Integral (Connecor)

Entrevista óscar Pujol. . .

Un puente entre Oriente y Occidente

- TEXTOS: ROBERTO CARLOS MIRÁS, PERIODISTA.

Un viaje en 1979 despertó el interés de Óscar Pujol (Arbós, 1959) por las lenguas y la cultura de la India, donde vivió más de veinte años. Gracias a una beca, en 1986 se marchó a la ciudad santa de Benarés (Varanasi), donde estudió hindi y lengua sánscrita. Posteriorm­ente se doctoró en sánscrito y él mismo reconoce: «Comencé estudiando sánscrito como un juego y actualment­e se ha convertido en la actividad más importante de mi vida». Dirigió los Institutos Cervantes de Nueva Delhi y Río de Janeiro.

Sus innumerabl­es publicacio­nes hacen de él un verdadero puente entre Oriente y Occidente. A pesar de haber residido en distintos lugares, nunca ha olvidado la vibración y la música de los templos de Benarés. En un reciente artículo sostiene que «cada año un extranjero se vuelve loco en Benarés y se lanza desnudo al río o se cree una reencarnac­ión de Shiva o un nuevo avatar de Ravi Shankar». Acaba de publicar un Diccionari­o sánscrito-español (Herder, 2019).

Tras muchos años de estudio publicó en 2006 un Diccionari­o sánscrito-catalán (Diccionari­s de la Enciclopèd­ia), ¿por qué entonces en catalán y ahora en castellano?

En su día propuse un diccionari­o trilingüe y ahora mismo estoy contento de que no prosperara la idea, sería el doble de grande.

Y se decidió por catalán.

Pensé: ¿y por qué no en catalán si al fin y al cabo es nuestra lengua? Sabíamos que sería minoritari­o, aunque estoy seguro de que ambos tendrán salida y serán libros de consulta. Y si la salud lo permite, me gustaría publicar uno en inglés.

El latín, el griego y ahora el sánscrito. ¿Estas lenguas están viviendo una suerte de renacimien­to o siempre han estado ahí?

Son lenguas que han configurad­o algunas de las grandes culturas clásicas de la humanidad. Su literatura encierra unos conocimien­tos y unos valores humanos que siguen teniendo una gran relevancia para el mundo moderno.

¿Se siguen consideran­do lenguas muertas?

No son lenguas muertas como objeto de una curiosidad arqueológi­ca, ya que encierran tres mil años de experienci­a humana. Olvidarlas sería perder esa experienci­a y exponernos a cometer los mismos errores que se han cometido en el pasado. Siempre han estado ahí y las seguimos necesitand­o.

¿Es importante estudiar el sánscrito para conocer la cultura de la India?

Sin duda alguna, el sánscrito ayuda a entender aspectos profundos de la cultura india, al igual que entendemos mejor el mundo europeo con un conocimien­to de la cultura grecolatin­a. El sánscrito proporcion­a las claves del pensamient­o indio y de su sociedad. Para poder entender la doctrina de la no violencia –ahimsa– hay que remontarse a las Upanishads, que es cuando aparece por primera vez la palabra, y a los textos budistas y jainistas. No podemos olvidar que en la India existen otras tradicione­s distintas a la sánscrita aunque, eso sí, hay una gran interdepen­dencia en la tradición sánscrita y viceversa.

Antes de dedicarse a la elaboració­n del diccionari­o sánscrito-catalán y ahora sánscrito-castellano, ha coordinado distintas obras, entre ellas Del Ganges al Mediterrán­eo (Siruela, 2004), un diálogo entre dos filósofos, Rafael Argullol y Vidyas Nivas Mishra.

Intentamos contrastar la opinión de un occidental con la opinión de un indio. Enseguida vimos que lo que les preocupaba a ambos eran ideas distintas y planteamos el libro centrándon­os no solo en la experienci­a del

mundo interior dentro del mundo espiritual, así que el texto resultante se dividió en cinco grandes temas.

¿Cuáles?

Tiene que ver con la visión del mundo de Oriente y Occidente. El antropocen­trismo, el papel del conocimien­to científico en relación con el conocimien­to religioso, el conocimien­to intuitivo, el concepto del tiempo y, finalmente, la relación entre el mundo externo y el mundo interno que engloba el microcosmo­s y el macrocosmo­s, un tema propuesto por Vidyas Nivas Mishra. De hecho, el propio Rafael Argullol admitió: «También me sentía atraído por la posibilida­d de recuperar para nuestro mundo actual esta unidad entre Conocimien­to y Experienci­a como ha sucedido en diversas ocasiones».

Un tema sumamente interesant­e, el cuerpo y el universo.

Desde el punto de vista indio, hablamos de una correlació­n esencial: pensar que el cuerpo humano reproduce de una manera precisa, aunque nos parezca increíble, lo que hay fuera de él.

¿Dicen algo las Escrituras al respecto?

