El prodigioso baño genital
Una de las técnicas naturistas más eficaces es el conjunto de prácticas con agua que conocemos bajo el nombre de hidroterapia. Dedicamos los primeros números de la revista, hace décadas, a este tema. Y hoy parece ser un buen momento para repasar o redescubrir dichas prácticas hidroterapéuticas en pleno siglo XXI. Lo hacemos de la mano de un gran naturista*, “un ser humano amante de la salud”, como él se define. Pedro sabe de lo que habla: ha vivido en sí mismo la curación del sinfín de enfermedades que padecía hasta disfrutar de la salud. Antes de empezar...
A pesar de que se trata de técnicas cuya aplicación es bien sencilla, a menudo se suele hacer mal, o de forma muy mejorable, lo cual va en detrimento de sus portentosos efectos.
Recordemos de nuevo que el descenso de su práctica y popularidad se debe a que presenta tres “inconvenientes”: 1) su aplicación es laboriosa; 2) la hidroterapia es gratuita; 3) los efectos son muy seguros, pero lentos.
Al igual que ocurre con la mayoría de técnicas de Medicina natural o naturista, la hidroterapia incluye una serie de prácticas gratuitas con el poder curativo del agua –a menudo basado en sus efectos térmicos, en este caso–. Todo ello elimina su interés por parte de la inmensa mayoría de profesionales de la sanidad.
Pero cabe insistir en que se trata de una de las maravillas que nos regala la naturaleza. Los resultados de la hidroterapia son realmente eficaces y cura de verdad, al estimular la propia fuerza curativa del organismo. No puede decirse lo mismo de la inmensa mayoría de fármacos, ya que no curan enfermedades, sólo enmascaran síntomas.
Problarlo. ¿Por qué no?
No comprenderemos nunca las sorprendentes curaciones del libro La nueva ciencia de curar si no hacemos una cura por unos meses, con el baño genital, para comprobar el prodigio en nosotros mismos; leer o estudiar este trascendental libro, sin llevar a la práctica dicha cura que la mayoría necesita, es subestimar la gran obra de Kuhne (ver “Pioneros”, en Integral 447). De cuantos conocen este manual de la salud, son numerosos los que ignoran el poder curativo, portentoso, del baño genital; sin saber que era la panacea maravillosa para sus dolores, aflicciones e incluso dolencias incurables.
No sabemos los pensamientos que condujeron a Kuhne para ingeniar este procedimiento asombroso de curación; en su libro deja entrever que se lo inspiraría el baño de asiento de Priessnitz.
Fuera como fuera, el talento de Kuhne observaba en aquel entonces que los genitales externos de ambos sexos, además de servir para la procreación y el acto amoroso, sirven igualmente para curar cualquier enfermedad si la dieta es sana.
¿Cualquier enfermedad?
«Esto –escribe Kuhne– sólo ha sido posible porque más adelante halla, tras muchas reflexiones, un modo en alto grado perfeccionado de los baños de asiento, cuya eficacia es tal que puedo con toda certeza declarar curable toda enfermedad, cualquiera que fuera su nombre. He dicho cualquier enfermedad y no cualquier enfermo, puesto que aquel cuyo organismo está ya por demás quebrantado, especialmente aquel que se encuentre envenenado hasta las entrañas por el largo uso de medicamentos, bien hallará en mi método mitigación y alivio para sus dolores, pero no siempre será salvado y curado por completo.»
Ése es el milagro del baño genital, que restablece pronto todas las funciones orgánicas de la digestión, la piel, los riñones, los pulmones, la circulación, el intestino grueso y el recto, etcétera. O sea, la piel recobra su calor propio, se reanima todo el organismo, la alegría invade la mente, se presentan las crisis curativas, se disuelven los nudos de sustancias extrañas, aumentan las fuerzas físicas, se embellece el rostro, se redondea la musculatura y desaparecen las dolencias. Por eso decimos que el baño con fricción genital es uno de los tres recursos más portentosos del sistema natural para curar las enfermedades.
