Integral (Connecor)

Grosellero negro . . . .

- DANIEL ALBORS PERICÁS.

El inicio de la primavera suele ser algo deseado para la mayoría de gente. Las horas de luz aumentan, la naturaleza se viste de verde, las primeras flores adornan nuestros campos y la llegada de los pájaros cantores nos hace más felices. Son cosas que aunque se repitan cada año, siempre nos deleitarán.

Sin embargo este despertar de la primavera, también trae consigo algo mucho menos bucólico, pues surgen las primeras alergias con las típicas molestias cutáneas y respirator­ias que, en algunos casos, pueden llegar a ser tan agudas que incapacita­n a quien las sufre.

El grosellero negro, Ribes nigrum, un arbusto que crece en los Alpes y norte de Europa, es uno de los remedios que la naturaleza nos ofrece para mitigar estos síntomas.

Esta planta es muy común en el Reino Unido donde se extendió debido a que el Gobierno Británico incentivó su cultivo durante la Segunda Guerra Mundial y la postguerra, por no tener a disposició­n otras fuentes de vitamina C, como por ejemplo los cítricos. Los frutos del grosellero negro (las grosellas) se distribuía­n gratuitame­nte entre los niños y también se elaboraban con ellos mermeladas, bebidas y siropes.

Propiedade­s antialérgi­cas y antiinflam­atorias

Las grosellas son una de las frutas más ricas en vitamina C, pero existen otras razones que explican porqué el grosellero negro se ha populariza­do mucho entre los practicant­es de la medicina natural durante los últimos 40 años.

Se ha comprobado que las hojas y yemas jóvenes de esta planta tienen propiedade­s antialérgi­cas y antiinflam­atorias, debido a su acción sobre las glándulas suprarrena­les (productora­s de cortisona), entre otras. Por ello ejercen una acción antiinflam­atoria muy positiva en casos de artritis, lupus eritematos­o, reacciones alérgicas, dermatitis, rinitis y asma.

El grosellero negro además, no tiene los inconvenie­ntes que a largo plazo acarrean los corticoide­s, fármacos que generalmen­te se prescriben en estos casos. Estos medicament­os ejercen un potente efecto antiinflam­atorio que ante una crisis aguda hace que desaparezc­an velozmente los síntomas, por lo que en una situación de urgencia resuelven rápidament­e el problema.

Sin embargo, se deben emplear con mucha prudencia y siempre bajo control médico, debido a que su uso prolon

gado puede originar muchos efectos secundario­s, como diabetes, osteoporos­is, inmunodefi­ciencia, lipodistro­fia, ansiedad, depresión y síndrome de Cushing.

Beneficios de las grosellas

Entre los componente­s de los frutos del grosellero negro, cabe destacar otros nutrientes importante­s (además de la vitamina C ya citada), como la vitamina B5 o ácido pantoténic­o, tan importante para tonificar las glándulas suprarrena­les, y la vitamina B3 o niacina. También contienen algunos minerales como el calcio, potasio, cobre, fósforo, magnesio, hierro y cinc.

Otros componente­s destacable­s de las grosellas son los flavonoide­s (principalm­ente rutina, quercitina y antocianin­as). Esto confiere a esta fruta propiedade­s cardioprot­ectoras y tonificant­es de las venas, ya que mejora su elasticida­d y la resistenci­a de los capilares. Por ello se recomienda­n en casos de varices, de hematomas que aparecen fácilmente y en la prevención de otras anomalías de la microcircu­lación, como ciertas alteracion­es de la visión.

Usos y precaucion­es

Las grosellas negras se pueden comer frescas o bien tomar algunos de los preparados que se encuentran en el mercado, como extractos, mermeladas, jarabes o zumos.

Las yemas tiernas y hojas del grosellero se encuentran en el mercado en forma de extractos y macerados. La dosis que se suele emplear es de 20 a 30 gotas, 3 veces al día, diluidas en un poco de agua.

Las grosellas no tienen contraindi­caciones salvo en las personas alérgicas a ellas.

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