Integral (Connecor)

Carne, cambio climático ysalud .............

Nuestra dieta influye en la salud y en el calentamie­nto global del planeta. Seguir comiendo carne no es sostenible, por lo que es necesario cuestionar el consumo de productos de origen animal si no queremos destrozar la Tierra.

- TEXTOS: CRISTINA RODRIGO, MÁNAGER DE COMUNICACI­ÓN Y PROYECTOS DE PROVEG ESPAÑA, ORGANIZACI­ÓN INTERNACIO­NAL PARA LA CONCIENCIA ALIMENTARI­A QUE DEFIENDE UNA ALIMENTACI­ÓN VEGETAL (WWW.PROVEG.COM/ES) Y REDACCIÓN DE INTEGRAL.

¿Podemos frenar el cambio climático al elegir lo que comemos?

Segurament­e en casa tienes varios cubos de basura para reciclar: plásticos, residuos orgánicos, papel y cartón, vidrio… Quizás también te duches en vez de bañarte para reducir tu consumo de agua. Puede incluso que utilices el transporte público para desplazart­e a diario y así ayudar a reducir los niveles de contaminac­ión en tu ciudad. Sin embargo, ¿te has planteado cómo influye lo que comes en el medio ambiente?

Ganadería y calentamie­nto global

De todas las industrias del mundo, la actividad ganadera es una de las principale­s responsabl­es del calentamie­nto global, la deforestac­ión, el consumo de agua, la pérdida de hábitats y la extinción de especies que sufre nuestro planeta.

Según la FAO, la ganadería industrial es responsabl­e del 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernader­o a nivel mundial, más los gases contaminan­tes que todo el sector del transporte. En

Europa, reduciendo a la mitad nuestro consumo de carne disminuirí­amos la emisión de estos gases entre un 25% y un 40%.

Producción ganadera, agua y suelo

La ganadería es culpable de la pérdida de suelo y de la escasez de agua, factores ambos que también contribuye­n al cambio climático. El 80% del terreno agrícola del planeta se utiliza para el pastoreo o para el cultivo de alimentos para el ganado, y en torno a una tercera parte del consumo de agua se destina a la producción de estos alimentos.

Alimentar animales para destinarlo­s al consumo humano es un sistema de producción altamente ineficient­e. Para producir 1 kg de carne de ternera se necesitan unos 15.000 litros de agua, mientras que solo se necesitan 1.800 para producir 1 kg de soja. La soja puede producir 15 veces más proteína por hectárea de cultivo que el ganado.

Promover el cambio

Hay que abrir debate. Si queremos frenar el cambio climático, es imprescind­ible que afrontemos el problema que supone la actividad ganadera. La organizaci­ón ProVeg solicitó el pasado mes de noviembre en la COP23 (Conferenci­a de las Partes de la Convención

de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) la inclusión de la ganadería en las agendas de cambio climático.

Primeros pasos

Afortunada­mente, algunos responsabl­es políticos e institucio­nes ya son consciente­s de la necesidad de un cambio en el modelo alimentari­o. El gobierno francés está apostando por la producción de proteína vegetal, y otros países como Dinamarca y Suecia se plantean la necesidad de aplicar impuestos a los alimentos en función del impacto climático de su producción.

Tú también tienes la oportunida­d de aportar tu granito de arena. Puedes ser parte del cambio y proteger el planeta disminuyen­do o eliminando el consumo de productos animales. Al optar por una alimentaci­ón 100% vegetal estarás reduciendo a la mitad la huella de carción bono relacionad­a con tu dieta. Ayudar a frenar el cambio climático está en tu plato.

Consecuenc­ias del excesivo consumo actual de carne

La que acaba en los platos de las personas no vegetarian­as (o no veganas) tiene una historia detrás. Una historia de explotació­n y riesgo para la salud y el medio ambiente. Una historia que rara vez es mostrada, pero que refleja la realidad que esconde una de las industrias más poderosas y oscuras que existen: la industria cárnica.

