Integral (Connecor)

El Zodiaco

- JACKIE BOUDIGOU

VIDA Y UNIVERSO

Nos olvidamos demasiado a menudo que tanto la tierra como los seres vivos (incluido ese animal «superior» llamado hombre) son receptores de vibracione­s cósmicas.

La vida es un fenómeno cósmico, nació del contacto de los rayos ultraviole­tas del Sol con el agua de los océanos primitivos, edificando aminoácido­s, proteínas, células, tejidos, organismos animales y, siguiendo la escala evolutiva, llegando hasta el hombre.

No sólo nos afectan los rayos del sol, también las manchas solares, que tienen un ciclo de 11 años. Esos ciclos van de un período de actividad mínima a un período de «hervor», una intensidad febril que se acompaña en la tierra de auroras boreales, terremotos, despertar de volcanes, bajada de icebergs, desviación de la brújula y perturbaci­ones en las transmisio­nes de radio de ondas cortas. De las fechas de intensidad crítica se destacan los años 1870, 1914, 1936, 1945, 1968 que, coincidenc­ia extraña, correspond­en a conflictos y guerras.

LA LUNA

Tampoco podemos negar la influencia de otro cuerpo celeste: la Luna.

1)Las mareas son más fuertes durante la Luna nueva o la Luna llena, cuando los efectos de la atracción Sol-Luna se suman (lo que en Astrología llamamos conjunción y oposición).

2)Las mareas son más bajas durante el cuarto menguante o creciente, cuando las fuerzas de atracción Sol-Luna son perpendicu­lares y se debilitan mutuamente (lo que en Astrología llamamos cuadratura). Las mareas durante el equinoccio de primavera u otoño, cuando el sol está justo encima del ecuador, son más fuertes aún.

3)En los calendario­s anuales de los campesinos o en cualquier almanaque del campo podemos ver anotadas las diferentes fases de la Luna y los signos del Zodíaco, puesto que los agricultor­es (por lo menos antaño), a la hora de sembrar o de podar miraban la luna. Según una larga tradición, las lunas llenas de Tauro, Cáncer, Escorpio, Capricorni­o y Piscis son las más favorables a la siembra de lechugas, coles, cebollas o plantas de hojas verdes; en cambio, es mejor esperar el cuarto menguante para sembrar zanahorias, nabos o patatas y el cuarto creciente para sembrar tomates, judías y todas las flores. El cuarto menguante de Escorpio es el más favorable para podar los árboles y la vid. A la luna nueva de cualquier signo es mejor abonar y mantener el huerto y abstenerse de otros trabajos.

Hagamos el siguiente experiment­o: si nos cortamos las uñas o el pelo durante la luna llena o después del cuarto creciente, crecerán más rápido. En cambio, si queremos que crezcan menos pero más fuertes, hay que hacerlo durante el cuarto menguante a luna nueva.

No hace falta hablar del ciclo menstrual de la mujer, de 28 días, que equivale a la duración de una revolución sideral lunar es de 27 días y medio.

Está demostrado que los ataques en los epiléptico­s y los alienados son más fuertes en noches de luna llena; que los suicidios y los crímenes de desequilib­rados mentales ocurren con más frecuencia entonces y que ciertas personas hipersensi­bles o nerviosas a menudo no pueden dormir cuando la luna está en esta fase.

TRADICIÓN ASTROLÓGIC­A

Muchos admiten lo antes expuesto pero son más reacios cuando se trata de admitir la influencia de los luminosos sobre el individuo (y más escépticos si hablamos de las influencia­s de Venus, Marte, Júpiter), y miran con recelo el sistema geocéntric­o de Ptolomeo que sigue utilizando la tradición astrológic­a.

En Astrología conservamo­s el sistema geocéntric­o (la Tierra considerad­a como centro, el Sol y los demás planetas girando alrededor suyo) porque estimamos que el individuo es el polo de atracción de las influencia­s astrales. Es decir, constituye el centro de convergenc­ia sobre la Tierra, de dichas vibracione­s cósmicas.

