María Borràs Blancafort
Estimados lectoras y lectores:
Junio es el mes de inicio de verano, del solsticio de estío, de perspectiva vacacional. ¿No tenéis ganas de lanzaros a la naturaleza, sumergiros en mares, ríos, lagos, pantanos, de caminar descalzos por la tierra, el césped, la arena, de mirar las estrellas, en definitiva, de dejar atrás este duro invierno y encarar con alegría y esperanza los nuevos tiempos?
Junio es un mes de tránsito, tránsito entre la inestable, gozosa y colorida primavera y el estallido veraniego del buen tiempo y del calor. Es el mes de la noche de san Juan, festividad relacionada con costumbres ancestrales que nos conectan con los ciclos de la naturaleza, de la vida y la muerte, del renacer y el despertar. En este tránsito, el fuego juega un papel purificador y nos invita a renacer dejando atrás los despojos invernales de este difícil 2021 pandémico.
A la hora de cerrar la revista, leemos un precioso artículo del escritor Julio Llamazares en El País, Tiempo de cerezas (22 de mayo), que nos gustaría brindaros: «Como los revolucionarios del poema de Clément o los protagonistas de Montserrat Roig, que se obstinan en encontrar un sentido a la vida en la promesa de un tiempo de felicidad, todos los hombres y las mujeres identificamos el tiempo de las cerezas, esta primavera tardía que dejará pronto paso al verano, con el de la felicidad, por más que sepamos que esta no existe del todo y que su pérdida nos llenará de melancolía. Sabemos que es así, que las cerezas siempre vuelven a los mercados y a nuestras mesas y con ellas el tiempo de la alegría y el sol, esos dos ingredientes tan necesarios para nuestro bienestar últimamente no muy abundantes por desgracia.» Sea. Feliz mes de junio y feliz salud.