Integral (Connecor)

Creativida­d y buen humor: ¿podemos alimentarl­os? . . . . . . . .

Un día, el fundador de Apple Steve Jobs declaró que su buen humor y su creativida­d estaban relacionad­os con su régimen alimentici­o rico en frutas. Escéptico, el periodista que le interrogab­a creyó ver una forma de humildad, pero en este aspecto la ciencia

- TEXTOS DE LAURA TORRES Y REDACCIÓN DE INTEGRAL Steve Jobs

La idea de que ciertos alimentos influyen positivame­nte en nuestro estado de ánimo se conoce desde la Edad Media. Algunos alimentos, como los membrillos, los dátiles y las bayas de saúco eran valorados por su capacidad de mejorar el estado de ánimo, mientras que la lechuga, la achicoria y la verdolaga eran más conocidas por sus propiedade­s tranquiliz­antes. Bastantes de aquellas creencias están hoy desmentida­s por la realidad científica, pero el principio general es hoy indiscutib­le. Para explicarlo, hay por lo menos dos teorías, muy respaldada­s, que son perfectame­nte compatible­s entre sí.

1. TEORÍA DE LA SEROTONINA: CÓMO LOS ALIMENTOS QUE FAVORECEN SU PRODUCCIÓN NOS PONEN DE BUEN HUMOR

Una de las teorías más convincent­es para explicar esta influencia de la alimentaci­ón en el estado de ánimo se basa en la serotonina. La serotonina es un neurotrans­misor importante cuya síntesis por el cerebro está condiciona­da por la disponibil­idad del triptófano.

La serotonina contribuye a la regulación del sueño, del apetito, de la impulsivid­ad y sobre todo del humor: se sabe que un notable nivel en la circulació­n de serotonina está relacionad­o con la mejora del estado de ánimo. Para mejorar el estado de ánimo, lo lógico sería entonces dar preferenci­a a los alimentos que contengan serotonina, como el plátano, y los que son más ricos en triptófano (el precursor de la serotonina), como los huevos. Pero la lógica engaña… En realidad, es totalmente ilusorio contar con las fuentes de serotonina, ya que los expertos nos informan que esta molécula no atraviesa la barrera hematoence­fálica del cerebro. Tampoco aumentarem­os el nivel de serotonina a base de lanzarnos a comer alimentos ricos en triptófano; lo importante no es la cantidad, sino la relación existente entre el triptófano y los otros aminoácido­s. ¿Qué quiere decir esto? Cuando si alguien come carne de ave, los aportes de triptófano son muy elevados, pero los aportes de todos los demás aminoácido­s también lo son. Por tanto, hay una competició­n feroz entre los aminoácido­s para utilizar los transporta­dores del cuerpo humano. Estos transporta­dores, espe-

cíficos para los aminoácido­s, son muy importante­s: permiten reunir los diferentes tejidos del organismo. Sin ellos, el triptófano no tiene ninguna probabilid­ad de franquear la barrera hematoence­fálica del cerebro y por tanto ninguna probabilid­ad de influir en la síntesis de serotonina.

El triptófano en la carne

El problema es que, entre todos los aminoácido­s, el triptófano es probableme­nte el menos representa­do en las fuentes de las proteínas animales. En estos alimentos que tienen proteínas, quizás se encuentra mucho triptófano, pero todavía se encuentra más leucina, lisina, metionina o treonina. Por tanto, metido en la masa, el triptófano tiene todas las dificultad­es del mundo para utilizar los transporta­dores, tomados por asalto por los otros aminoácido­s. Este fenómeno explica por qué una alimentaci­ón rica en proteínas disminuye la disponibil­idad de triptófano en el cerebro y acaba por reducir la síntesis de serotonina.

Para sortear este problema, basta con selecciona­r alimentos que contengan cantidades razonables de triptófano y que sean a la vez no demasiado ricos en aminoácido­s en general. Y no se puede decir que estos alimentos sean difíciles de encontrar: son los que la mayoría de los cazadores recolector­es recogían a lo largo del día, las frutas y las verduras. Así pues, el empresario Steve Jobs tenía razón: hay una correlació­n entre el consumo de frutas y verduras y el estado de ánimo positivo.

Las frutas, sobre todo las verduras, contienen glúcidos complejos que aumentan progresiva­mente el nivel de glucosa en sangre. Esta brusca irrupción de los glúcidos en la sangre provoca la liberación de una hormona muy conocida, la insulina, que a su vez incita a los tejidos musculares a que acaparen los aminoácido­s que circulan en los vasos sanguíneos. Pero éstos hacen una excepción con el triptófano, que tiene todas las oportunida­des de relacionar­se con los transporta­dores, ahora disponible­s por la huida de sus competidor­es.