Con el mismo método
Por los efectos del baño genital y también del baño de asiento con fricción es muy posible que Kuhne dedujera la genial revelación de que sólo existe una enfermedad, por muy diferentes que sean los síntomas presentados en cada enfermo. Por tal motivo curaba todas las afecciones con el mismo método: baño de sol, aire puro, baños de vapor, dieta vegetariana, baño de tronco con fricción, baños de sol cubiertos con hojas verdes y principalmente con el baño genital.
Puesto que las causas de las dolencias que atormentan a los seres humanos son idénticas para todos, diferenciándose solamente en la cantidad de sustancias morbosas que lleva cada uno. Lo único que variaba en el tratamiento de cada enfermo era la duración y la cantidad de baños a tomar, que prescribía de acuerdo con la enfermedad y la complexión de cada paciente.
Por eso podemos leer, asombrados, en La nueva ciencia de curar cómo una mujer estéril concibe a los seis meses con tres baños genitales por día; un joven impotente se restablece a los tres meses practicando dos baños cada día; otro enfermo de asma que cambia radicalmente con un baño genital cada dos horas día y noche por espacio de
dieciséis días; otro, al cabo de tres semanas, cura por completo un cáncer en la garganta con el virtuoso baño; una niña sordomuda, a los cincuenta días de tratamiento con el prodigioso baño, recupera el oído y el habla; un enfermo del corazón, incurable, en tres semanas el baño genital le devuelve la vida; un sifilítico recobra la vista en el ojo izquierdo (la estaba perdiendo a consecuencia de los medicamentos); una enferma cura un cáncer en el pecho y otro en la nariz a los nueve meses de tratamiento; una joven con parálisis en la pierna, durante 16 años, se regenera de forma sensacional a los diez meses de iniciar la cura. Parece increíble, pero así es.
Hay que aclarar que, a este baño genital, Kuhne lo denominaba «baño de asiento con fricción» sin añadir la palabra «genital», probablemente para eludir los prejuicios de la época. A pesar de todo, esto fue precisamente lo que originó la campaña difamatoria contra su sistema; es decir, sus enemigos lo denunciaban alegando la inmoralidad de dicho baño, ya que no pudieron hallar una razón más seria. Los calumniadores, si amaban la ciencia de verdad, ¿por qué no investigaron las asombrosas curaciones del baño genital en beneficio de la humanidad? No se atrevieron, porque tenían miedo de comprobar que este procedimiento curativo por sí solo era muy superior a todo lo que poseía la medicina para curar.
Contrariamente a lo que pudiera imaginarse, la fricción genital no produce ninguna excitación sexual ni nada que se parezca. Por lo tanto, quienes por sus principios religiosos recelen de aplicarlo, pueden utilizarlo con la garantía de que no ocasionará ninguna provocación sexual; no obstante, sí normalizará la función de los órganos genitales si éstos están enfermos.
De todos los prácticos naturistas, solo Lezaeta, ferviente católico, prescribía el baño genital de forma sistemática. Con éste, en unión con otros medios, obtenía curaciones milagrosas en enfermos desahuciados por la ciencia médica.
Cómo hacer el baño genital
Lo más importante es aprender cómo se hace el baño genital, cosa bien fácil: se efectúa en el bidé, y quien no lo tenga en su cuarto de aseo podrá realizarlo en un barreño grande (de entre 48 y 54 centímetros de diámetro y de 24 centímetros de alto, aproximadamente), en el cual ha de caber un banquillo, además de que quede espacio para la fricción.
Si usamos el bidé, primero colocamos el tapón y luego abrimos el grifo hasta que el agua llegue a las bocas de desagüe; mientras dura la fricción genital, el grifo se mantiene un poco abierto para conservar fresca el agua y mantenerla al nivel del desagüe. Si en invierno el agua sale lo suficientemente fresca, sin calentarse durante el baño, se cierra el grifo y se tapan, con algún adhesivo, las bocas del desagüe.
Cuando se lleva a cabo en un barreño grande, se pone en él un taburete que sea cinco o seis centímetros más bajo. Después se llena de agua el recipiente hasta el borde superior del banquillo; se vigilará que el agua nunca
cubra el asiento, que deberá estar seco antes del baño. Igualmente sirve una tina pequeña. En este caso, sólo se llena de agua hasta el borde del taburete, de unos veinte centímetros de alto aproximadamente, sin que el agua lo rebase, como en el caso anterior.
