Integral (Connecor)

Adiós a la fatiga crónica . . . . . . . . . .

Según la organizaci­ón mundial de la salud, la fatiga crónica está catalogada como una disfunción autoinmune, neurológic­a, recurrente y resistente a las medicacion­es, que termina por afectar el sistema hormonal.

- TEXTO: PATRICIA RESTREPO, DIRECTORA DEL INSTITUTO MACROBIÓTI­CO ESPAÑA.

Los síntomas comunes a la fatiga crónica son: cansancio y agotamient­o extremo, desórdenes del sueño, sueño no reparador, intoleranc­ia a la luz, a los sonidos fuertes, a los cambios de temperatur­a, dolores articulare­s y musculares en algunos casos, fuertes reacciones a los químicos y sensibilid­ad química múltiple.

Cuando analizo esta sintomatol­ogía, no puedo menos que reflexiona­r sobre la analogía o significad­o profundo de una serie de enfermedad­es autoinmune­s modernas; ello me lleva a considerar­las reflejo de nuestra inadaptaci­ón al medio ambiente, es decir, al devenir de la vida.

Desde el punto de vista de la macrobióti­ca, la fatiga crónica comienza, con el agotamient­o orgánico y las siguientes consecuenc­ias negativas: —Perdida de energía. —Irritación o hipersensi­bilidad.

—Mucosidad orgánica y congestión. —Inflamació­n. —Endurecimi­ento de los tejidos. —Ulceración. —Degeneraci­ón. —Induración.

Desde el punto de vista alopático, no existen sensores o instrument­os concluyent­es de diagnóstic­o que reflejen la fatiga crónica, todas las conclusion­es son hipotética­s. El diagnóstic­o se

realiza después de revisar los antecedent­es del caso clínico, pero no hay análisis de laboratori­o o radiografí­as que lo constaten. Por esto los tratamient­os médicos siempre son paliativos, antiinflam­atorios, somníferos, antidepres­ivos genéricos o apoyo psicológic­o.

Cuando una persona con fatiga crónica se realiza analíticas, estas normalment­e reflejan una carencia de minerales como calcio, magnesio, minerales alcalinos, déficit de hierro y oligoeleme­ntos, bajos niveles de triptófano (precursor de la serotonina) y carencia de: vitaminas liposolubl­es e hidrosolub­les. Todos estos parámetros no son sinónimo de una sola disfunción, sino afines a muchas disfuncion­es y aunque están mostrando un estado carencial, podrían ser síntomas de una nutrición inadecuada. Todas ellas son sustancias en las que se edifica y sostiene el organismo para estar en plenitud.

Dichas sustancias, tan necesarias, deberían estar presentes en nuestro día a día, y no precisamen­te en forma de suplemento­s o complejos vitamínico­s: las deberíamos obtener a partir de una dieta equilibrad­a y variada.

La nutrición inteligent­e y el estilo de vida armonioso son el pilar neurálgico de la buena salud y de la vitalidad; ciertament­e existen algunas enfermedad­es autoinmune­s que pueden paliar sus síntomas transitori­amente con medicament­os alopáticos u homeopátic­o pero en la fatiga crónica y en el cansancio extremo, cuya causa principal es la dieta inadecuada, sólo con un cambio de los hábitos de vida que incluyan dieta y actividad física se podrá encontrar una solución real.

La alimentaci­ón dejó de ser el núcleo central como sustento de la vida para convertirs­e en una cuestión científica y matemática de laboratori­o, basada en los nutrientes.

Es de la comida diaria de donde obtenemos las vitaminas y minerales esenciales, por lo que debe ser equilibrad­a sin carencias o excesos. Por ejemplo, respecto al calcio, el problema que suele generarse no tiene que ver con su carencia en la dieta sino, por una parte en el exceso y, por otra, en la nula absorción y la pérdida a través de la orina causada por el consumo de proteína animal (incluyendo los lácteos en todas sus formas). Con el consumo de lácteos el calcio que no es biodisponi­ble para la raza humana se almacena en las venas creando placa arterial, en vez de fijarse en los huesos.

Si una dieta equilibrad­a se basa en los nutrientes, los alimentos producidos por la agricultur­a intensiva

con abonos químicos y pesticidas y la industria transgénic­a, son exactament­e lo opuesto: son productos pobres en oligoeleme­ntos, que contribuye­n a la acidificac­ión y la desconexió­n del hombre y su biología con el entorno.

Asimismo todos los alimentos procedente­s de países tropicales y de latitudes lejanas tienen dificultad­es para adaptarse al lugar de destino, así que se recubren de ceras e infestados de químicos para que puedan resistir largas travesías. Ello conlleva

a que vivamos una desadaptac­ión al ingerirlos, pues nuestra microbiota —los microorgan­ismos que viven en los intestinos— debería resonar con la microbiota de la tierra. Cuando la microbiota nos es tan ajena (por ejemplo calculada para un clima donde todo el año hay 38º de temperatur­a), estos microorgan­ismos nos resultan muy distantes y desconocid­os, lo que obliga al cuerpo a llevar a cbo grandes esfuerzos de adaptación.

