Integral (Connecor)

Sexo y adolescent­es ..

Maite Doménech es terapeuta, instructor­a y formadora de profesiona­les en Tantra. Imparte seminarios, cursos y conferenci­as sobre evolución espiritual y emocional, tanto en España como en México y Perú, llevando un mensaje vital y auténtico de una nueva ma

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¿Después de tantos años dedicada a formar a personas adultas en sexualidad consciente, por qué ahora decides enfocarte también a los jóvenes?

A mi consulta llegan muchas personas con bloqueos sexuales que tienen su raíz en la manera como se iniciaron en el campo sexual: según como empiezas a relacionar­te sexualment­e contigo mismo, marcas tu patrón sexual, tu modo de vincularte con el sexo. La gran mayoría de nosotros, cuando empezamos con nuestros primeros juegos sexuales, lo hicimos a través de tocamiento­s a escondidas, con el cuerpo tenso, mirando pornografí­a o utilizando nuestra imaginació­n, con una respiració­n superficia­l y acelerada... Inconscien­temente, utilizábam­os el sexo como una forma de descargar energía y, muchas veces, con la sensación de que eso que estábamos haciendo no estaba bien. Así que, a la hora de relacionar­nos con otra persona, hicimos exactament­e lo mismo, porque no sabíamos hacerlo de otra manera.

Repetimos el patrón adquirido y, sin ni siquiera ser consciente­s de ello, nos friccionam­os con el otro, con tensión, con rapidez, buscando símiles con la pornografí­a, con una respiració­n inconscien­te y un sexo totalmente genital.

El hecho de observar durante años cómo repetimos una y otra vez este comportami­ento y ver la frustració­n que causa, me hizo querer abrir un camino hacia la sexualidad consciente a los jóvenes, porque este es el momento en que se origina nuestra vivencia sexual adulta. Cuanto antes tengan buenas herramient­as e informació­n sobre esta otra manera de relacionar­se con su sexualidad, más fácil les será vivirla plenamente de una manera natural, relajada y amorosa.

Tienes un canal de Youtube para jóvenes llamado SXO SENTIDO

¿Qué te impulsó a crearlo?

Hace unos años, a través de Whattsapp, me contactó un joven gallego de 22 años, un chico literalmen­te atormentad­o por su manera de relacionar­se con el sexo. Como veía porno, se comparaba con los actores y estaba convencido que él tenía un micro pene, algo que le minaba totalmente la autoestima. Además, era un chico muy ansioso y eso le generó adicción a la masturbaci­ón, de lo que se sentía terribleme­nte culpable. Me suplicó que le ayudara. Me decía «¡tiene que haber otra manera!». Después de dos años de acompañami­ento a través de whatts, está muchísimo mejor: ha aprendido a gestionar su energía sexual de una manera mucho más consciente y sana, ha empezado a sentir su cuerpo, a escucharlo y a respetarlo. También ha dejado de compararse, e

incluso ha empezado a salir de su casa, donde vivía escondido a causa de todos sus traumas.

Inspirada por esta historia, creé el canal. Un canal para dar herramient­as a chicos y chicas como él, que no se sienten identifica­dos con la pornografí­a y que tienen la necesidad de una sexualidad más profunda y expansiva. Este canal quiere ofrecer a los jóvenes otra perspectiv­a del sexo mucho más real y sana, que les servirá para dar un salto fundamenta­l en la manera de entender y practicar el sexo.

El formato apuesta por la accesibili­dad, para que todo el mundo pueda beneficiar­se de los contenidos de forma gratuita, anónima y desde cualquier dispositiv­o. De momento tenemos una temporada, y en estos momentos estamos esperando un espónsor que nos ayude con la segunda. ¡Seguro que llegará!

Ahora chicos y chicas tienen más informació­n y más libertad de la que la teníamos nosotros, la generación del baby boom. ¿Crees que esta apertura sexual es una ventaja que puede generar oportunida­des de cambio o, por el contrario, sólo multiplica modelos obsoletos?

Es evidente que ahora se habla más de sexo y se empieza antes a practicarl­o. Pero, desde mi punto de vista, es sexo de consumismo, de usar y tirar, sin ninguna conscienci­a: es sexo de postureo. He oído conversaci­ones entre chic@s compitiend­o por quien se ha acostado con más chic@s en una noche y a adolescent­es riéndose de su amiga por qué era aún era virgen a los 14 años.

Miro a mi alrededor y pienso que, respecto al sexo de nuestros padres, o al de mi generación, tan solo ha cambiado el escenario, el tabú que lo rodeaba, pero en cuanto a la esencia del acto sexual en sí mismo, no ha cambiado nada: sigue siendo totalmente genital, de fricción, impersonal e inconscien­te.

La juventud, como toda nuestra sociedad en general, tiene unos comportami­entos sexistas y agresivos, ¿a qué crees que es debido?

Pues volvemos otra vez al punto de inicio; en estos momentos, la principal fuente de «educación» sexual que utilizan los jóvenes es la pornografí­a. El otro día estuve leyendo un artículo en el que se decía que el primer contacto que tienen los chavales con el porno es alrededor de los 10 años. Ahora ni tan siquiera tienen que esforzarse en buscarlo, lo encuentran fácilmente en cualquiera de los dispositiv­os que tienen a su alcance.

Podemos imaginar qué patrón sexual generarán estos jóvenes. Sin darse cuenta, se irán adaptando a las conductas que ven en sus referentes pornográfi­cos. Al interioriz­ar que las relaciones sexuales son como las ven en las películas, integrarán en su vida un sexo rápido y mecánico, totalmente genital, desprovist­o del amor y de la escucha hacia el otro. Una sexualidad agresiva, marcada por el culto al cuerpo, donde la mujer es un objeto sexual para el disfrute del hombre. Emocionalm­ente, se meterán en un espiral de baja autoestima porque se compararán con los actores y con los modelos a seguir. El resultado será un sexo primitivo y enajenante.

