Virus y personas . . . . .
Al escribir estas líneas, en China se anuncian las primeras pruebas de una vacuna desarrollada por un departamento médico militar para combatir el virus COVID-19. El actual sistema médico sigue su curso, y pronto tendremos remedios convencionales para la siguiente oleada vírica.
Por otra parte, el descalabro político económico que se ha generado nos mueve a recordar la crisis sistémica que vivimos.
De los movimientos que preparan los que mandan nos ocuparemos pronto en la revista. De momento la salud física es lo más urgente. ¿Podemos hacer algo? ¡Claro que sí! De momento comenzaremos por reforzar el sistema inmunitario, actuando en el fortalecimiento de las defensas del organismo.
El peligro de un agente infeccioso
La expansión de este virus no se diferencia de otras plagas contemporáneas: nace en Asia y llega a Europa haciendo sus estragos hasta propagarse en América, África y Australia. ¿Cuál es la diferencia en cuanto a su peligrosidad? Lo que determina el peligro de un agente infeccioso es la combinación de tres factores: el vector de contagio, la morbilidad y la mortalidad.
Este virus tiene un vector de contagio entre 1,5 y 2,5, es decir, 3 veces superior a la gripe. Lo cual implica que su propagación es geométrica: 1-2-4-8-16-32-64128-256... y además, a diferencia de la gripe y del SARS (que fue, en 2003, la última epidemia por coronavirus), éste se contagia también durante las dos semanas de incubación, antes de tener incluso síntomas.
Todos infectados. Los datos
En cuanto a la morbi-mortalidad, todos vamos a infectarnos por el COVID-19 en los próximos tres meses. Ahora bien, de cada 1000 personas, 900 lo pasarán asintomaticamente, incluidos niños y jóvenes, y 100 mostrarán síntomas. De esos 100, 80 lo pasarán como una gripe severa con tos seca, dolor de cabeza y muscular, lo que requerirá una, dos o tres semanas en casa.
De los 20 que quedan, 15 desarrollarán una neumonía bilateral con dificultad para respirar, que requerirá ingreso hospitalario para administrar de acuerdo con los protocolos médicos convencionales, broncodilatadores, corticoides y oxígeno.
Los 5 restantes desarrollarán una fibrosis pulmonar que exigirá inmediato ingreso en la UCI con respiración asistida. De esos 5, 3 morirán y los 2 que se salven presentarán secuelas que pueden obligar a un trasplante de pulmón. Estas son las cifras que se manejan actualmente en la comunidad científica occidental (los datos en China han sido peores porque su sanidad no está tan preparada).
Visto así no parece tan grave, ¿verdad? El problema es que, a diferencia de la gripe (ante la cual una parte de la población se vacuna y además ataca progresivamente a lo largo de 5 meses al año), está infección es una oleada, de forma que en dos-tres meses se van a producir todos los contagios.
La alarma
Con estos datos podemos obtener unas cuentas sencillas, pero impresionantes. Por ejemplo, en la España actual, de los 47 millones de españoles, sólo algo más de 4 millones van a tener síntomas. De éstos, 3.200.000 la pasarán como una gripe mala en casa. 600.000 necesitarán ingreso hospitalario con oxígeno y 200.000 necesitarán UCI. El problema es que en España existen, entre el sistema sanitario público y el privado, solo 200.000 camas hospitalarias y 3.800 camas de UCI.