María Borràs Blancafort
Directora de Integral
Ala hora de cerrar estas líneas, desde el confinamiento que exige el estado de alarma, esperamos que este número de la revista pueda daros información útil, ideas para cuidaros y un rato de ocio y curiosidad. El COVID19 lo ha puesto todo patas arriba y quizás hoy, más que nunca, somos conscientes de nuestra fragilidad, de cuán importante es la salud y de cómo dependemos de las condiciones de nuestro entorno.
También de nuestra responsabilidad en haber llegado hasta aquí y de cómo hemos gestionado el estallido de la crisis, a nivel individual y colectivo. ¿Seremos capaces de sentarnos a pensar realmente? ¿De dar nuevos enfoques a nuestras vidas? Confiemos que sí; en cierto modo, depende de cada uno de nosotros y de la capacidad que tengamos de exigírselo a nuestros gobernantes.
En un artículo reciente en The Washington Post, el científico y geógrafo Jared Diamond y el virólogo Nathan Wolfe recordaban cómo, desde la epidemia del SARS en 2002, que se manifestó por primera vez en China, quedó pendiente trabajar en la prevención de la siguiente epidemia. Por supuesto, nos ha pillado el toro.
Una parte del artículo explica cómo los mercados de animales salvajes, vivos y muertos, típicos en buena parte de los países asiáticos, son importantísimos puntos de contagio y probable cuna del COVID-19. (En el caso del SARS, se descubrió que el virus pasó de los murciélagos a las civetas y de estas a los humanos).
El gobierno chino ha clausurado, por fin, este tipo de mercados aunque sostienen Diamond y Wolfe que lo que hay que hacer es prohibir para siempre el comercio de animales que son usados para la medicina tradicional.
Es tiempo de reivindicar, más que nunca, la alimentación vegetariana o vegana, sostenible, sensata y de proximidad.
Que sea leve la cuarentena. Feliz salud y hasta pronto.