Vincenz Priessnitz . . . . .
el fundador de la Hidroterapia moderna
El “mago del agua”, como llegó a ser conocido Vinzenz Priessnitz (1799-1851), nació en 1799 en Gräfenberg, una región que en aquellos tiempos pertenecía al Imperio Austriaco y que hoy en día se encuentra en Chequia. Fue el sexto y último hijo de una familia de origen humilde que se dedicaba a las tareas agrícolas. A pesar de no recibir formación alguna, llegó a desarrollar un sistema terapéutico basado en la observación y la experimentación que lo convirtió en uno de los más grandes empíricos de las terapias naturales.
EL TRATAMIENTO DE UNA HERIDA
Su interés por la hidroterapia empezó de manera accidental, al observar en un bosque vecino cómo un corzo sanaba su pata herida al someterla al chorro de agua fría de una cascada. Tras observarlo durante varias semanas presenció su “cura hidroterápica”. Intentando profundizar sobre aquel asunto, supo que muchos labriegos curaban a sus animales con la aplicación de compresas humedecidas con agua fría. Poco tiempo después, recién cumplidos los dieciséis años, decidió aplicársela a sí mismo al ser víctima grave del atropello de un carro de labranza. Sin hacer caso del médico del pueblo, se curó del todo y recuperó su vitalidad al cabo de pocos meses.
Su curación no pasó inadvertida a sus vecinos, y en poco tiempo se encontró con toda una serie de pacientes que requerían de sus tratamientos con agua y barro. Con veinte años, y gracias a sus dotes de observación, intuición y sentido común, aquel “médico del agua” trataba a multitud de pacientes que venían no sólo de los alrededores, sino de sitios más lejanos. Esa gran afluencia de personas enfermas le llevó a construir un edificio donde poderlos tratar en buenas condiciones. Aunque al principio se ocupaba sólo de traumatismos, poco a poco fue observando que aquellos tratamientos también eran efectivos en muchas enfermedades internas y en erupciones cutáneas.
LO IMPORTANTE:
LA REACCIÓN DEL ORGANISMO
Priessnitz aceptaba a sus pacientes no en función de su enfermedad, que podían contarse entre las más diversas, sino en el estado físico del paciente, es decir, en su capacidad de reacción al tratamiento, que se basaba en las diferentes formas de aplicación de agua fría. Llegó a tratar a más de cuarenta mil pacientes durante la primera mitad del siglo XX. Su éxito de curación era arrollador y llegaba
al 85-90%, aunque no hay que olvidar que sólo trataba a los pacientes que consideraba que podrían responder al tratamiento. Entre sus pacientes más distinguidos se contaba el catedrático jefe de departamento de la Facultad de Medicina de Praga.
Su diagnóstico lo basaba a partir de la reacción cutánea y psicológica del enfermo durante su primer baño y trazaba un tratamiento personalizado para cada uno de ellos en base a su carácter y temperamento, que podía durar meses o, incluso, años.
Priessnitz siempre defendió que él “no curaba con agua fría, sino que lo que curaba era el calor, la reacción que se originaba en el paciente tras el baño o ducha fría.”
ELIMINAR TOXINAS Y FORTALECER
El objetivo de su tratamiento era fortalecer el cuerpo y ayudarlo a eliminar toxinas y residuos metabólicos por las vías naturales. Hacer que fuera el propio cuerpo, con su fuerza vital, quien realizara la curación. Tenía terminantemente prohibido a sus pacientes seguir cualquier otro tipo de tratamiento mientras les aplicaba su terapia, ya que defendía que los medicamentos perseguían el fin opuesto a la hidroterapia, dado que interrumpían las crisis de la enfermedad y eran muy perjudiciales a largo plazo para una curación definitiva.
Su éxito le acarreó inevitablemente la primera denuncia ante las autoridades por brujería y, meses más tarde, al fallecer un paciente que había llegado a sus manos en muy mal estado, se le denuncia por criminalidad. Sin embargo, un informe redactado por cuatro doctores en medicina por la Universidad de Viena le libera de toda sospecha y defiende la efectividad de los tratamientos que aplica Priessnitz.
Al morir, en 1851, su fama se había extendido por toda Centroeuropa y se aplicaban sus ideas y métodos con tal éxito que, sólo en Alemania, se edificaron más de ochenta establecimientos dedicados a la hidroterapia. Años después, en 1880, su hija Sophie publicó un libro en el que recopilaba las curas y prácticas hidroterápicas de su padre que había extraído de sus cuadernos de conversaciones con él en 1843.
Otros grandes hidroterapeutas pioneros en Medicina Natural: Sebastián Kneipp (INT 467) y Louis Kuhne (Int 447)