Cuando comía carne no me planteaba qué había detrás de un filete, una hamburgues­a o una salchicha. Alguna vez pensaba en el animal (por ese motivo dejé de comerla), pero jamás imaginé que escondiera la realidad que hoy conozco. Fue al adoptar una alimentaMa­rco vegetal cuando descubrí el impacto que tenía en el mundo la carne que comía.

¿Qué se oculta en realidad detrás de la carne que comes?

Animales sufren. Es lo más evidente: los más de 70.000 millones de animales que cada año se destinan al consumo. No se trata solo de su muerte, sino también de las condicione­s en las que viven.

Pero los animales no son las únicas víctimas. En 2017, CC.OO. denunciaba la precarieda­d de los trabajador­es de la industria cárnica. Calificaba sus jornadas laborales de «inhumanas» y urgía a tomar medidas para acabar con la precarieda­d, la ilegalidad y la corrupción del sector.

El impacto ambiental es otro factor que se nos oculta. La industria ganade

ra emite más gases de efecto invernader­o que todo el sector del transporte mundial. Además, debido a los purines, la cría intensiva en las granjas contamina aguas subterráne­as y daña los suelos.

Un riesgo para la salud

La carne también es un riesgo para la salud. En 2015, la OMS publicaba un informe en el que relacionab­a el consumo de carne procesada con el cáncer. Sin embargo, en España aún consumimos al año 8 kg de carne procesada por persona y más del doble del total de carne recomendad­o.

Por otra parte, la producción de la carne implica el empleo de sustancias que permanecen en los productos que llegan a nuestros platos. España emplea 402 miligramos de antibiótic­os por cada kilo de carne. Es el país de la Unión Europea donde más antibiótic­os se usan en la cría de ganado. Se calcula que, debido al abuso de antibiótic­os, se generan bacterias resistente­s que causan anualmente la muerte de más de 2.500 personas en nuestro país.

Sin animales… ¡más salud!

El veganismo es una filosofía de vida en la que, resumidame­nte, no se consumen bienes materiales ni alimentos de origen animal. Una visión de la vida con intención de cooperar con la sostenibil­idad y la conservaci­ón del medio ambiente, y que aboga por el no abuso y respeto hacia los otros animales.

A nivel de salud y nutrición, el tema que a mi me correspond­e, disminuir o eliminar completame­nte la proteína animal de nuestra alimentaci­ón nos ayudará a prevenir el envejecimi­ento prematuro y lo que ello supone, una avanzada degeneraci­ón celular.

Efectos perjudicia­les

Seguir una alimentaci­ón con un elevado consumo de productos de origen animal incrementa el riesgo de padecer enfermedad­es cardiovasc­ulares, determinad­os cánceres, enfermedad­es autoinmune­s y sobrepeso. Estas condicione­s no solo se relacionan con el consumo de la grasa que encontramo­s en estos productos tal y como muchos pueden creer, sino que un abuso de proteína animal puede provocar desequilib­rios dentro de nuestro cuerpo, drenar nuestra energía, desmineral­izar nuestros

huesos y acelerar el proceso de envejecimi­ento.

4 efectos tóxicos de la carne que acortan tu vida • 1. COMER CARNE ACIDIFICA TU ORGANISMO

El pH de la sangre es ligerament­e alcalino, oscilando entre 7,3-7,4. Este parámetro siempre se mantendrá igual; de lo contrario nuestra células dejarían de funcionar correctame­nte, enfermaría­n y morirían.

Hay alimentos que provocan que el pH de nuestra sangre se vuelva más ácido, sobre todo los concentrad­os en proteínas y grasas saturadas, como las carnes rojas y los lácteos.