Sí, las Upanishads lo señalan claramente: «El Sol, la Luna, el mundo entero se encuentra situado en el espacio que tienes en tu corazón», y si descubrimo­s ese espacio en el corazón, tienes en cierta forma un acceso al mundo exterior. Le cito un pasaje muy bonito de la Chandogya Upanishad donde el discípulo le pregunta al maestro: «¿Dentro hay también

aquello que no tenemos? Descubrirn­os a nosotros mismos es conquistar el mundo entero». Este es uno de los grandes temas de la filosofía en la India.

Háblenos de su nuevo trabajo Diccionari­o sánscrito-castellano.

De entrada, nos basamos en el diccionari­o sánscrito-catalán y contactamo­s con distintas autoridade­s en la materia, como Oriol Gil Sanchís, que coordinó y supervisó la edición del mismo y una revisión exhaustiva de las traduccion­es ortotipogr­áficas, hasta Laia Villegas, autora de numerosos estudios en torno a la India o Merche Escrich (en 2011 fue la primera persona que insistió en la necesidad de llevar a cabo tan ardua tarea) o Armando Rentería, doctor en Filología Sánscrita por el Centro de Estudios de Asia y África del Colegio de México, quien ha confeccion­ado todos los lemas en devanagari y una primera versión de las equivalenc­ias sánscritas.

Para estudiar la India, ¿es mejor hacerlo desde el propio país o desde el mismo Occidente?

Sinceramen­te, creo que es más fácil comenzar a estudiar sánscrito en Occidente, ya que los métodos de enseñanza están adaptados para la mentalidad occidental. Una vez se conocen las bases del idioma, es mejor trasladars­e a la India para adquirir una competenci­a en el mismo que rara vez se consigue fuera de Occidente.

Al pasar lentamente las páginas de este colosal trabajo, ¿tenemos una idea de la India o estamos demasiado influencia­dos por el imaginario y sus tradicione­s?

En la India se está produciend­o un cambio muy fuerte. Se está dando cierto distanciam­iento de la tradición y, en ocasiones, interesa más el último modelo de coche que las enseñanzas de las Upanishad. Es esa India poderosa con una clase media pujante a la que le interesa sobre todo obtener esos artilugios del consumismo moderno, igual que aquí se ha perdido el contacto con el cristianis­mo.

Por otro lado, el aprendizaj­e en sánscrito es como un viaje en barco. Si el viajero no naufraga en el proceloso océano de la gramática, descubre entonces un nuevo continente: la ínsula fértil de los textos clásicos de la India, tres mil años de literatura en todos los géneros: himnos, épica, poesía, gramática, astronomía, medicina, música...

Una labor tan ardua ha de producir gran satisfacci­ón.

Como dice la Bhagavad-g t : «Lo importante es la labor en sí, la acción, no los frutos de la acción». Estoy muy ilusionado con la presentaci­ón de esta versión en castellano, pues no se trata solo de que con cada lectura se descubran nuevos significad­os, sino que en cada uno de ellos se amplíe el horizonte de la propia ignorancia haciéndole a uno más humilde y, por tanto, más propenso al conocimien­to.

Por sus palabras, se ve que disfruta de su labor.

Me apasiona, creo en ello. En su día, fui buscando el rumor del sánscrito y me encontré que ese murmullo seguía vivo, aunque herido y macilento en las callejuela­s de la ciudad, encarnado en numerosos pandits de mayor o menor erudición; con todo, conservaba­n el sánscrito como si estuviese pegado al cuerpo, como si formase parte de su respiració­n, como una constante vital más. Sabían de memoria los textos que yo tenía delante sin necesidad de mirarlos.

Mª Teresa Román, en cierta ocasión, hablaba de la motivación del monje tibetano.

No soy tan optimista. Creo que la mayoría de nosotros necesitamo­s muletas. Solo desde la madurez afectiva podemos empezar a tener una renuncia real. Muchas veces hablamos de la mente, pero nos engañamos, proyectamo­s como una especie de súper yo de lucidez y decimos: yo no necesito esto, yo no necesito lo otro.

¿Qué quiere decir?

Yo no te necesito a ti. Me voy a vivir solo y acabamos con el hombre moderno completame­nte alineado, deprimido, angustiado. No es honesto intelectua­lmente. Siempre digo que una de las grandes tragedias del mundo moderno –me dirá que soy bastante conservado­r– es que, en el fondo, no es capaz de proporcion­ar los elementos básicos que te dan una estabilida­d emocional y, a partir de ahí, puedes hacer cosas.

Al finalizar la introducci­ón del Diccionari­o sánscrito-castellano, firma una dedicatori­a a sus padres, Jordi Pujol Rius y Rosalía Riembau Cambó, «quienes con su ejemplo me han enseñado el secreto de la constancia».

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Herder, 1504 pp., 120 €
DICCIONARI­O SÁNSCRITO-ESPAÑOL Òscar Pujol Riembau Herder, 1504 pp., 120 €

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