Y para la correcta realización del baño genital debe prestarse la máxima atención a: 1
Durante la estación invernal, la temperatura de la habitación o del cuarto de aseo donde se realice el baño genital debe ser templada, alrededor de 23 ºC, para que el cuerpo no sienta frialdad; pues, si no reúne dichas condiciones, antes y mientras dura la fricción es indispensable calentar la estancia con un brasero o estufa. Solamente es necesario desnudarse de cintura para abajo; los pies, en invierno, han de abrigarse con calcetines de lana, es decir, deben estar calientes. 2
Si se utiliza el bidé, la persona se sienta en los bordes, a horcajadas, mirando hacia la pared; para mayor comodidad, puede colocarse una tabla fina debajo de las asentaderas. Cuando se emplea el barreño, el enfermo se sienta en el taburete, también a horcajadas, con las piernas fuera del recipiente. 3
A continuación, los hombres cogen un pañuelo de bolsillo, de algodón, nunca fibra artificial; luego lo doblan por la mitad, y así cinco veces seguidas hasta reducirlo a cinco centímetros de ancho por diez de largo, poco más o menos.
Las mujeres emplean un paño grueso o lienzo grueso usado, bastante más grande que el de los hombres. Es decir, para la mujer es imprescindible que la tela empape la mayor cantidad de agua posible. Por eso debe ser mayor, ya que la fricción la hace fuera del agua pero a corta distancia. En ningún caso se debe utilizar tejido de felpa o fibra sintética; siempre paño grueso o lienzo usado de algodón. 4
Los hombres cogen el pañuelo plegado con los dedos pulgar, índice y corazón de la mano derecha o izquierda. Al mismo tiempo, con la ayuda de los dedos índice y cordial de la otra mano, en forma de horquilla, se sumerge dentro del agua sólo el glande cubierto por el prepucio hasta la altura del frenillo, es decir, toda la bellota sumergida sin descubrir; el resto del pene queda fuera del agua.
Los hombres pueden hacer la fricción genital de dos maneras, según sea la forma de su prepucio:
El prepucio más generalizado es más largo que el glande y lo cubre por completo. En dicho caso, el enfermo se lava o fricciona con suavidad, con el lienzo de algodón usado, debajo del agua, el borde extremo o la punta del prepucio; o sea, el lavado se realiza constantemente dentro del agua. Ésta es la forma utilizada por Kuhne y Lezaeta.
Si el prepucio es corto y no cubre por completo el bálamo, es decir, sólo lo cubre por la mitad o un poco más dejando parte de la bellota al descubierto, el modo del lavado o fricción de Kuhne no se puede aplicar porque daña la punta del glande. En este caso la fricción genital varía un poco, aunque no sus efectos. Además, quienes posean un prepucio largo también pueden practicarla; es decir, la fricción o lavado lo pueden efectuar de las dos formas.
Cuando el prepucio es corto, la fricción se hace igualmente con el pañuelo, pero de arriba hacia abajo. Se empieza a la altura del frenillo, donde nace el bálamo; luego el pañuelo resbala, rozando suavemente, a lo largo del prepucio y parte de la bellota y se sumerge en el agua; seguidamente, el lienzo empapado de agua sale a ras de ésta para frotar otra vez sobre el anillo del glande, y así, sin detenerse, durante el tiempo que dure el baño genital. El roce del pañuelo se hace con suavidad, sin apretar; la mano que efectúa la frotación hace un movimiento a ras del agua parecido al de abanicarse.
Algunos hombres, por realizar mal el baño genital, se decepcionan al no conseguir ningún efecto curativo. Por ello, lo repetimos otra vez: la fricción no debe llevarse a cabo fuera del agua, sino dentro o a ras de la misma. Tampoco debe sumergirse todo el miembro viril, sólo la cabeza del pene; y de ninguna manera se efectuará la frotación en la mitad del falo, ni en el nacimiento del mismo, sino exactamente donde nace el prepucio o en la punta de éste. 5 Las mujeres cogen la tela con la mano derecha o izquierda. Simultáneamente, con los dedos índice y cordial de la otra mano, en horquilla, separan los pelos de los genitales para dejar visible el prepucio del clítoris y las partes exteriores de la vulva, las cuales quedarán muy cerca del agua.
