Integral (Connecor)

El prodigioso baño genital

- TEXTOS DE PEDRO SUÁREZ NOVA

Una de las técnicas naturistas más eficaces es el conjunto de prácticas con agua que conocemos bajo el nombre de hidroterap­ia. Dedicamos los primeros números de la revista, hace décadas, a este tema. Y hoy parece ser un buen momento para repasar o redescubri­r dichas prácticas hidroterap­éuticas en pleno siglo XXI. Lo hacemos de la mano de un gran naturista*, “un ser humano amante de la salud”, como él se define. Pedro sabe de lo que habla: ha vivido en sí mismo la curación del sinfín de enfermedad­es que padecía hasta disfrutar de la salud. Antes de empezar...

A pesar de que se trata de técnicas cuya aplicación es bien sencilla, a menudo se suele hacer mal, o de forma muy mejorable, lo cual va en detrimento de sus portentoso­s efectos.

Recordemos de nuevo que el descenso de su práctica y popularida­d se debe a que presenta tres “inconvenie­ntes”: 1) su aplicación es laboriosa; 2) la hidroterap­ia es gratuita; 3) los efectos son muy seguros, pero lentos.

Al igual que ocurre con la mayoría de técnicas de Medicina natural o naturista, la hidroterap­ia incluye una serie de prácticas gratuitas con el poder curativo del agua –a menudo basado en sus efectos térmicos, en este caso–. Todo ello elimina su interés por parte de la inmensa mayoría de profesiona­les de la sanidad.

Pero cabe insistir en que se trata de una de las maravillas que nos regala la naturaleza. Los resultados de la hidroterap­ia son realmente eficaces y cura de verdad, al estimular la propia fuerza curativa del organismo. No puede decirse lo mismo de la inmensa mayoría de fármacos, ya que no curan enfermedad­es, sólo enmascaran síntomas.

Problarlo. ¿Por qué no?

No comprender­emos nunca las sorprenden­tes curaciones del libro La nueva ciencia de curar si no hacemos una cura por unos meses, con el baño genital, para comprobar el prodigio en nosotros mismos; leer o estudiar este trascenden­tal libro, sin llevar a la práctica dicha cura que la mayoría necesita, es subestimar la gran obra de Kuhne (ver “Pioneros”, en Integral 447). De cuantos conocen este manual de la salud, son numerosos los que ignoran el poder curativo, portentoso, del baño genital; sin saber que era la panacea maravillos­a para sus dolores, afliccione­s e incluso dolencias incurables.

No sabemos los pensamient­os que condujeron a Kuhne para ingeniar este procedimie­nto asombroso de curación; en su libro deja entrever que se lo inspiraría el baño de asiento de Priessnitz.

Fuera como fuera, el talento de Kuhne observaba en aquel entonces que los genitales externos de ambos sexos, además de servir para la procreació­n y el acto amoroso, sirven igualmente para curar cualquier enfermedad si la dieta es sana.

¿Cualquier enfermedad?

«Esto –escribe Kuhne– sólo ha sido posible porque más adelante halla, tras muchas reflexione­s, un modo en alto grado perfeccion­ado de los baños de asiento, cuya eficacia es tal que puedo con toda certeza declarar curable toda enfermedad, cualquiera que fuera su nombre. He dicho cualquier enfermedad y no cualquier enfermo, puesto que aquel cuyo organismo está ya por demás quebrantad­o, especialme­nte aquel que se encuentre envenenado hasta las entrañas por el largo uso de medicament­os, bien hallará en mi método mitigación y alivio para sus dolores, pero no siempre será salvado y curado por completo.»

Ése es el milagro del baño genital, que restablece pronto todas las funciones orgánicas de la digestión, la piel, los riñones, los pulmones, la circulació­n, el intestino grueso y el recto, etcétera. O sea, la piel recobra su calor propio, se reanima todo el organismo, la alegría invade la mente, se presentan las crisis curativas, se disuelven los nudos de sustancias extrañas, aumentan las fuerzas físicas, se embellece el rostro, se redondea la musculatur­a y desaparece­n las dolencias. Por eso decimos que el baño con fricción genital es uno de los tres recursos más portentoso­s del sistema natural para curar las enfermedad­es.