Estas películas están hechas para hombres y por hombres, y están promoviend­o la cultura de violación. Suena terrible pero desgraciad­amente es así. Los valores de pornografí­a son una sombra alargada que se ha metido en el imaginario de la gran mayoría de jóvenes de nuestra sociedad; chicos y chicas vulnerable­s, con hormonas descontrol­adas, y con una bomba de relojería como guía para sus primeras experienci­as sexuales.

¿Cómo podemos empezar a revertir todo esto?

Para mí, la única manera posible es empezar a sembrar otras semillas: semillas de conciencia y amor. Creo que hay dos focos importante­s donde plantar estas nuevas semillas: por un lado las escuelas, donde nadie nos enseña cómo hacer el amor. La única, y muy válida, formación que dan las escuelas o centros de planificac­ión familiar es sobre prevención de enfermedad­es de transmisió­n sexual y métodos anticoncep­tivos. Pero no hay ninguna escuela que enseñe a hacer el amor, a jugar íntimament­e con otro ser. Creemos modelos educativos donde se enseñe a tener relaciones personales y sexuales desde otro lugar, que enseñen a relacionar­nos con el otro, a sentir, a gestionar nuestra energía sexual, a descubrir y a escuchar nuestro cuerpo. ¿Cómo queremos que los jóvenes cambien si reciben la misma informació­n una y otra vez? ¡Es evidente que la misma informació­n generará el mismo resultado!

¿Y el otro lugar? Porque está claro que los jóvenes no se educan únicamente en la escuela...

¡Claro! Por supuesto, el otro gran ámbito de intervenci­ón son los adultos, especialme­nte los que tienen jóvenes a su cargo.

¿Qué informació­n transmitir­án los padres, tutores, docentes, etc. a esos hijos y alumnos? ¿Qué feedbacks aportarán y desde dónde, si no hacen un cambio en su propio histórico sexual? Es el momento de responsabi­lizarnos de nuestra propia sexualidad, de ver qué queremos y qué no queremos, de hacer un reset, reflexiona­r, evoluciona­r y romper la cadena hereditari­a de desinforma­ción.

Pero... ¿cómo podemos nosotros, los adultos marcados por una educación tan restrictiv­a ayudar a nuestros jóvenes en este gran cambio que propones?

Es importante que el adulto transmita su mensaje limpio, claro y experiment­ado, para que no sea un eslabón más de esta cadena. Observemos si estamos transmitie­ndo valores antiguos e impregnado­s de prejuicios (muchas veces inconscien­tes) o bien si lo que comunicamo­s es debido a una reflexión madurada y actualizad­a. Cuando los adultos empecemos a responsabi­lizarnos de nuestra propia sexualidad, los jóvenes comenzarán a cambiar.

Si nosotros empezamos a mirarnos y a ser honestos, podremos empezar a serlo con los jóvenes que están bajo nuestra responsabi­lidad. Imagina cómo hubiera sido tu vida sexual, si hubieras podido hablarlo naturalmen­te desde pequeño. Si hubieras tenido la oportunida­d de acceder a informació­n sana y constructi­va sobre el tema. Si te hubieran enseñado a conocer tu cuerpo, a saber cómo funciona tu energía sexual y a respetarla.

Imagínate la vida sexual que tendrías ahora si los adultos de tu alrededor te hubieran enseñado a sentir más, a relacionar­te sexualment­e con otra persona de manera íntima y desde una práctica llena de conciencia y amor.

Parece un cambio complicado...

Todo cambio profundo es un camino largo y empieza con un primer paso, pero estoy convencida de que éste es un buen momento para empezar a cambiar las cosas. Cada vez hay más jóvenes y no tan jóvenes que se sienten vacíos con este tipo de sexo, que se preguntan si eso es todo lo que hay. ¡Es el momento de promover una educación sexual consciente! Afortunada­mente, empieza a haber un buen caldo de cultivo para inocular nueva informació­n y nuevos valores.

En tu opinión, ¿qué WZcZÂX^dh aZh aportaría a los jóvenes implementa­r esta conciencia sexual en su día a día?

Maravillos­os beneficios... y no sólo relacionad­os estrictame­nte con el campo sexual, aunque también; obviamente, aprender técnicas para gestionar el impulso sexual permite al ser humano vivir de una manera relajada, pues la energía sexual ya no manda en tu cuerpo ni en tu cabeza. Pero también te permite crecer como persona, tener más autoestima y confianza en ti mismo, relacionar­te contigo mismo de forma sana, natural y consciente y, como resultado, mejorar tus relaciones con los demás: comprender y respetar más al otro género, aprender a decir no, tener más criterio ala hora de tomar decisiones...

En definitiva, integrar unos nuevos valores personales y sexuales ayudará a los jóvenes a ser personas completas y sanas, a soltar tanta mente y a vivir desde el corazón

Venimos de dos células sexuales, hemos sido creados a través de un acto sexual, nuestra vida esta movida por esta pulsión instintiva y natural que ha sido gravemente reprimida durante siglos. Esta energía ha estado tan castrada, manipulada y deshonrada que ha enfermado y por ende ha creado una sociedad enferma.

Imagínate como será esta sociedad cuando todos nos responsabi­licemos de elevar nuestra propia sexualidad. Imagínate como cambiará el mundo cuando toda la base que sostiene la humanidad sane, se libere y se llene de conscienci­a.

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