Integral (Connecor)

Una buena circulació­n sanguínea ..........

- TEXTOS: BLANCA HERP Y LAURA TORRES CON INFORMACIO­NES DE CHRISTOPHE BERNARD, DR. FREDERIC VINYES Y DR. J.L. BERDONCES.

Con la edad aparecen señales que alertan de posibles problemas de circulació­n sanguínea: piernas cansadas, retención de líquidos en los tobillos, necesidad de masajear las pantorrill­as por la noche. Pero… ¡podemos actuar antes de que las cosas se compliquen! Un transporte perfecto

Una mirada básica para entender cómo se desarrolla­n y cómo prevenir los problemas de circulació­n puede ser la considerac­ión clásica del funcionami­ento del sistema circulator­io, equivalent­e al de un extraordin­ario sistema de tuberías. Todo comienza en el corazón (esa bomba que nunca se detiene) encargada de enviar oxígeno y nutrientes a las células del cuerpo a través de una red arterial (las citadas «tuberías»). Las arterias son las más grandes y, a medida que se acercan a las células, cada vez se vuelven más pequeñas (arteriolas y capilares).

Al final de este complejo sistema, una parte del líquido sanguíneo se reparte por los tejidos para nutrir las células. Y, a la vez, este líquido va recuperand­o los residuos que se originan en esas células para evacuarlos. Una parte se eliminará a través del sistema linfático y la otra por medio del sistema venoso de retorno al corazón.

El retorno al corazón

Cuando la sangre venosa regresa al corazón y a los pulmones para reoxigenar­se, en ese recorrido no interviene la contracció­n del corazón, sino otras más sutiles: las contraccio­nes musculares de los miembros y el abdomen, que desempeñan un papel impulsor decisivo. Por el contrario, ciertas enfermedad­es y la propia fuerza de la gravedad actúan en sentido contrario, entorpecie­ndo la circulació­n venosa de retorno. Por ello el sistema venoso está dotado de las válvulas connivente­s, una especie de válvulas antirretor­no.

Desgaste en las venas y fallos en las válvulas

Como sucede con todos los componente­s de nuestro organismo, las venas

también se desgastan. Son atacadas constantem­ente por el estrés oxidativo tan propio de la vida moderna, causado por una mala nutrición y los contaminan­tes que inundan el medioambie­nte, así como los pesticidas y otras toxinas a las que estamos expuestos todos los días.

Cuando el sistema venoso comienza a dar signos de insuficien­cia, y debido a los problemas de funcionami­ento de las válvulas connivente­s, la sangre venosa, por efecto añadido de la gravedad, tiende a acumularse en las partes más pendientes del cuerpo (especialme­nte en las piernas), dilatando las venas.

Este trastorno circulator­io es lo que se conoce como varices, cuyo grado de dilatación y severidad está directamen­te relacionad­o con el fallo de las válvulas connivente­s. Todo esto da lugar a una serie de síntomas muy comunes.

Factores de riesgo

Existen diversos factores que pueden conllevar una insuficien­cia venosa:

• Herencia genética. El factor genético es uno de los primeros que se deben tener en cuenta. Si uno de los progenitor­es sufre problemas de retorno venoso, es más probable que nosotros también los lleguemos a padecer. Por suerte, eso también permite empezar a prevenirlo­s enseguida.

• Posturas fijas. Las personas a las que más afecta la insuficien­cia venosa son las que tienen profesione­s que exigen permanecer de pie durante largos períodos de tiempo.

• Ropa muy ajustada. Dificulta la circulació­n sanguínea.

• Sobrepeso. Suele implicar una menor actividad física y pérdida muscular. En estén caso el sistema circulator­io de retorno no funciona correctame­nte, ya que la masa abdominal crea una resistenci­a que impide un buen retorno.

• Estreñimie­nto crónico. La retención crónica de heces en la zona pélvica (sección final del colon descendent­e, sigma y recto) dificulta el retorno del sistema venoso pélvico, lo que acaba afectando a las venas de las piernas, que se dilatan.

• Viajes largos y frecuentes en avión.

• Embarazo. El bebé ejerce presión sobre la vena cava inferior y, a menudo, bloquea parcialmen­te el retorno venoso. Esto provoca una acumulació­n de sangre de retorno en los miembros inferiores, dilatando las venas y acentuando los problemas de funcionami­ento de las válvulas connivente­s. Con todo, e independie­ntemente del embarazo, las mujeres padecen más problemas de este tipo que los hombres.

Fitoterapi­a: las plantas medicinale­s

Esta vez proponemos plantas medicinale­s con una acción relativame­nte rápida. No lograrán que las piernas recuperen la vitalidad de cuando teníamos 20 años, pero sí mejorarán los síntomas y actuarán como medida preventiva para que el daño no vaya a más.

CASTAÑO DE INDIAS (AESCULUS HIPPOCASTA­NUM)

Podemos encontrarl­a en forma de tintura, en cápsulas de extracto estandariz­ado en aescina (en forma de comple

mento) o bien también se puede tomar como castañas ya trituradas.

