Cinco maneras de proteger la garganta
Dolor de cabeza, ardor y picor de garganta, molestias al tragar... ¿Y si estuviese preparándose una amigdalitis? Con el frío y la humedad conviene tomar medidas para protegernos de los resfriados, la rinofaringitis y los dolores de garganta.
Es cuando el aire frío se cuela en el organismo especialmente a través de la respiración. Por eso es recomendable cubrir la garganta y la nariz tan pronto como bajan las temperaturas, para evitar que el aire frío acabe provocando dolor de garganta. Y si aparece este dolor de garganta a consecuencia de una faringitis no es buena idea recurrir a los antibióticos, ya que el origen suele ser viral y rara vez bacteriano. Lo más conveniente es elegir una buena prevención o un tratamiento de fitoterapia para fortalecer el sistema inmunitario.
LAS ANGINAS.
DOLOR DE GARGANTA, ¿FARINGITIS O AMIGDALITIS?
El tabaco, el monóxido de carbono, los gases del tubo de escape, las pinturas, colas y disolventes, los vapores de tintorería, las nanopartículas, el amianto... A veces la presencia de contaminantes es suficiente como para que se irriten las vías respiratorias; en otros casos el dolor de garganta es un síntoma que acompaña a diferentes enfermedades, tanto en niños como en adultos.
Si tienes una inflamación aguda de origen infeccioso, lo más probable es que estés ante un caso de faringitis común, y que el simple acto de hablar o de tragar te cause dolor. Si a pesar de estar siguiendo un tratamiento, ese dolor viene acompañado de fiebre durante más de 48 horas o aparecen manchas blancas sobre las amígdalas o la faringe, no dudes en acudir al médico, ya que puede tratarse de una amigdalitis infecciosa. (“Anginas” –palabra griega que significa “dolor opresivo”– se usa coloquialmente para hacer referencia a la inflamación infecciosa de las amígdalas, el término más correcto es amigdalitis).
Esta infección de las amígdalas también causa inflamación y dolor al tragar. En el 70% de los casos la infección suele ser de origen viral, pero en otros el agente que los causa puede ser una bacteria peligrosa: el estreptococo beta hemolítico, mucho más difícil de combatir y cuyas secuelas pueden dejar alteraciones graves en el corazón y el riñón (glomerulonefritis aguda y endocarditis)
Si hay infección bacteriana por estreptococo el tratamiento convencional consiste en tratar con antibióticos durante un período que varía entre 1 y 5 semanas (para evitar complicaciones cardiorenales).
Conviene evitar también automedicarse a base de antiinflamatorios no esteroideos, sobre todo con ibuprofeno (uno de los medicamentos más empleados, que además se puede comprar sin receta médica). Pueden reducir la inflamación y el dolor, pero enmascaran las infecciones, desencadenando complicaciones.