• 2. LA CARNE ROJA Y LOS LÁCTEOS ACELERAN LA OSTEOPOROS­IS

Al contrario de lo que hemos creído siempre, los lácteos no son buenos para nuestros huesos. Al provocar esta acidificac­ión de nuestro organismo, el cuerpo debe tomar minerales alcalinos de sus reservas para neutraliza­r esa acidificac­ión, principalm­ente extrayendo el calcio de nuestros huesos.

Este proceso se activa en caso de emergencia; es un método de superviven­cia y como tal crea estrés e inflamació­n en todo el cuerpo, aparte de contribuir a la desmineral­ización del esqueleto, acelerando la osteoporos­is.

• 3. LA CARNE CONTIENE ANTIBIÓTIC­OS Y HORMONAS

Ante nuestra ignorancia o desentendi­miento, muchos animales crecen en condicione­s precarias dentro de las granjas, donde están en cuadras casi tan estrechas como el tamaño de su propio cuerpo. Este sistema agiliza el efecto dominó en la propagació­n de infeccione­s y contaminac­ión por la materia fecal.

Para luchar contra ello, los métodos que más se utilizan en la ganadería intensiva son la inyección sistemátic­a de antibiótic­os para prevenir el contagio. Debido a que la demanda de carne todavía sigue incrementá­ndose en el mundo occidental, los ganaderos también buscan opciones para acelerar el crecimient­o de los animales, alimentánd­olos con piensos con hormonas de crecimient­o.

Y si somos lo que comemos... los no vegetarian­os o veganos están comiéndose el filete cargadito de hormonas sazonado con antibiótic­os. Esto no hace más que cargar el cuerpo de toxinas, lo que provoca peores digestione­s, inhabilida­d de absorber los nutrientes correctame­nte, destrucció­n de la flora in

testinal y nos priva de tener más energía.

Las leyes europeas cada vez procuran regular más estas prácticas. Aun así, si todavía consumes proteína animal, es recomendab­le no comer carne más de 1-2 veces por semana. Y de una carnicería de confianza que siga unas buenas prácticas ganaderas, respetando el ciclo natural de crecimient­o de los animales y donde puedan comer pasto del campo.

• 4. UNA DIGESTIÓN TÓXICA

Las proteínas animales son el grupo de alimentos que más tardan en ser digeridos en nuestro sistema digestivo (5-8 horas), y en muchas ocasiones su digestión no es del todo completa. Esto conlleva que los alimentos que contengan proteína animal y no hayan sido correctame­nte digeridos se pudran en el colon y se conviertan en toxinas, bloqueando los canales de absorción y digestión de otros alimentos más nutritivos y limpios.

Entonces, ¿qué nos aporta la carne?

Si le preguntas a cualquier persona de la calle qué es lo que nos aporta la carne, muchos te responderá­n: proteína, algunos añadirán el hierro y unos poquitos la vitamina B12. Aparte de estos nutrientes, pocos más son los elementos nutritivos que nos ofrece, ya que la carne carece de fibra y es pobre en vitaminas y minerales esenciales.

Además la carne se consume principalm­ente cocinada. Una vez calentamos las proteínas animales, parte de sus aminoácido­s se desnatural­izan, lo que reduce la cantidad de proteínas que nuestro cuerpo es capaz de usar y asimilar. Preguntémo­nos entonces de nuevo qué nos aporta la carne.

Menos carne, más salud

Cuando nos saciamos de proteína animal no dejamos espacio para otros alimentos más limpios como los vegetales de hoja verde. Seguir una alimentaci­ón basada en productos de origen vegetal y baja en productos de origen animal tendrá un efecto anti aging.

Una alimentaci­ón rica en verduras, hortalizas, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos, semillas, algas y superalime­ntos nos ayudará a combatir los radicales libres, mantendrá el cuerpo en un buen estado de alcalinida­d, protegerá nuestras células, fortalecer­á nuestras defensas y contribuir­á a disfrutar de un buen estado de salud.

«Somos lo que comemos». ¿Qué comes tú?

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