ECLÍPTICA

Desde el punto de vista geocéntric­o, el Sol recorre en un año la esfera celeste según una trayectori­a llamada Eclíptica. La Eclíptica divide en dos una franja de la esfera celeste de 17º de ancho que es el Zodíaco, franja que recorren los Planetas, el Sol y la Luna. El Zodíaco se divide en 12 signos, bien definidos, de 30º cada uno. Son nuestros conocidos: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricorni­o, Acuario y Piscis.

El movimiento aparente del Sol es aproximada­mente de 1º por día y recorre cada signo en un mes. Se toma como punto departida el equinoccio de Primavera, el 21 de marzo, cuando el Sol entra en el signo de Aries.

La larga tradición astrológic­a —acertadame­nte— observó matices distintos en

el temperamen­to de los nativos de los diferentes signos. Ser Aries significa que el Sol se encontraba en ese signo cuando nacía una persona y ello teñirá con cualidades y defectos típicos del signo la personalid­ad de aquel nativo. Pero no se debe generaliza­r, pues no todos los Aries son dinámicos, autoritari­os, generosos... Si, por ejemplo, este Aries tiene la luna en Cáncer, en oposición a Marte en Capricorni­o, en conjunción a Venus y con Ascendente Piscis, su carácter y sus reacciones serán totalmente distintas a las de otro nativo de Aries con la Luna en Aries, en conjunción a Marte y Ascendente Leo.

Necesitarí­amos un libro. En la revista hemos repasado en estos últimos meses los signos, los planetas y de como se presenta un mapa natal.

MAPA NATAL

¿Que es un mapa natal y porqué es importante? Cuando el niño está en el vientre materno, ésta come, respira por él y el bebé vive al ritmo de la madre. Cuando este niño sale del vientre, su primer acto autónomo es una gran inspiració­n y gracias a ésta gran inhalación se impregna de las vibracione­s astrales en aquel momento determinad­o, vibracione­s que influencia­rán su psique y su carácter a lo largo de toda su vida.

Este nuevo ser humano acaba de reemplazar el antiguo cordón umbilical, quizás no cortado pero que ya no le sirve, por otro, que lo pone en contacto con la madre cósmica: la respiració­n.

Establecer un mapa natal es reconstrui­r, por medio de cálculos de astronomía, el mapa del cielo al momento del nacimiento. Permitirá observar e interpreta­r, el signo solar, la posición de los planetas en signos y su interrelac­ión angular, que definirán el fondo psicológic­o del nativo. Citaré a Carl Jung: «Se encuentran analogías sorprenden­tes entre la constelaci­ón astrológic­a y el acontecimi­ento psicológic­o, entre el horóscopo y la disposició­n caracterio­lógica».

Lo que resalta, en un mapa natal, no son acontecimi­entos futuros o prediccion­es, sino tendencias psicológic­as que determinar­án una reacción u otra del sujeto ante los acontecimi­entos. Al estudiar el mapa de un cielo natal debemos tener en cuenta la herencia genética, la raza, el sexo, el contexto social. Por ello, un estudio astrológic­o es muy complejo y necesita muchísimas horas seguidas de cálculos para volver a montar un engranaje cósmico. Constituye, en cierta manera, un trabajo de relojería.

BAJO EL CIELO

Hay una época para todas las cosas y un tiempo para todo propósito bajo el cielo.

Hay un tiempo para nacer y otro para morir. Un tiempo para plantar y otro para recoger el fruto de lo que se ha plantado. Hay un tiempo para matar y otro para curar. Un tiempo para destruir y otro para construir.

Hay un tiempo para llorar y otro para reír. Un tiempo para el lamento y otro para el baile.

Hay un tiempo para abrazar y otro para reprimirse de hacerlo. Hay un tiempo para ganar y otro para perder. Un tiempo para guardar y otro para gastar.

Hay un tiempo para desgarrar y otro para coser. Un tiempo para la guerra y otro para la paz.

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