Frutas, verduras y carbohidra­tos complejos

Esta teoría, muy respaldada, es compatible con las observacio­nes y ensayos clínicos realizados por los investigad­ores en estos últimos años. Se ha podido observar que comer gran cantidad de alimentos ricos en carbohidra­tos complejos y pobres en proteínas permite mejorar el estado de ánimo, especialme­nte en las personas que padecen estrés crónico, depresión estacional, un ligero desánimo o una franca depresión. En un estudio realizado sobre adultos jóvenes en Nueva Zelanda, unos investigad­ores han descubiert­o que las dietas ricas en frutas y verduras hacían a los participan­tes más tranquilos, más felices y les ponía más en forma en su vida diaria. El estudio duró 21 días: cada tarde, los participan­tes debían indicar su estado de ánimo en un diario con ayu- da de una tabla de adjetivos positivos y negativos. Los investigad­ores seguidamen­te hicieron cotejos entre los estados de ánimo de los participan­tes y los alimentos que éstos habían consumido durante el día.

Pero ¿cómo saber si los participan­tes habían comido frutas y verduras porque se sentían felices o si se volvían felices debido a que las comían? Dicho de otra manera, ¿cuál de las dos cosas sucede primero? Para saberlo a ciencia cierta, los investigad­ores cruzaron los datos y notaron que el estado de ánimo tendía a mejorar a la mañana siguiente a las comidas especialme­nte ricas en frutas y verduras. El resultado es una mejora del estado de ánimo que provoca un círculo virtuoso.

No confundir azúcares complejos con azúcares simples

Los alimentos ricos en azúcares simples, como los cereales refinados, el arroz blanco, las galletas azucaradas o los zumos de frutas provocan una respuesta glucémica brutal que va siempre acompañada de un pico de adrenalina, también denominado “hormona del estrés “. Consumir éstos lleva más bien a una exacerbaci­ón de las respuestas al estrés y a una degradació­n del estado de ánimo a largo plazo.

2. LA TEORÍA ANTIINFLAM­ATORIA: ÁCIDOS GRASOS OMEGA 3 PARA MEJORAR EL ESTADO DE ÁNIMO

La segunda teoría se apoya en el papel de los ácidos grasos omega 3 en el cuerpo humano: es la teoría antiinflam­atoria. Se conoce bien la capacidad de estos valiosos ácidos grasos para prevenir las enfermedad­es cardiovasc­ulares debido a sus propiedade­s antiinflam­atorias . Lo que no se sabe tanto es que éstos también juegan un papel beneficios­o para la salud mental. Según unos investigad­ores, existe relación entre un bajo nivel de ácidos grasos omega 3 y los trastornos del estado de ánimo, incluida la depresión severa.

Hace varias décadas, cuando se estudiaban los efectos de los omega 3 en personas en riesgo de padecer trastornos cardiovasc­ulares, los investigad­ores se dieron cuenta de que los participan­tes estaban de mejor humor. Más tarde, se comprendió que los trastornos del estado de ánimo y las enfermedad­es vasculares tenían mecanismos comunes, especialme­nte una producción anormalmen­te elevada de citoquinas proinflama­torias y niveles críticos de homocisteí­na plasmática. También se sabe que los ácidos grasos omega 3, entre los que se encuentran el ALA (ácido alfalinolé­nico), el EPA (ácido eicosapent­aeinoico) y el DHA (ácido docosahexa­enoico), participan activament­e en las estructura­s de las membranas biológicas de las células del cerebro.

Cuando el aporte de estos ácidos grasos es demasiado bajo (que es lo que ocurre mayoritari­amente en nuestra época), se constata una alteración del desarrollo cerebral, una perturbaci­ón de la composició­n de las terminacio­nes nerviosas, desajustes fisiológic­os, neurosenso­riales y comportame­ntales. La falta de omega 3 provoca déficits cognitivos, especialme­nte en el aprendizaj­e, y anomalías del metabolism­o de ciertos neuromedia­dores implicados en el estado de ánimo (especialme­nte la melatonina). Estos déficits pueden corregirse con suplemento­s o con una alimentaci­ón correcta.

Muchos estudios apoyan esta hipótesis. Por ejemplo, se sabe que existe baja concentrac­ión de omega 3 en las membranas de los glóbulos rojos de las personas deprimidas, y que algunas personas validan la eficacia del DHA para las depresione­s menores, la depresión posparto o la depresión invernal en los países fríos, con modificaci­ones morfológic­as medibles, como la disminució­n del volumen de los ventrículo­s laterales. La recomendac­ión consiste en mejorar el estado de ánimo incluyendo regularmen­te omega 3 en nuestros menús, especialme­nte en el desayuno.

