Móviles, pantallas... ytusojos ............
¿Cuántas horas pasamos cada día frente a una pantalla? El ordenador, el móvil, la televisión... todo cuenta. Y varios estudios sugieren que ciertos rayos de luz de estos objetos tienen efectos dañinos e irreversibles en las células de la retina.
LA LUZ AZUL
DE LAS PANTALLAS, ¿PUEDE PROVOCAR CEGUERA?
¿Ha oído hablar del daño causado por la luz azul? Y, en cualquier caso, ¿sabe en qué consiste exactamente? Originalmente, en el espectro de luz natural emitido por el sol hay una mezcla de luces que tienen colores distintos. Todos los colores están representados en ella, incluida la famosa luz azul, que es la que precisamente permite ver el cielo de su color.
La luz azul natural es débil y constante, y los ojos la perciben a través del cristalino. Es la que permite regular el ritmo de las principales funciones biológicas. Por ejemplo, al salir a la calle cuando hace sol los rayos de luz azul golpean la retina, lo que ordena al cerebro detener la producción de melatonina, la hormona del sueño. Por el contrario, de noche, cuando la luz azul desaparece, la producción de melatonina aumenta.
LUZ AZUL ARTIFICIAL: UNA AGRESIÓN
A menos que se mire al sol directamente, la luz azul natural no es peligrosa. Lo que es preocupante es la luz azul artificial, componente esencial de los pequeños diodos electroluminiscentes (los leds) utilizados para iluminar los aparatos electrónicos de la actual vida cotidiana: móviles, ordenadores, tabletas, libros electrónicos...
El espectro lumínico que difunden a través de las pantallas presenta picos significativos en la intensidad de luz azul, cuya proporción, según los expertos, se ha quintuplicado desde 2007. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede con la luz solar o la de las bombillas, al utilizar esos objetos se fija la vista en la pantalla de forma directa, por lo que la luz azul impacta directamente en la retina.
Nunca antes, desde los albores de la humanidad, se había sometido a los ojos a una agresión de ese tipo. La preocupación va en aumento, debido a las implicaciones a largo plazo del
creciente uso de pantallas durante períodos de tiempo cada vez más largos.
INSOMNIO
Las pantallas no se llevan bien con el sueño. La producción de melatonina, la hormona esencial para conciliar el sueño y que se libera por la noche, se bloquea por efecto de la luz azul. Leer un libro al meterse en la cama por la noche se está sustituyendo cada vez más por ver la televisión, leer un libro electrónico o jugar con el ordenador, la tableta o el móvil. Además, la realización de múltiples tareas al mismo tiempo se ha convertido en la norma general.
Y en ese sentido los investigadores han comprobado que, además del elevado nivel de alerta que supone para el cerebro, la luz azul emitida por estos dispositivos altera el ritmo biológico. Y lo que es peor: los efectos nocivos del uso de las pantallas por la noche perduran después de apagar estos dispositivos. Es decir, que cuesta más quedarse dormido, la duración y la calidad del sueño se ven afectadas, la fatiga se acentúa por la mañana y disminuye también el rendimiento cognitivo.
S un asunto delicado, porque las alteraciones persisten en el tiempo y pueden derivar en un insomnio crónico. Tras unas horas de lectura con un libro electrónico retroiluminado durante cinco noches consecutivas, el desfase es ya de una hora y media. Incluso si se abandonara este hábito, el reloj interno no se reanudaría de inmediato. Los niños, con un cristalino más transparente, y las personas que padecen de generación macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad irreversible que causa pérdida de la visión central, son todavía más vulnerables.
Los efectos de las pantallas perduran incluso después de usarlas; hay que apagar los dispositivos entre 2 y 3 horas antes de acostarse
¿HAY RIESGO REAL?
El esfuerzo muscular de adaptación y la falta de parpadeo delante de una pantalla suponen un gran cansancio para los ojos. De hecho, mirar una pantalla más de siete horas al día también se ha asociado con un mayor riesgo de sequedad ocular. Ahora bien, cuando la película lagrimal es insuficiente, la longitud de onda de la luz azul penetra peor en el ojo y acentúa todavía más los problemas visuales, las molestias y la fatiga.
Pero más preocupantes todavía resultan las crecientes evidencias de cambios moleculares en las estructuras oculares profundas de la extremadamente frágil retina (el área fotosensible detrás del ojo), que provocan una aceleración del envejecimiento.