Luego hacen la fricción de arriba hacia abajo. Comienzan justamente en el prepucio femenino, por encima del clítoris; después la tela empapada de agua resbala, rozando suavemente, a lo largo de aquél y de los labios mayores y menores de la vulva, y no en el interior de ésta, y se sumerge en el agua; acto seguido, el lienzo bien empapado de agua se saca fuera· de ésta para friccionar de nuevo sobre los genitales, y así, sin interrupción, mientras dura el baño genital; o sea, se lavan con agua abundante los genitales externos, frotando con suavidad, con un movimiento similar al de abanicarse. Ellas
se mojarán algo más, pero esto carece de importancia.
Durante las reglas, como anticipamos, Kuhne aconseja que se suspendan los baños genitales; pero teniendo en cuenta que una menstruación normal dura dos o tres días y, como máximo, cuatro, fuera de esto se considera anormal. Si las reglas duran más de lo regular, se pueden reanudar los baños siempre que no se adviertan trastornos. 6 Inmediatamente después de cada baño genital, el organismo debe entrar en calor. Para conseguirlo se abriga el enfermo con ropas o se acuesta vestido en el lecho; o bien toma un baño de sol o efectúa ejercicios físicos. Asimismo, al terminar el baño el cuerpo ha de sentirse confortado. Si esto no ocurre es que se ha hecho mal. Igualmente, al acabar la fricción genital –sobre todo en otoño, invierno y primavera– nunca se debe permanecer en las corrientes de aire ni en las habitaciones frías. 7
El baño genital siempre se debe practicar alejado de las digestiones, aguardando, como mínimo, cuatro horas después de las comidas y una hora antes de las mismas; en el primer caso, para no descomponer la digestión y, en el segundo, para no desvirtuar sus efectos curativos. El momento más oportuno es al levantarse por la mañana y de una a dos horas antes de las comidas.
Si en los primeros baños no vienen los resultados apetecidos, no hay que desanimarse pues no se harán esperar. En el interior del organismo ya comenzó, desde el primer baño, la regeneración y, si se hacen de forma correcta, desde la primera fricción se aprecia una notable mejoría que va en aumento con posteriores baños genitales ya que sus efectos son acumulativos. 8 La duración del baño genital es de diez a sesenta minutos, de acuerdo con la edad y la afección; para los niños dura menos, entre cinco y veinte minutos.
La cantidad diaria de baños se fijará según la enfermedad a combatir; hay casos de dolencias graves en que forzosamente deben aplicarse con persistencia y casi seguidos, cada hora y media o cada dos horas, hasta que cese el peligro. Los enfermos crónicos llevarán a cabo dos fricciones genitales cada día; quienes tengan enfermedades más graves aumentarán el número de baños hasta salvar la vida, si es que llegaron a tiempo; en ambos casos, las curas se prolongarán por dos, tres, seis y más meses, todos los que requiera la afección.
Tanto la duración del baño genital como la cantidad de baños no tienen contraindicaciones, salvo que se efectúen sin tener presente las condiciones indispensables para hacerlo bien. El autor ha hecho hasta cinco baños genitales, de treinta minutos cada uno, en un solo día, uno cada dos horas y durante varios días; siempre sus efectos fueron inmejorables.
9. Cuando se haga una cura con el baño genital necesariamente debe ir acompañada de una dieta sana: frugívora A o B, vegetariana, frugívora mixta, crudívora mixta, frugívora integral, crudívora estricta o lacto-vegetariana; pues, si va unida a una alimentación morbosa, sus prodigiosas virtudes quedan debilitadas.
También cuando se emplea el baño genital junto con otros agentes naturales en un mismo tratamiento (tales como las envolturas, los baños de vapor O•los baños de sol cubiertos con hojas verdes), éstos se llevarán a cabo en primer lugar. Si se invierte el orden (primero la fricción genital y luego los otros medios) el resultado es menos eficiente.