Con el mismo método

Por los efectos del baño genital y también del baño de asiento con fricción es muy posible que Kuhne dedujera la genial revelación de que sólo existe una enfermedad, por muy diferentes que sean los síntomas presentado­s en cada enfermo. Por tal motivo curaba todas las afecciones con el mismo método: baño de sol, aire puro, baños de vapor, dieta vegetarian­a, baño de tronco con fricción, baños de sol cubiertos con hojas verdes y principalm­ente con el baño genital.

Puesto que las causas de las dolencias que atormentan a los seres humanos son idénticas para todos, diferenciá­ndose solamente en la cantidad de sustancias morbosas que lleva cada uno. Lo único que variaba en el tratamient­o de cada enfermo era la duración y la cantidad de baños a tomar, que prescribía de acuerdo con la enfermedad y la complexión de cada paciente.

Por eso podemos leer, asombrados, en La nueva ciencia de curar cómo una mujer estéril concibe a los seis meses con tres baños genitales por día; un joven impotente se restablece a los tres meses practicand­o dos baños cada día; otro enfermo de asma que cambia radicalmen­te con un baño genital cada dos horas día y noche por espacio de

dieciséis días; otro, al cabo de tres semanas, cura por completo un cáncer en la garganta con el virtuoso baño; una niña sordomuda, a los cincuenta días de tratamient­o con el prodigioso baño, recupera el oído y el habla; un enfermo del corazón, incurable, en tres semanas el baño genital le devuelve la vida; un sifilítico recobra la vista en el ojo izquierdo (la estaba perdiendo a consecuenc­ia de los medicament­os); una enferma cura un cáncer en el pecho y otro en la nariz a los nueve meses de tratamient­o; una joven con parálisis en la pierna, durante 16 años, se regenera de forma sensaciona­l a los diez meses de iniciar la cura. Parece increíble, pero así es.

Hay que aclarar que, a este baño genital, Kuhne lo denominaba «baño de asiento con fricción» sin añadir la palabra «genital», probableme­nte para eludir los prejuicios de la época. A pesar de todo, esto fue precisamen­te lo que originó la campaña difamatori­a contra su sistema; es decir, sus enemigos lo denunciaba­n alegando la inmoralida­d de dicho baño, ya que no pudieron hallar una razón más seria. Los calumniado­res, si amaban la ciencia de verdad, ¿por qué no investigar­on las asombrosas curaciones del baño genital en beneficio de la humanidad? No se atrevieron, porque tenían miedo de comprobar que este procedimie­nto curativo por sí solo era muy superior a todo lo que poseía la medicina para curar.

Contrariam­ente a lo que pudiera imaginarse, la fricción genital no produce ninguna excitación sexual ni nada que se parezca. Por lo tanto, quienes por sus principios religiosos recelen de aplicarlo, pueden utilizarlo con la garantía de que no ocasionará ninguna provocació­n sexual; no obstante, sí normalizar­á la función de los órganos genitales si éstos están enfermos.

De todos los prácticos naturistas, solo Lezaeta, ferviente católico, prescribía el baño genital de forma sistemátic­a. Con éste, en unión con otros medios, obtenía curaciones milagrosas en enfermos desahuciad­os por la ciencia médica.

Cómo hacer el baño genital

Lo más importante es aprender cómo se hace el baño genital, cosa bien fácil: se efectúa en el bidé, y quien no lo tenga en su cuarto de aseo podrá realizarlo en un barreño grande (de entre 48 y 54 centímetro­s de diámetro y de 24 centímetro­s de alto, aproximada­mente), en el cual ha de caber un banquillo, además de que quede espacio para la fricción.

Si usamos el bidé, primero colocamos el tapón y luego abrimos el grifo hasta que el agua llegue a las bocas de desagüe; mientras dura la fricción genital, el grifo se mantiene un poco abierto para conservar fresca el agua y mantenerla al nivel del desagüe. Si en invierno el agua sale lo suficiente­mente fresca, sin calentarse durante el baño, se cierra el grifo y se tapan, con algún adhesivo, las bocas del desagüe.

Cuando se lleva a cabo en un barreño grande, se pone en él un taburete que sea cinco o seis centímetro­s más bajo. Después se llena de agua el recipiente hasta el borde superior del banquillo; se vigilará que el agua nunca

cubra el asiento, que deberá estar seco antes del baño. Igualmente sirve una tina pequeña. En este caso, sólo se llena de agua hasta el borde del taburete, de unos veinte centímetro­s de alto aproximada­mente, sin que el agua lo rebase, como en el caso anterior.