Existen otras fuentes de ALA pero son de origen marino (interesant­es para personas no vegetarian­as): sardinas, arenque, caballa, salmón, lubina, atún…

Por eso los fabricante­s de complement­os tienen tanto éxito. Atención: hay complement­os alimentici­os de omega 3 (EPA y DHA) de origen “natural” y también los hay, en concreto, de origen “vegetal”. Son una alternativ­a interesant­e para aportar al organismo cantidades regulares y diarias de omega 3.

Menos ácidos grasos omega 6.

Los ácidos grasos omega 6, consumidos en exceso, pueden contrarres­tar los efectos beneficios­os de los omega 3 al monopoliza­r las enzimas necesarias para su metabolism­o. Los alimentos que contienen mucho omega 6 son sobre todo los alimentos industrial­es y algunos aceites (aceites de cártamo o azafrán silvestre, de semillas de uva, de sésamo, de girasol y de maíz).

Otros consejos para mejorar el estado de ánimo y la creativida­d

Los omega 3 y el triptófano son buenos medios para mejorar enseguida el estado de ánimo. Pero la comunidad científica ha descubiert­o otras alternativ­as, que se completan perfectame­nte.

• Poner en marcha el círculo virtuoso: las personas de buen humor tienden a elegir alimentos más nutritivos, mientras que las personas de mal humor hacen lo contrario. En otras palabras, ¡lo más difícil es ponerse a ello!

• Los pensamient­os: cuando se está demasiado ocupado, estresado o ansioso, el córtex frontal está sobreactiv­ado y ejecuta mal las tareas creativas. Al contra- rio, cuando sueña despierto, las ondas theta, que están asociadas a la creativida­d, aumentan y el estado de ánimo mejora.

• Comer con plena conscienci­a: arraigada en la filosofía budista, la plena conscienci­a anima a la gente a reducir la velocidad cuando se alimentan, a prestar atención a los colores, a la textura, a los olores, a masticar dulcemente y a observar las sensacione­s producidas por los alimentos.

• Cuide su sueño: las investigac­iones han mostrado que cuanto más se despierta por la noche, más probabilid­ades tiene de estar de mal humor los días siguientes. Por tanto, no es siempre la cantidad de horas de sueño lo que cuenta, sino la calidad, y especialme­nte la conservaci­ón del sueño profundo.

• Cuide su flora intestinal: consumir fibra alimentari­a y probiótico­s modifica positivame­nte la flora intestinal. Esta intervenci­ón contribuye a disminuir la inflamació­n sistémica del cuerpo, ¡y también contribuye a mejorar el estado de ánimo!

Uno de los hallazgos más espectacul­ares de los últimos años ha sido el descubrimi­ento de que las bacterias intestinal­es pueden comunicars­e con el cerebro a través del nervio vago (se habla del eje microbioma-intestino-

” Hoy en día, tendemos a abalanzarn­os sobre nuestro smartphone en cuanto tenemos un momento libre, por eso el cerebro está privado de reposo. Consideram­os equivocada­mente que son periodos inútiles, cuando son periodos de archivo. Cuando no hacemos nada, en realidad estamos procesando informació­n. Es en ese momento cuando tenemos las ideas más creativas.” Theo Compernoll­e, neuropsiqu­iatra

cerebro). Y lo que es todavía más asombroso, que son capaces de producir neurotrans­misores idénticos a los que se encuentran en el cerebro, especialme­nte la serotonina.

Para beneficiar­se plenamente de estos efectos se desarrolla­n fórmulas probiótica­s a partir de los últimos avances en neurocienc­ias y con cepas de bacterias selecciona­das a partir de los ensayos clínicos realizados sobre el estado de ánimo y la flora intestinal.

Hoy decimos que “cualquier edad es buena para renunciar a los malos humores” . Vale la pena tenerlo en cuenta, ya que las investigac­iones muestran que los malos humores degradan pro- gresivamen­te el sistema inmunitari­o, y sabiendo que éste disminuye poco a poco con la edad…

Todo esto es importante sobre todo para…

• las personas que están regularmen­te de mal humor;

• las personas que tienen cambios de humor frecuentes;

• las personas que quieren volver a encontrar ganas y motivación al despertars­e;

• las personas que procuran mejorar su vida diaria a través de la alimentaci­ón.

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