Plantas para la salud del hígado
El hígado es el segundo mayor órgano del cuerpo humano después de la piel. Medio kilo de organismo con unas funciones esenciales, imprescindibles e impresionantes, que conviene cuidar cada día. Os proponemos cuatro plantas que nos ayudan a cuidarlo.
Del almacenamiento a la desintoxicación, pasando por la síntesis de las proteínas y el metabolismo de los azúcares: el hígado asegura numerosas funciones esenciales para el buen funcionamiento del organismo. Por tanto, es necesario cuidarlo para que no flaquee. La fitoterapia representa un medio eficaz para ayudar a que cumpla sus funciones de la mejor manera posible. Estas cuatro plantas son conocidas científicamente por sus beneficios para la salud hepática.
El cardo mariano, una planta anticáncer
El cardo mariano (Silybum Marianum) es una planta mediterránea utilizada desde la Grecia antigua por sus extraordinarias propiedades farmacológicas. Éstas se deben en gran parte a un compuesto que se encuentra en sus semillas maduras, la silimarina. En realidad, se trata de un complejo de tres flavonoides: la silicristina, la silidianina y la silibina. Este complejo está dotado de potentes propiedades antioxidantes y protege al hígado de los ataques de los radicales libres, producidos especialmente cuando se consume alcohol en exceso. El estrés oxidativo relacionado con el alcohol en el hígado es una de las causas de los cánceres hepáticos.
La silimarina también restringe el desarrollo de la fibrosis, una acumulación de colágeno en el hígado que puede provocar la cirrosis. Ésta es también antiinflamatoria: una ventaja que le permite actuar contra la hepatitis y contra la esteatosis hepática no alcohó
lica (EHNA) o enfermedad del hígado graso no alcohólico.
Finalmente, la silimarina favorece la depuración del organismo, al impedir que las toxinas se adhieran a las células del hígado, facilitando así su eliminación a través del sistema biliar.
El cardo mariano se toma en forma de infusión, tres veces al día. También se encuentra en forma de complemento dietético (silimarina), de fácil asimilación.
Alcachofa para los hígados perezosos
La alcachofa (Cynara Scolimus), es una verdura particularmente apreciada en primavera o verano por sus cualidades gustativas. Pero se conocen menos sus asombrosas propiedades hepatoprotectoras, que se atribuyen a un polifenol en particular, la cinarina. Este compuesto se recomienda en caso de «hígado perezoso»m ya que estimula la producción de bilis en el hígado, un líquido viscoso necesario para la buena digestión de los lípidos y para la eliminación activa de los residuos y de las toxinas.
Las hojas de alcachofa también ejercen un papel protector de las células de este órgano, además de estimular su regeneración en caso de agresión, mecánica o química.
En la práctica: en forma de extracto, la dosis recomendada asciende a 300 miligramos, de dos a tres veces al día. Las hojas secas de la alcachofa se toman también en infusión: se necesitan de dos a tres tazas al día para aprovechar sus beneficios.
Rábano negro, un desintoxicante poco conocido
El rábano negro (Raphanus Sativa) se recomienda particularmente para proteger el hígado de una alimentación demasiado pesada para éste, por ejemplo en caso una comida demasiado rica en grasas. En efecto, el rábano negro también aumenta la producción biliar y permite digerir mejor las grasas. Además estimula las enzimas del hígado encargadas de desintoxicar el organismo de ciertas toxinas especialmente peligrosas. Su zumo posee potentes efectos antioxidantes.
El rábano negro se toma en forma de zumo puro (¡cuidado: tiene un gusto muy marcado!), recién exprimido con ayuda de una licuadora o bien directamente en ampollas. Tiene pocas contraindicaciones, excepto en caso de bloqueo de las vías biliares.
La clorella, un alga aliada contra los metales pesados
Esta alga verde microscópica (Chlorella Vulgaris) posee unos beneficios nutricionales increíbles. Es excepcionalmente rica en proteínas, lo que la hace atractiva para una dieta vegetariana o vegana. Además, posee también las vitaminas A, C y E, omega 3, sales minerales y oligoelementos en cantidades excepcionales para una sola planta. Por eso hay quienes la consideran como un superalimento.
Sus beneficios para la salud hepática son múltiples: la chlorella es conocida por su capacidad para la quelación de metales pesados (plomo, mercurio, arsénico…) presentes en el organismo. Ésta los aprisiona y acelera su eliminación.
Su riqueza en vitaminas y en compuestos fenólicos le otorga capacidades antioxidantes extraordinarias. Se trata de un excelente complemento terapéutico en caso de enfermedad del hígado graso no alcohólico. Igualmente tiene efectos antiinflamatorios y es beneficioso para el colesterol nocivo o en caso de diabetes. En definitiva, es un buen aliado del hígado.
En resumen, una alimentación variada y equilibrada, sin consumo de alcohol son los primeros aliados de un hígado saludable.
Más información sobre plantas medicinales para el hígado y la vesícula biliar en los números 11 y 12 de Integral.