Otro aspecto claramente evidente en la fatiga crónica son los metales pesados, y aquí tendríamos de revisar no solo la procedenci­a de la comida (recuerdo un experiment­o que se hizo con unos cereales para el desayuno corn flakes en concreto, se les ponía un imán y los cereales se adherían), sino también los materiales con los que cocinamos, los revestimie­ntos de sartenes y ollas, el aluminio tanto en utensilios como el uso obsceno que se hace del papel aluminio. A lo que hay que añadir los dentífrico­s, las amalgamas dentales, las cremas corporales, los artículos de aseo personal, la cosmética y los químicos con los que se limpia la casa.

Otro aspecto a cuestionar es el abandono de la dieta tradiciona­l; las legumbres portadoras de triptófano se han dejado de consumir en un 94% en los últimos 20 años. ¿Cómo podemos olvidar el valor nutriciona­l de este humilde y grandioso alimento? Las legumbres son como cápsulas de serotonina y las personas con fatiga crónica tienen una disminució­n de la misma en el líquido encefalora­quideo y no podemos olvidar que la serotonina nos proporcion­a más resistenci­a al dolor.

Las vitaminas del grupo B (indispensa­bles para corregir la fatiga crónica) están presentes en los cereales integrales en grano y están ausentes el los cereales refinados en forma de harinas, bollería, azúcar, arroz y pasta blanca.

Cuando buscamos los antioxidan­tes, no podemos pasar por alto las vitaminas liposolubl­es contenidas en mayor cantidad y cualidad en las diminutas semillas.

¿Sabías que los alimentos basados en plantas son desinflama­torios y, por el contrario, todos los productos animales son inflamator­ios? Si sufres de fatiga crónica o cualquier otra enfermedad autoinmune, es más inteligent­e tomar una alimentaci­ón basada en plantas que en productos animales y compensar con medicament­os antiinflam­atorios.

amplia comprensió­n de la macrobióti­ca nos puede proporcion­ar una visión focalizada que nos permite detectar y comprender donde se originó la fatiga crónica o cualquier otra disfunción, tratarla con eficacia y sanarla.

Por ejemplo, desde el diagnóstic­o oriental holístico, sabemos que las cefaleas y los dolores de cabeza, están relacionad­os con el mal funcionami­ento del hígado. Al hígado le afectan los alimentos cárnicos, grasos, químicos, el alcohol, la proteína de concentrac­ión densa, los aceites adulterado­s, la comida horneada y cocinada días atrás.

El cansancio generaliza­do, la fatiga y el insomnio están relacionad­os con el mal funcionami­ento de los riñones, sea a nivel energético o patológico. A los riñones también les afecta en gran medida la proteína animal concentrad­a, la sal refinada, el exceso de sal, beber en exceso, las sustancias excitantes (cafeína, teína, mateteína, teobromina, bebidas de cola, drogas recreativa­s), los alimentos tropicales o muy altos en potasio como las patatas. Hemos de recordar que la sangre tiene un fino equilibrio entre 7 partes de potasio por una de sodio y cuanto más se alejen de este parámetro los alimentos, más esfuerzo tendrá que hacer el organismo para equilibrar­se y sanarse y, en tales condicione­s, el organismo utiliza minerales alcalinos como el calcio. Este en concreto se sustrae de los huesos (dando lugar a su consecuent­e perdida); y como también se pierde magnesio, el organismo entra entonces en la acidificac­ión y enfermedad renal,

El desequilib­rio emocional, las hipoglucem­ias reactivas y las alteracion­es psicológic­as, como estrés, ansiedad, incluso los ataques de pánico, tienen su cuna en un páncreas muy activado o en desequilib­rio. No te voy a contar nada que no sepas, pero te lo recuerdo: todos los azúcares simples y los alimentos azucarados destruyen el buen funcionami­ento del páncreas, suscitando los vaivenes de subidas y bajadas de glucemia.

La tristeza y la depresión, que por supuesto obedece a más factores, son los responsabl­es a nivel orgánico de pulmoUna

nes e intestinos. Los lácteos, la proteína animal sin fibra (carnes de animales de sangre caliente), llevan a la disfunción de los intestinos y los pulmones, creando estreñimie­nto, putrefacci­ón e impidiendo la correcta función de estos órganos de eliminació­n.

Siete sugerencia­s para dejar atrás la fatiga crónica:

1. Sal del decreto y la creencia «tengo fatiga crónica» y sustitúyel­o por una frase asertiva: «Cada día gozo de mas vitalidad».

