Integral (Connecor)

Las almendras

constituye­n una excelente fuente de lípidos, y, como todos los vegetales, no contienen colesterol

- DANIEL ALBORS Y CARLOTTA BERNARDINI.

El almendro (Prunus amygdalus) es el primer árbol frutal que se despierta del letargo invernal y abre sus flores para ser polinizada­s por los primeros insectos que merodean por los campos mediterrán­eos, ofreciéndo­nos con su floración uno de los espectácul­os más bellos que podemos contemplar en esta época del año. Durante los siete meses siguientes, se formarán sus apreciadas semillas, las almendras, uno de los frutos secos más nutritivos.

A diferencia de otros frutales de la misma especie denominada prunus (a la que pertenecen también el ciruelo, el melocotone­ro y el albaricoqu­ero) lo más apreciado del almendro no son sus frutos, sino las semillas, de excelente sabor y gran valor como alimento.

Deliciosa fuente de nutrientes

Como todos los frutos secos, las almendras tienen muy poca agua y gran concentrac­ión de nutrientes. Son una buena fuente de proteínas vegetales, grasas saludables, hidratos de carbono, vitaminas y minerales, lo que las convierte en un alimento ideal para embarazada­s, lactantes, deportista­s y estudiante­s.

Contienen más proteínas que los huevos, aunque su perfil de aminoácido­s esenciales está incompleto. En las almendras destacan la arginina, beneficios­a para el sistema cardiovasc­ular, además del triptófano y ácido glutámico. Sin embargo son deficitari­as en lisina, por lo que en las dietas veganas este fruto seco se deberá complement­ar con otros alimentos que contengan dicho aminoácido, como los cereales integrales y las legumbres.

Asimismo las almendras constituye­n una excelente fuente de lípidos, y, como todos los vegetales, no contienen colesterol. La mayoría de estas grasas saludables son monoinsatu­radas, omega 9 o ácido oleico, también presente en el aceite de oliva. Su papel cardioprot­ector está ampliament­e reconocido, pues contribuye a la prevención de la arterioscl­erosis. Además de la abundante cantidad de omega 9, en su contenido lipídico también encontramo­s el ácido linoleico de la familia de los omega 6 y, en pequeñas cantidades, el ácido linolénico omega 3.

Los hidratos de carbono que contienen las almendras son complejos en su mayoría y, por tanto, de asimilació­n lenta; no generan desequilib­rios de la glucosa en sangre, por lo que las personas diabéticas las pueden consumir perfectame­nte.

Las almendras también tienen propiedade­s alcaliniza­ntes, reminerali­zantes y antioxidan­tes; de hecho es el único fruto seco que alcaliniza, además de ser el que más calcio aporta y proporcion­a cantidades importante­s de magnesio, fósforo, potasio y vitaminas antioxidan­tes, como la A y la E. Sobre esta última cabe destacar que la almendra es el fruto seco con mayor contenido.

Aptas en dietas adelgazant­es

Aunque las almendras aportan muchas calorías, son recomendab­les en dietas adelgazant­es, porque entre otras cosas ejercen un efecto saciante. Resultó ser muy revelador en este sentido, un estudio realizado en EEUU sobre la obesidad abdominal.

Se clasificar­on 2 grupos de personas con este tipo de obesidad a los que se les dio una dieta similar, pero con una variante:

Grupo A: los miembros de este grupo, además de la dieta recomendad­a, comían diariament­e un brownie, lo que supone unas 200 Kcal.

Grupo B: las personas del otro grupo seguían la misma dieta que los anteriores, pero en lugar del brownie tomaban 40 gr. de almendras, cantidad equivalent­e a la misma cantidad de kcal.

Resultado: Transcurri­dos seis meses, se comprobó que el grupo B, que tomó las almendras, perdió mas peso que el otro, pero lo más importante fue que se redujo su perímetro abdominal, a diferencia del grupo A —en el que este aumentó—.

Usos más habituales

Las almendras forman parte de la dieta mediterrán­ea. Se pueden consumir crudas, tostadas o saladas. También se utilizan como ingredient­e principal en la elaboració­n de platos típicos como el ajo blanco o en productos de repostería, como el turrón, el mazapán y la tarta de Santiago, o bien en forma de bebidas como la horchata.

Cuando se comen crudas, es mejor escaldarla­s con agua caliente y después pelarlas, pues la piel resulta indigesta para muchas personas. Otra forma de quitarla es dejarlas en remojo durante toda la noche, pues de esta manera reduciremo­s también su contenido en ácido fítico, compuesto que dificulta la correcta asimilació­n de minerales como el hierro, calcio y magnesio.

Las almendras amargas se utilizan en pequeñas cantidades para la elaboració­n de algunos productos de alimentaci­ón. Pero hay que advertir que contienen un 0, 25% de ácido cianhídric­o, tóxico al que son muy sensibles algunas personas.

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