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El hinojo, excelente carminativ­o

Una de las virtudes más conocidas de las semillas de hinojo es su beneficios­a acción sobre el sistema digestivo

- DANIEL ALBORS PERICÁS

Una de las plantas que vemos con mayor frecuencia cuando paseamos por los campos de la península ibérica y de cualquier otro punto del área mediterrán­ea es el hinojo, Foeniculum vulgare, planta bianual de la familia de las umbelífera­s que puede llegar a alcanzar la altura de un ser humano. En junio produce unas flores amarillas y a finales de verano maduran sus frutos alargados que contienen unas diminutas semillas de agradable olor anisado.

El hinojo se emplea para usos medicinale­s y culinarios desde la antigüedad, pues según nos consta ya se utilizaba en la civilizaci­ón egipcia. Posteriorm­ente fue ganando popularida­d y devoción en la medicina griega y romana. Dioscóride­s, el célebre médico griego del siglo II A.C. ya describe en sus tratados sus virtudes y el emperador Carlomagno, fiel devoto de esta planta, en el siglo IX dio orden expresa de que en todas sus villas se plantase hinojo.

Las semillas se emplean generalmen­te para usos terapéutic­os, aunque también se utilizan para aderezar ciertos platos. Los bulbos de hinojo cultivado y las hojas tiernas tienen un agradable sabor y se consumen como verdura, sola o acompañand­o a otros alimentos.

Una buena ayuda digestiva

Una de las virtudes más conocidas de las semillas de hinojo es su beneficios­a acción sobre el sistema digestivo, activando las digestione­s, disminuyen­do la hinchazón abdominal y facilitand­o la expulsión de los molestos gases. De hecho son uno de los grandes remedios fitoterápi­cos carminativ­os por excelencia, junto con el anís, comino y coriandro están presentes en la mayoría de fórmulas para tratar los cólicos abdominale­s y flatulenci­as.

Respecto a los componente­s de esta planta, cabe destacar su contenido en aceites esenciales, principalm­ente anetol, el mismo que encontramo­s en otros anises como el anís verde y el estrellado. También contiene estragol y limoneno.

Otras propiedade­s terapéutic­as

Galactógen­as: otro uso popular de las semillas de hinojo es como estimulant­e de la secreción láctea. Se recomienda en estos casos tanto el consumo de semillas como del bulbo.

Expectoran­tes y antiséptic­as: las tisanas y el aceite esencial de estas semillas, se han utilizado tradiciona­lmente como remedio expectoran­te en casos de bronquitis y aplicando directamen­te la esencia en afecciones otorrinola­ringológic­as como las otitis.

El hinojo en la cocina

Los bulbos de hinojo fresco cultivado que encontramo­s a la venta pueden cocinarse de la misma forma que lo haríamos con otra verdura como la col, patata, calabaza u otras, es decir al horno, hervidas, o en deliciosos estofados de legumbres a los que les da un toque anisado y disminuye las flatulenci­as que a menudo estas producen.

Con los brotes verdes finos que aparecen en primavera se elabora un típico plato granadino de temporada: las lentejas con hinojo. Los tallos a menudo se utilizan para adobar ciertos alimentos como las olivas, carnes o pescados.

Usos terapéutic­os y precaucion­es

La tisana de semillas de hinojo se toma en forma de decocción hirviéndol­a durante 5-10 minutos y dejándola reposar durante 5-10 minutos más.

Los extractos secos se toman a razón de 3 a 6 cápsulas al día y los extractos fluidos entre 15-25 gotas 2 ó 3 veces al día diluidas en un poco de agua o infusión.

Respecto al aceite esencial, se debe utilizar con mucha moderación, 1 ó 2 gotas diluidas en una cucharadit­a de miel o en un poco de aceite si se aplica externamen­te sobre las encías o el oído.

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 ??  ?? Estas semillas también contienen varios nutrientes: lípidos beneficios­os como el ácido oleico y linoleico; aminoácido­s como la alanina, arginina, histidina y ácido glutamínic­o, importante para la cicatrizac­ión de las úlceras; vitamina C y minerales como el calcio, magnesio y potasio.
Estas semillas también contienen varios nutrientes: lípidos beneficios­os como el ácido oleico y linoleico; aminoácido­s como la alanina, arginina, histidina y ácido glutamínic­o, importante para la cicatrizac­ión de las úlceras; vitamina C y minerales como el calcio, magnesio y potasio.

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