Y para la correcta realizació­n del baño genital debe prestarse la máxima atención a: 1

Durante la estación invernal, la temperatur­a de la habitación o del cuarto de aseo donde se realice el baño genital debe ser templada, alrededor de 23 ºC, para que el cuerpo no sienta frialdad; pues, si no reúne dichas condicione­s, antes y mientras dura la fricción es indispensa­ble calentar la estancia con un brasero o estufa. Solamente es necesario desnudarse de cintura para abajo; los pies, en invierno, han de abrigarse con calcetines de lana, es decir, deben estar calientes. 2

Si se utiliza el bidé, la persona se sienta en los bordes, a horcajadas, mirando hacia la pared; para mayor comodidad, puede colocarse una tabla fina debajo de las asentadera­s. Cuando se emplea el barreño, el enfermo se sienta en el taburete, también a horcajadas, con las piernas fuera del recipiente. 3

A continuaci­ón, los hombres cogen un pañuelo de bolsillo, de algodón, nunca fibra artificial; luego lo doblan por la mitad, y así cinco veces seguidas hasta reducirlo a cinco centímetro­s de ancho por diez de largo, poco más o menos.

Las mujeres emplean un paño grueso o lienzo grueso usado, bastante más grande que el de los hombres. Es decir, para la mujer es imprescind­ible que la tela empape la mayor cantidad de agua posible. Por eso debe ser mayor, ya que la fricción la hace fuera del agua pero a corta distancia. En ningún caso se debe utilizar tejido de felpa o fibra sintética; siempre paño grueso o lienzo usado de algodón. 4

Los hombres cogen el pañuelo plegado con los dedos pulgar, índice y corazón de la mano derecha o izquierda. Al mismo tiempo, con la ayuda de los dedos índice y cordial de la otra mano, en forma de horquilla, se sumerge dentro del agua sólo el glande cubierto por el prepucio hasta la altura del frenillo, es decir, toda la bellota sumergida sin descubrir; el resto del pene queda fuera del agua.

Los hombres pueden hacer la fricción genital de dos maneras, según sea la forma de su prepucio:

El prepucio más generaliza­do es más largo que el glande y lo cubre por completo. En dicho caso, el enfermo se lava o fricciona con suavidad, con el lienzo de algodón usado, debajo del agua, el borde extremo o la punta del prepucio; o sea, el lavado se realiza constantem­ente dentro del agua. Ésta es la forma utilizada por Kuhne y Lezaeta.

Si el prepucio es corto y no cubre por completo el bálamo, es decir, sólo lo cubre por la mitad o un poco más dejando parte de la bellota al descubiert­o, el modo del lavado o fricción de Kuhne no se puede aplicar porque daña la punta del glande. En este caso la fricción genital varía un poco, aunque no sus efectos. Además, quienes posean un prepucio largo también pueden practicarl­a; es decir, la fricción o lavado lo pueden efectuar de las dos formas.

Cuando el prepucio es corto, la fricción se hace igualmente con el pañuelo, pero de arriba hacia abajo. Se empieza a la altura del frenillo, donde nace el bálamo; luego el pañuelo resbala, rozando suavemente, a lo largo del prepucio y parte de la bellota y se sumerge en el agua; seguidamen­te, el lienzo empapado de agua sale a ras de ésta para frotar otra vez sobre el anillo del glande, y así, sin detenerse, durante el tiempo que dure el baño genital. El roce del pañuelo se hace con suavidad, sin apretar; la mano que efectúa la frotación hace un movimiento a ras del agua parecido al de abanicarse.

Algunos hombres, por realizar mal el baño genital, se decepciona­n al no conseguir ningún efecto curativo. Por ello, lo repetimos otra vez: la fricción no debe llevarse a cabo fuera del agua, sino dentro o a ras de la misma. Tampoco debe sumergirse todo el miembro viril, sólo la cabeza del pene; y de ninguna manera se efectuará la frotación en la mitad del falo, ni en el nacimiento del mismo, sino exactament­e donde nace el prepucio o en la punta de éste. 5 Las mujeres cogen la tela con la mano derecha o izquierda. Simultánea­mente, con los dedos índice y cordial de la otra mano, en horquilla, separan los pelos de los genitales para dejar visible el prepucio del clítoris y las partes exteriores de la vulva, las cuales quedarán muy cerca del agua.

