solas o en combinación con otras plantas como el espino blanco y el muérdago.
El principio activo que produce estos efectos terapéuticos es la oleuropeína, polifenol también presente en las aceitunas y el aceite, aunque se encuentra en mayor cantidad en las hojas, por ello a partir de estas se elaboran las infusiones y los extractos con fines terapéuticos.
Su eficacia en la prevención y tratamiento de la hipertensión está avalada por estudios en los cuales los resultados obtenidos con el extracto de hojas de olivo eran comparables a la acción de algunos fármacos hipotensores, sin producir lo efectos secundarios de estos.
Otras propiedades terapéuticas
A estas acciones beneficiosas conocidas por la mayoría de practicantes de la medicina natural, cabe también sumar otras:
Hipoglucemiante: el extracto de hojas de olivo también se emplea tradicionalmente para bajar los niveles altos de glucosa en sangre y para mejorar la neuropatía diabética.
Depurativa hepática: El ácido ursólico, otro de los componentes presentes en las hojas de olivo, es una sustancia que resulta muy eficaz en los tratamientos depurativos del hígado, por tanto a tener en cuenta en casos de hepatitis, hígado graso y trastornos hepato-biliares.
Efectos sobre el colesterol: contribuye a la salud vascular reduciendo el LDL, colesterol perjudicial.
Acción ligeramente laxante y diurética.
Forma de tomarlas y contraindicaciones
Para preparar la infusión de hojas de olivo secas, se hierven 60 gr. en un litro de agua y se toman 3 tazas al día. En el Dioscórides renovado, se recomienda hervir dos docenas de hojas secas en un cuarto de litro de agua durante 15 minutos y tomar la decocción caliente repartida en dos tomas, en ayunas y de acostarse.
Respecto al extracto seco, la dosis habitual es de 500 a 1000 mg al día repartidos en 2 ó 3 tomas. Si se prefieren las gotas sería de 20 gotas 3 veces al día con un poco de agua o infusión.
Tanto las infusiones como los extractos deben proceder de cultivos ecológicos para que no contengan residuos tóxicos.
No se recomienda su consumo para las personas hipotensas, las alérgicas al olivo, o durante el embarazo, lactancia e infancia.