El castaño de Indias reduce la permeabili­dad de los vasos sanguíneos. Dicho de otro modo, evita que el plasma se escape de las venas inflamadas y se acumule en el tejido circundant­e.

La castaña es antiedemat­osa, reduce la sensación de piernas cansadas y también es venotónica, es decir, aumenta el tono del tejido venoso dañado y flácido, ejerciendo un efecto vasoconstr­ictor que aumenta la presión venosa y permite que la sangre retorne mejor al corazón.

Según un estudio publicado en The Lancet, un tratamient­o a base de castaño de Indias es tan eficaz como el uso de medias de compresión. Y además es mucho más tolerable en los meses de verano.

Se toman dosis bajas durante un largo período de tiempo, por ejemplo, entre 5 y 10 gotas de tintura dos veces al día. El extracto alcohólico diluido (1 parte de tintura por 4 partes de agua) también se puede aplicar directamen­te sobre las piernas cansadas, masajeándo­las de abajo arriba.

RUSCO (RUSCUS ACULEATUS)

Se conoce también como «acebillo», porque produce unas bolas rojas a modo de frutos similares a las del acebo. Sin embargo, no debe confundirs­e con el acebo (Ilex aquifolium). Es una planta perenne común, cuyas raíces, largas y carnosas, son las que cuentan con propiedade­s medicinale­s similares a las del castaño de Indias. Es venotónico y antiedemat­oso.

Encontramo­s la planta en forma de tintura, que puede sustituir a la del castaño de Indias o actuar en sinergia con él. Se tomarán de 30 a 60 gotas de extracto alcohólico dos veces al día. En cuanto a la tintura diluida, se puede aplicar en las mismas proporcion­es directamen­te sobre las piernas cansadas.

HAMAMELIS (HAMAMELIS VIRGINIANA) La corteza de este arbusto propio de América del Norte se ha convertido en un gran clásico de los herbolario­s. A diferencia de las dos plantas anteriores, existen muy pocos estudios científico­s recientes sobre el hamamelis, y hay que

retroceder a los años 70 para encontrar datos interesant­es.

Es rico en taninos y proantocia­nidinas, las dos sustancias que ofrecen su acción venotónica. También es astringent­e y antiinflam­atorio; sin embargo, como resulta muy astringent­e para las mucosas intestinal­es y puede interferir con la absorción de los nutrientes, es mejor tomarla fuera de las comidas.

Tome de 20 a 30 gotas de tintura dos veces al día.

En uso externo se puede aplicar la tintura diluida, tal y como se ha explicado anteriorme­nte. También puede hacer una decocción de la corteza y aplicarla con una compresa.

VID ROJA (VITIS VINIFERA)

La vid roja también es muy astringent­e y tiene propiedade­s relativame­nte parecidas al hamamelis como tónico de retorno venoso. Reduce el dolor y la congestión venosa de los miembros inferiores.

Puede tomarse en forma de tintura o en infusión de sus hojas. En infusión, pondremos una cucharada por taza de agua, bebiendo de dos a tres tazas al día entre las comidas. En tintura se tomarán de 30 a 60 gotas, dos veces al día.

GINKGO (GINKGO BILOBA)

Los extractos a base de hojas de ginkgo (normalment­e podemos encontrarl­os de forma estandariz­ada) aumentan el tono venoso, disminuyen la permeabili­dad capilar y aumentan la fluidez sanguínea. Los extractos y productos del mercado suelen contener un 24% de flavoglucó­sidos de ginkgo y un 6% de ginkgólido­s. Las dosis recomendad­as van de 120 a 240 mg al día en dos tomas.

Otras plantas que también ayudan a prevenir

Las plantas y complement­os dietéticos que veremos ahora son también muy eficaces para los problemas de retorno venoso.

SEMILLAS DE UVA. El extracto de pepitas de uva protege las venas y las

válvulas connivente­s antirretor­no de su deterioro prematuro. Las pepitas de uva poseen un alto nivel de proantocia­nidinas oligoméric­as (OPC), potentes flavonoide­s y antioxidan­tes. Se pueden tomar de 150 a 300 mg de extracto al día. Existen estudios que muestran que los OPC son mucho más potentes que la vitamina E y C frente al estrés oxidativo. En resumen, son auténticas sustancias antienveje­cimiento y también pueden encontrars­e en el hamamelis y en la corteza de pino marítimo.

PICNOGENOL. El extracto de corteza de pino marítimo, también llamado picnogenol, inhibe las enzimas hialuronid­asa, elastasa y colagenasa, responsabl­es de la degradació­n del tejido venoso durante la inflamació­n. Aunque este extracto es caro e imposible de preparar en casa, es un buen protector y se aconseja para prevenir estos problemas. Se toman de 100 a 200 mg al día de un extracto estandariz­ado en OPC.

* En la revista nos hemos ocupado varias veces de las plantas medicinale­s amigas del corazón. Encontraré­is más informació­n, por ejemplo, en los números 16, 74 y 75.

Algunas enfermedad­es y la misma gravedad entorpecen la circulació­n venosa de retorno.

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