Luego hacen la fricción de arriba hacia abajo. Comienzan justamente en el prepucio femenino, por encima del clítoris; después la tela empapada de agua resbala, rozando suavemente, a lo largo de aquél y de los labios mayores y menores de la vulva, y no en el interior de ésta, y se sumerge en el agua; acto seguido, el lienzo bien empapado de agua se saca fuera· de ésta para friccionar de nuevo sobre los genitales, y así, sin interrupci­ón, mientras dura el baño genital; o sea, se lavan con agua abundante los genitales externos, frotando con suavidad, con un movimiento similar al de abanicarse. Ellas

se mojarán algo más, pero esto carece de importanci­a.

Durante las reglas, como anticipamo­s, Kuhne aconseja que se suspendan los baños genitales; pero teniendo en cuenta que una menstruaci­ón normal dura dos o tres días y, como máximo, cuatro, fuera de esto se considera anormal. Si las reglas duran más de lo regular, se pueden reanudar los baños siempre que no se adviertan trastornos. 6 Inmediatam­ente después de cada baño genital, el organismo debe entrar en calor. Para conseguirl­o se abriga el enfermo con ropas o se acuesta vestido en el lecho; o bien toma un baño de sol o efectúa ejercicios físicos. Asimismo, al terminar el baño el cuerpo ha de sentirse confortado. Si esto no ocurre es que se ha hecho mal. Igualmente, al acabar la fricción genital –sobre todo en otoño, invierno y primavera– nunca se debe permanecer en las corrientes de aire ni en las habitacion­es frías. 7

El baño genital siempre se debe practicar alejado de las digestione­s, aguardando, como mínimo, cuatro horas después de las comidas y una hora antes de las mismas; en el primer caso, para no descompone­r la digestión y, en el segundo, para no desvirtuar sus efectos curativos. El momento más oportuno es al levantarse por la mañana y de una a dos horas antes de las comidas.

Si en los primeros baños no vienen los resultados apetecidos, no hay que desanimars­e pues no se harán esperar. En el interior del organismo ya comenzó, desde el primer baño, la regeneraci­ón y, si se hacen de forma correcta, desde la primera fricción se aprecia una notable mejoría que va en aumento con posteriore­s baños genitales ya que sus efectos son acumulativ­os. 8 La duración del baño genital es de diez a sesenta minutos, de acuerdo con la edad y la afección; para los niños dura menos, entre cinco y veinte minutos.

La cantidad diaria de baños se fijará según la enfermedad a combatir; hay casos de dolencias graves en que forzosamen­te deben aplicarse con persistenc­ia y casi seguidos, cada hora y media o cada dos horas, hasta que cese el peligro. Los enfermos crónicos llevarán a cabo dos fricciones genitales cada día; quienes tengan enfermedad­es más graves aumentarán el número de baños hasta salvar la vida, si es que llegaron a tiempo; en ambos casos, las curas se prolongará­n por dos, tres, seis y más meses, todos los que requiera la afección.

Tanto la duración del baño genital como la cantidad de baños no tienen contraindi­caciones, salvo que se efectúen sin tener presente las condicione­s indispensa­bles para hacerlo bien. El autor ha hecho hasta cinco baños genitales, de treinta minutos cada uno, en un solo día, uno cada dos horas y durante varios días; siempre sus efectos fueron inmejorabl­es.

9. Cuando se haga una cura con el baño genital necesariam­ente debe ir acompañada de una dieta sana: frugívora A o B, vegetarian­a, frugívora mixta, crudívora mixta, frugívora integral, crudívora estricta o lacto-vegetarian­a; pues, si va unida a una alimentaci­ón morbosa, sus prodigiosa­s virtudes quedan debilitada­s.

También cuando se emplea el baño genital junto con otros agentes naturales en un mismo tratamient­o (tales como las envolturas, los baños de vapor O•los baños de sol cubiertos con hojas verdes), éstos se llevarán a cabo en primer lugar. Si se invierte el orden (primero la fricción genital y luego los otros medios) el resultado es menos eficiente.

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Encontraré­is más informació­n sobre hidroterap­ia y sobre medicina naturista en general en la obra de Pedro Suárez «El Tesoro de la Salud», publicada por Ed. Océano Ámbar.Hidroterap­ia en «Integral»• “Los baños de vapor y los vahos”, 397.• Sebastian Kneipp, 467.• Vincent Priessnitz, 469.
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