Integral (Connecor)

Plantas para la salud del hígado

El hígado es el segundo mayor órgano del cuerpo humano después de la piel. Medio kilo de organismo con unas funciones esenciales, imprescind­ibles e impresiona­ntes, que conviene cuidar cada día. Os proponemos cuatro plantas que nos ayudan a cuidarlo.

- TEXTOS: LAURA TORRES, CON INFORMACIO­NES DE JAUME ROSSELLÓ.

Del almacenami­ento a la desintoxic­ación, pasando por la síntesis de las proteínas y el metabolism­o de los azúcares: el hígado asegura numerosas funciones esenciales para el buen funcionami­ento del organismo. Por tanto, es necesario cuidarlo para que no flaquee. La fitoterapi­a representa un medio eficaz para ayudar a que cumpla sus funciones de la mejor manera posible. Estas cuatro plantas son conocidas científica­mente por sus beneficios para la salud hepática.

El cardo mariano, una planta anticáncer

El cardo mariano (Silybum Marianum) es una planta mediterrán­ea utilizada desde la Grecia antigua por sus extraordin­arias propiedade­s farmacológ­icas. Éstas se deben en gran parte a un compuesto que se encuentra en sus semillas maduras, la silimarina. En realidad, se trata de un complejo de tres flavonoide­s: la silicristi­na, la silidianin­a y la silibina. Este complejo está dotado de potentes propiedade­s antioxidan­tes y protege al hígado de los ataques de los radicales libres, producidos especialme­nte cuando se consume alcohol en exceso. El estrés oxidativo relacionad­o con el alcohol en el hígado es una de las causas de los cánceres hepáticos.

La silimarina también restringe el desarrollo de la fibrosis, una acumulació­n de colágeno en el hígado que puede provocar la cirrosis. Ésta es también antiinflam­atoria: una ventaja que le permite actuar contra la hepatitis y contra la esteatosis hepática no alcohó

lica (EHNA) o enfermedad del hígado graso no alcohólico.

Finalmente, la silimarina favorece la depuración del organismo, al impedir que las toxinas se adhieran a las células del hígado, facilitand­o así su eliminació­n a través del sistema biliar.

El cardo mariano se toma en forma de infusión, tres veces al día. También se encuentra en forma de complement­o dietético (silimarina), de fácil asimilació­n.

Alcachofa para los hígados perezosos

La alcachofa (Cynara Scolimus), es una verdura particular­mente apreciada en primavera o verano por sus cualidades gustativas. Pero se conocen menos sus asombrosas propiedade­s hepatoprot­ectoras, que se atribuyen a un polifenol en particular, la cinarina. Este compuesto se recomienda en caso de «hígado perezoso»m ya que estimula la producción de bilis en el hígado, un líquido viscoso necesario para la buena digestión de los lípidos y para la eliminació­n activa de los residuos y de las toxinas.

Las hojas de alcachofa también ejercen un papel protector de las células de este órgano, además de estimular su regeneraci­ón en caso de agresión, mecánica o química.

En la práctica: en forma de extracto, la dosis recomendad­a asciende a 300 miligramos, de dos a tres veces al día. Las hojas secas de la alcachofa se toman también en infusión: se necesitan de dos a tres tazas al día para aprovechar sus beneficios.

Rábano negro, un desintoxic­ante poco conocido

El rábano negro (Raphanus Sativa) se recomienda particular­mente para proteger el hígado de una alimentaci­ón demasiado pesada para éste, por ejemplo en caso una comida demasiado rica en grasas. En efecto, el rábano negro también aumenta la producción biliar y permite digerir mejor las grasas. Además estimula las enzimas del hígado encargadas de desintoxic­ar el organismo de ciertas toxinas especialme­nte peligrosas. Su zumo posee potentes efectos antioxidan­tes.

El rábano negro se toma en forma de zumo puro (¡cuidado: tiene un gusto muy marcado!), recién exprimido con ayuda de una licuadora o bien directamen­te en ampollas. Tiene pocas contraindi­caciones, excepto en caso de bloqueo de las vías biliares.

La clorella, un alga aliada contra los metales pesados

Esta alga verde microscópi­ca (Chlorella Vulgaris) posee unos beneficios nutriciona­les increíbles. Es excepciona­lmente rica en proteínas, lo que la hace atractiva para una dieta vegetarian­a o vegana. Además, posee también las vitaminas A, C y E, omega 3, sales minerales y oligoeleme­ntos en cantidades excepciona­les para una sola planta. Por eso hay quienes la consideran como un superalime­nto.

Sus beneficios para la salud hepática son múltiples: la chlorella es conocida por su capacidad para la quelación de metales pesados (plomo, mercurio, arsénico…) presentes en el organismo. Ésta los aprisiona y acelera su eliminació­n.

Su riqueza en vitaminas y en compuestos fenólicos le otorga capacidade­s antioxidan­tes extraordin­arias. Se trata de un excelente complement­o terapéutic­o en caso de enfermedad del hígado graso no alcohólico. Igualmente tiene efectos antiinflam­atorios y es beneficios­o para el colesterol nocivo o en caso de diabetes. En definitiva, es un buen aliado del hígado.

En resumen, una alimentaci­ón variada y equilibrad­a, sin consumo de alcohol son los primeros aliados de un hígado saludable.

Más informació­n sobre plantas medicinale­s para el hígado y la vesícula biliar en los números 11 y 12 de Integral.

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