Ya se sabía que el principal factor de la degeneración de la mácula (la región central de la retina que condiciona la agudeza visual) era el efecto oxidativo de los radicales libres generados por la parte azul de la radiación solar.
Además este efecto lleva a la acumulación de lipofuscina, un compuesto La degeneración de la mácula, situada al fondo de la retina, es uno de los males provocados por la excesiva exposición a las pantallas. que es responsable de la muerte de las células retinianas.
Pues bien: el peligro sería el mismo para todos los que pasan la mayor parte del tiempo en interiores y usan dispositivos digitales.
LAS CÉLULAS DE LA RETINA
La Dra. Celia Sánchez Ramos, investigadora de la Universidad de Madrid, está convencida de ello. En el marco de una investigación, expuso células sanas de la retina humana a la luz azul artificial y descubrió que los fotorreceptores de la mácula responsables de transformar el flujo luminoso en señal eléctrica, transmitida a continuación al cerebro, se saturaban rápidamente por la intensidad de la luz azul. A consecuencia de ello, las células morían una tras otra.
Sus resultados coinciden con los de otros investigadores que probaron que la exposición prolongada a la luz azul artificial puede precipitar y agravar la DMAE, que puede causar ceguera. Además, hoy por hoy esta dolencia
es irreversible; una vez que el daño se ha ocasionado es imposible reparar o reemplazar la retina.
Por otra parte, algunos investigadores sospechan que la luz azul es asimismo responsable, cuando el cristalino se vuelve opaco, de las cataratas, una enfermedad que también puede derivar en ceguera si no se trata. Ahora bien, aunque sean necesarios varios años más de investigación para que se confirmen los daños a largo plazo de esta luz artificial, existen varias medidas que todos podemos seguir desde hoy mismo para proteger los ojos… sin dejar de utilizar completamente los dispositivos electrónicos.
CÓMO PROTEGERNOS DE LA LUZ AZUL
Lo primero que hay que hacer es sencillo: reducir el tiempo que se pasa frente a una pantalla todo lo que se pueda. Obviamente el teléfono, el ordenador... están ahí para hacernos la vida más cómoda y fácil, y no se trata de renegar por completo de ellos. Pero sí podemos racionalizar un poco su uso.
Por ejemplo, ver menos la televisión (si es el caso); por lo menos puede decirse que en general suministra cotilleo y malas noticias, a pesar de que cada día de este planeta también se compone de acontecimientos positivos y felices.
El resto de dispositivos, como los ordenadores o los teléfonos móviles, conviene apagarlos entre dos y tres horas antes de acostarnos. Por supuesto, evitaremos dejar aparatos electrónicos en el dormitorio de los niños por la noche.
También existen programas capaces de a justar el color de la pantalla de cada dispositivo (y por tanto la cantidad de luz azul que se recibe) según la hora del día, lo que ofrece efectos positivos relativos a la cronobiología. Son, por ejemplo, los programas conocidos como Flux e Iris (https://justgetflux. com y https://iristech.co/), que suponen una buena medida de protección aunque, lamentablemente, no se pue-
den instalar en el televisor.
También existen gafas protectoras y filtros de pantalla que reducen las emisiones de luz azul (por ejemplo, el testado por la Dra. Sánchez Ramos reduce la luz azul en un 83%: https:// reticare.com/en/).
Por lo demás, nos pondremos a la luz del día por la mañana y durante al menos 30 minutos para asegurar el mantenimiento del ritmo biológico en la fase correspondiente y, en lo que respecta a la alimentación, incluiremos abundantes alimentos y sustancias ricas en antioxidantes y ácidos grasos protectores para retrasar el envejecimiento ocular. Por ejemplo:
• Los carotenoides (zanahorias, hinojo, espinacas, brócoli, canónigos...).
• Los frutos rojos (grosellas negras, arándanos y frambuesas, entre otros).
• La vitamina C (perejil, naranja, escaramujo y acerola, por ejemplo).
• Los omega 3 (aceite de camelina, de lino, de nueces…)
Las personas que ya padecen un principio de DMAE, hágase con un buen complemento nutricional con luteína (10 mg) y zeaxantina (2 mg), dos pigmentos que protegen la mácula de la degeneración y que también reducen el riesgo de cataratas. Asimismo, se recomienda aumentar los aportes de zinc (10 mg).