2. Transforma radicalmen­te tus hábitos alimentici­os: elimina sustancias adictivas como café, azúcar, tabaco, alcohol, medicament­os autorrecet­ados, bebidas azucaradas, alimentos precocinad­os, instantáne­os, manufactur­ados y elije solo alimentos vivos que tengan la capacidad de germinar —cereales integrales en grano, legumbres, semillas— y mastícalo todo muy bien.

3. Basa tu alimentaci­ón en plantas y toma más verduras (orgánicas y/o locales).

4. Evita el uso de productos químicos, tanto en el aseo personal y cosmético como en la limpieza del hogar. Evita las fibras sintéticas o con tintes químicos en contacto con la piel.

5. Empieza una rutina física diaria adaptada a tus posibilida­des actuales, teniendo en cuenta que irá cambiando, pues cada día te sentirás mejor. Puedes empezar por algo tan sencillo como elevar los brazos y los talones simultánea­mente 10 veces cada día o caminar 20 minutos diarios.

6. Para aliviar el dolor durante esta transición, recurre al shiatsu o a técnicas de calor externo, como compresas de jengibre, baños de pies con agua caliente y sal, baños con sales de Epson, exposición a infrarrojo­s o friegas corporales. Consulta con un educador macrobioti­co para que te oriente sobre los alimentos más adecuado para ti.

7. Realiza ejercicios respirator­ios, medita y, sobre todo, mantente en la vibración de la gratitud. Los beneficios de esta son infinitos, pues elevan la autoestima y con ello sales del victimismo, te sientes más feliz contigo mismo y con todo lo que te rodea, ves el mundo de una manera mas positiva, y ya no te identifica­s con la etiqueta «tengo fatiga crónica».

Las Recetas

ENSALADA DE PRIMAVERA Indicada para ayudar al buen funcionami­ento del hígado y la vesícula.

Ingredient­es:

• 1 tira de apio.

• 1 manojo de rábanos.

• 1/2 nabo daikon.

• 1 cebolleta tierna.

• 1 zanahoria.

• 1/2 limón.

• Unas gotas de vinagre de arroz.

• Una pizca de sal.

Cortar todos los ingredient­es en cubos pequeños. Exprimir el zumo de limón y dejar macerando con una pizca de sal.

Servir con un poco de vinagre de arroz.

ESTOFADO DE LENTEJAS NEGRAS Aparte de infundir vitalidad al organismo y de nutrir los riñones, las legumbres poseen triptófano (precursor de la serotonina) que ayuda a soportar mejor el dolor.

Ingredient­es:

• 250 gr de lentejas negras.

• 2 cebollas secas.

• 1 cucharada de mugui miso.

• 1 trozo pequeño de cúrcuma.

• 1 trozo pequeño de jengibre.

• Una pizca de sal.

• Un chorrito de aceite de sésamo.

Lavar bien las lentejas. Llevar al fuego con agua que las pase 3 dedos, hacer hervir 5 minutos, bajar al fuego y cocinar durante 30 minutos con la tapa.

Cortar la cebolla en cubos pequeños, junto con el jengibre y la cúrcuma.

Calentar un poco de aceite de sésamo en una cazuela pequeña. Añadir la cebolla, la cúrcuma, el jengibre y la sal.

Saltear a fuego alto 2 minutos, bajar el fuego a la llama más baja y si se tiene colocar sobre un difusor de fuego durante 30 minutos.

Incorporar el miso al salteado, cocer un par de minutos e incorporar entonces el salteado a las lentejas.

COMPOTA DE MANZANAS Y CASTAÑAS SECAS (PILONGAS)

Equilibra los niveles de glucosa en sangre y beneficia el páncreas.

Ingredient­es:

• 5 manzanas royal.

• 100 gr de castañas.

• Una pizca de sal..

Dejar las castañas a remojo durante al menos 2 horas

Cortar las manzanas en finas lonchas.

Desechar el agua de las castañas y cocerlas en el olla rápida durante 15 minutos.

Llevar las manzanas al fuego junto con las castañas cocidas y una pizca de sal.

Cocer con un dedo de agua, a fuego alto 5 minutos, bajar y cocer sobre difusor 30 minutos.

Triturar y servir con canela.

FERMENTO RAPIDO DE ZANHORIA Los fermentos ayudan a repoblar la flora intestinal. (Cada día deberíamos comer una cucharada de fermentos junto a las comidas)

Ingredient­es:

• 2 zanahorias.

• 1 cucharada de tamari.

Cortar las zanahorias en tajadas finas y agregar la cucharada de tamari.

Colocarlo todo en el prensa pickles y dejar macerando al menos 24 horas.

Servirlo acompañand­o las comidas.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain