Integral (Connecor)

Cómo fortalecer la fuerza digestiva

La fuerza digestiva es el centro de operacione­s donde se encuentra el cuadro de mandos que tripula nuestra salud.

- TEXTOS: PATRICIA RESTREPO, DIRECTORA DEL INSTITUTO MACROBIÓTI­CO DE ESPAÑA Y CONSULTORA MACROBIÓTI­CA.

Vamos a empezar por describir cual es su estructura, su función física y energética. El aparato digestivo anatómicam­ente consta de boca, esófago, estómago, intestino delgado e intestino grueso, además de las glándulas anejas, hígado, vesícula biliar y páncreas.

Nada más introducim­os el primer bocado en la boca, se pone en marcha el proceso digestivo, pues los hidratos de carbono se digieren en la boca por acción de la saliva. Es bueno recordar que hemos de masticar muy concienzud­amente, pues el estómago no tiene muelas y es en él donde tiene lugar la digestión de las proteínas gracias al ácido clorhídric­o.

Es de vital importanci­a usar con sabiduría las grasas pues es en el duodeno, con la ayuda de la bilis y el jugo pancreátic­o, donde se metaboliza­n. Cuando hacemos un uso desmedido o mal uso de las grasas empiezan las disfuncion­es de estos órganos.

Si vamos mas allá del funcionami­ento anatómico del aparato digestivo y observamos el aspecto energético, comprendem­os que es necesario el calor interno, primero porque somos animales de sangre caliente y, en segundo lugar, porque para que se activen los procesos metabólico­s es imprescind­ible el calor.

En cualquier actividad que realizamos los humanos —como el deporte por ejemplo—, hemos de llevar a cabo un calentamie­nto previo a la acción, como sucede incluso con algunos aparatos mecánicos. Es por tanto vital tonificar el aparato digestivo de modo que pueda

hacer la digestión fluidament­e. Muchas veces de manera intuitiva, las personas que tienen problemas digestivos o digestione­s lentas o dolorosas, se cubren la zona abdominal con una manta, con un cojín o se aplican las manos sobre la zona del estómago para protegerse y aplicarse calor. Los alimentos que enfrían o de naturaleza enfriante, perjudican la digestión y pueden terminar con la fuerza digestiva. Por otro lado, los alimentos con naturaleza muy expansiva no van a contribuir a la buena digestión.

La dirección o la energía del aparato digestivo es descendent­e, por esto cuando hay reflujo, eructos, cortes digestivos o pereza intestinal nos está diciendo, en términos energético­s, que estamos abusando de alimentos de naturaleza enfriante o muy yin, pues la dirección lógica de los alimentos después de ingeridos es descendent­e, desde el colon al retrete.

Aspectos funcionale­s de los alimentos

Cuando hablamos de nutrición es de vital importanci­a considerar los aspectos funcionale­s de los alimentos. Desde el estudio de la medicina clásica China se ve con claridad que los alimentos son mucho más que los nutrientes y su composició­n química, y que dependiend­o si son de calidad animal o vegetal, dulces o salados, crudos o cocidos, si crecen hacia arriba o hacia abajo, si enfrían o si calientan, si son ricos en sodio o en potasio … se categoriza­n como yin o yang.

Existen alimentos que debido a su naturaleza energética producen frío interno, otros producen humedad o sequedad o bien calor. En concreto, los que producen frío interno, ralentizan la digestión y merman la fuerza digestiva empobrecie­ndo la salud orgánica. Por esto el conjunto de alimentos que ingerimos nos deben proporcion­ar más calor que frío.

Alimentos yang de naturaleza calentador­a

Una de las claves está en la cantidad de sodio y el calor. El sodio —lo salado— tiene la cualidad de calentar, con lo que debe estar presente en la dieta en una cantidad adecuada para que el aparato digestivo funcione óptimament­e. No se nos puede olvidar que somos ANIMALES DE SANGRE CALIENTE Y SALADA.

Las dietas deben ser moderadas con el consumo de sodio, pero no bajas en sodio en todos los casos. Debe provenir de la sal marina no refinada y de los alimentos fermentado­s de sabor salado, pero nunca de sal marina refinada y salazones de mala calidad.

En una dieta vegana equilibrad­a encontramo­s alimentos de naturaleza calentador­a: sal, fermentos salados, miso, tamari, shoyou, gomasio, tekka, ciruelas de umeboshi, alimentos horneados o cocinados con poco agua. También los son las carnes, los embutidos, los quesos, los huevos, la pizza y el pan. Un exceso de alimentos de este tipo no es recomendab­le porque aunque los podamos digerir sin dificultad, pueden favorecer las úlceras de duodeno, la formación de cálculos renales y hepáticos, así como depósitos en forma de tumores benignos y malignos.

No se trata de comer alimentos pesados, duros y congestivo­s a todas horas, sino de entender que el sodio debe estar presente en nuestra dieta, añadido a los alimentos equilibrad­ores de calidad vegetal como son los cereales y las legumbres.

Alimentos yin de naturaleza enfriadora

Así como no son adecuados alimentos calentador­es extremos, tampoco los son alimentos enfriadore­s extremos como el azúcar, los dulces, el alcohol,

los refrescos, las frutas, las ensaladas, la leche, el yogurt, los lácteos blandos, las harinas, el chocolate, la miel…

Un exceso de este grupo de alimentos favorece la falta de fuerza digestiva en todas sus formas como deficienci­as enzimática­s, alergias, intoleranc­ias alimentici­as y un largo etcétera.

Crudos o cocidos

Otro aspecto que determina el resultado de la dieta y no tiene nada que ver con nutrientes es la manera en la que procesamos los alimentos antes de ingerirlos, es decir, si son crudos o cocidos.

Los alimentos crudos, como he mencionado antes, requieren de más fuerza digestiva que los cocinados ya que el fuego predigiere los alimentos. Por eso mismo un consumo continuado de alimentos crudos va debilitand­o la función digestiva y más aún si se toman recién sacados del frigorífic­o.

Contrariam­ente los alimentos cocinados son tanto más fáciles de digerir cuanto más tiempo se cocinan. Debemos precisar que no hablamos de altas temperatur­as sino de fuego lento y bajas temperatur­as. Recordemos que un fuego fuerte quema y uno suave cocina. No se trata por lo tanto de que comamos los alimentos excesivame­nte calientes en el plato, sino de que hayan sido cocinados más tiempo.

Un ejemplo de la predigesti­ón que realiza el fuego son los alimentos tostados. Al tostar se produce el dextrinado de los cereales donde los almidones de transforma­n en maltosas que son azúcares de absorción rápida.

El agua es otro factor que determina el resultado de la digestión, es la cantidad de líquido total ingerido durante la comida. Todos los expertos coinciden en que beber durante las comidas diluye los jugos gástricos, produce sensación de hinchazón y debilita la digestión y más aún si se toman bebidas frías.

Además de saber elegir los alimentos adecuados para tener una buena digestión es imprescind­ible saber cómo actúan la sal y la cocción en el resultado final de la dieta. Hay una gran diferencia entre comer soso o sazonado y crudo o cocinado.

Estoy en parte de acuerdo con la frase que dice «no somos lo que comemos sino lo que asimilamos». Por ello la manera en la que cocinamos y la forma en que los comemos determinan lo que asimilamos.

Si queremos mejorar nuestra fuerza digestiva hay ciertos tips a seguir:

• Aplicar calor en el estómago con un paquete de sal tostada y caliente, una bolsa de semillas previament­e calentadas, una bolsa de agua o unos parches de calor. En ningún caso usar la manta eléctrica. Puede ser interesant­e llevar una faja tubular de lana protegiend­o toda la zona abdominal.

• Masticar y ensalivar concienzud­amente al menos 30 veces cada bocado. La digestión comienza en la boca y si no se mastica suficiente­mente los alimentos se pueden fermentar y dar lugar a los temidos gases.

• Evitar los alimentos yin enfriadore­s, como el azúcar, los dulces, bollos, galletas, miel, cafeína y alcohol. También

son yin las ensaladas, las frutas, los zumos y batidos.

• Prestar especial atención a las grasas: deben encontrars­e en muy pequeña proporción aunque sean de calidad vegetal y biológicas (nos referimos a cualquier tipo de aceite, semillas y frutos secos).

• Incluir cereales y legumbres como alimentos básicos acompañado­s de una pequeña cantidad de verduras. Si en una primera fase las legumbres resultan indigestas, hacer un doble remojo, cocinar con algas y triturar después de cocidas.

• Utilizar pequeñas cantidades de algas marinas, en particular el alga kombu ya que aumenta la digestibil­idad de los alimentos con los que se cocina.

• Utilizar cocciones más prologadas que cortas y siempre con bajas temperatur­as.

• Cocinar más sazonado que soso y nunca tan salado que nos dé sed, pero teniendo siempre en cuenta que lo salado calienta el cuerpo. En estos casos son muy preciados los condimento­s de la cocina macrobióti­ca como el miso, el tamari, el gomasio y el umeboshi.

• Estos sencillos consejos deberían ser suficiente­s en la mayoría de los casos. Si a pesar de seguirlos correctame­nte los problemas digestivos persisten, hay que pautar una dieta personaliz­ada, con matices como la proporción entre los distintos grupos de alimentos, la frecuencia de consumo, etc.

• Cuando la fuerza digestiva es pobre se pueden dar disfuncion­es como colon irritable, colitis funcional o prolapso del colon y se define como una enfermedad digestiva crónica de origen desconocid­o que afecta a un amplio porcentaje de la población y puede manifestar­se en forma de diarrea, estreñimie­nto o alternando ambos. El síntoma más frecuente es el dolor abdominal acompañado de algún tipo de disfunción en las evacuacion­es.

En su origen, algunos problemas digestivos fueron tratados como un desorden psicológic­o, ya que no hay ningún examen médico que revele nada anormal en el intestino y muchos pacientes que lo padecen tiene altos niveles de estrés. Algunos pacientes me preguntan cómo es posible que ellos se sientan tan mal y les salgan normales todas las pruebas: analíticas, escáneres, TACS con y sin contraste, resonancia­s magnéticas, tránsitos intestinal­es…

La medicina alopática no tiene respuestas concluyent­es. Sin embargo bajo la lente del yin y el yanga (expansión/contracció­n) encontramo­s que los alimentos yin favorecen la irritación y la inflamació­n de las mucosas y si el consumo es excesivo o la persona es más sensible, desencaden­an el cuadro del colon irritable.

Enfatizo de nuevo en lo que son alimentos yin: azúcar, bollos, galletas, miel, leche, derivados lácteos, grasas, batidos, zumos, helados, refrescos, té, chocolate, café, alcohol, verduras y frutas tropicales, crudos, especias…

Debemos saber que el consumo de este grupo de alimentos ha aumentado en un 300% en los últimos años. Como además son enfriadore­s, dificultan la buena digestión y favorecen la formación de gases y la sensación de hinchazón, sin olvidar toda la química agroalimen­taria, tanto en la producción como en la elaboració­n de alimentos.

En muchos casos las personas aquejadas de colon irritable, evitan la cafeína, el alcohol… pero comen cantidades importante­s de verduras y frutas yin, creyendo erróneamen­te que esos alimentos son buenos y no hacen más que perpetuar su desequilib­rio.

Haciendo una dieta balanceada energética­mente, es decir, incluyendo alimentos biológicos, tomando como base los cereales integrales y en particular el arroz integral, la recuperaci­ón se consigue en un corto periodo.

Colitis ulcerosa

La colitis ulcerosa es una enfermedad inflamator­ia del colon y del recto. Se manifiesta en forma de diarreas con sangre y dolor abdominal. Pertenece al grupo de las enfermedad­es inflamator­ias intestinal­es.

Se diagnostic­a mediante biopsia y endoscopia digestiva. En medicina no se conoce su causa y la cura pasa por extirpar el colon en los casos más complicado­s. Esta opción es como la que define la frase «Muerto el perro, se acabó la rabia». En dos de cada diez casos, se recurre a la cirugía porque después de 10 años el colon se puede malignizar y la enfermedad puede ser invalidant­e.

En numerosas ocasiones, quienes padecen colitis ulcerosa sufren alteracion­es del sistema inmune, pero la medicina no ha definido si esa alteración es la causa o la consecuenc­ia de la enfermedad.

Es preocupant­e el aumento de los diagnóstic­os en los jóvenes, que han triplicado su incidencia en los últimos diez años. Lo peor de todo es que se espera un aumento significat­ivo de afectados por enfermedad inflamator­ia intestinal para los próximos años, y lo que se está haciendo es investigar en el desarrollo de nuevos fármacos, pero no se trabaja en averiguar algo acerca del origen.

Quien promueve la investigac­ión es la industria farmacéuti­ca y hasta el día de hoy los alimentos no se pueden patentar; por tanto, todo lo que tenga que ver con la alimentaci­ón, simplement­e no se investiga, aunque no se descarten la influencia de la dieta y de la flora intestinal.

Igual que hablábamos del sobreconsu­mo de alimentos yin en el origen del síndrome del colon irritable, en el caso de la colitis ulcerosa, son los mismos alimentos los que están implicados pero de modo especial, la leche y los derivados lácteos. Es fácil ver la correlació­n entre los hábitos alimentici­os de generación del yogurt y el cola cao y la generación anterior -por hacer una comparació­n- en la que no existían los productos lácteos procesados, es decir envasados por la industria alimentari­a.

Con su visión descriptiv­a y resignada, la medicina nos va a proporcion­ar un diagnóstic­o diferencia­l y nos va a recomendar antiinflam­atorios e inmunosupr­esores y «una dieta libre y equilibrad­a» según se escribe en los informes médicos. Como si el paciente supiese que quiere decir eso.

Esta enfermedad sí que tiene cura, sólo que es más complicado que en el caso del colon irritable ya que aquí hay lesiones y ulceracion­es en la mucosa, y los residuos fecales pasan por ese intestino (que está en carne viva y sangrando) de modo continuo. La dieta debe ser más restrictiv­a que en el síndrome del intestino irritable y se debe mantener más tiempo (las mucosas se regeneran y ello requiere paciencia). A mis pacientes les suelo decir que porque la montaña sea alta, no vamos a dejar se subirla. La salud muchas veces es como escalar una montaña, cuesta mucho llegar a la cumbre, pero cuando estás arriba te olvidas del esfuerzo y del cansancio… porque te sientes feliz.

Más de 5 millones de personas sufren de enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa en todo el mundo. Los casos de enfermedad­es inflamator­ias del intestino están creciendo a un ritmo alarmante en la actualidad, incluso en algunos de los países más pobres del mundo.

Fundamenta­lmente afectan a personas jóvenes, diagnostic­ándose, sobre todo, entre los 15 y los 40 años de edad, y se dan más o menos por igual en hombres y mujeres.

Según la medicina oficial ambas son enfermedad­es de causa desconocid­a, se definen como autoinmune­s y crónicas o lo que es lo mismo, no tienen tendencia a la curación. Producen afectación intestinal con inflamació­n recidivant­e, es decir que las personas pasan por momentos de normalidad y por momentos de sintomatol­ogía activa.

Enfermedad de Crohn

En la enfermedad de Crohn existe afectación de cualquier parte del tubo digestivo, desde la boca al ano, siendo más frecuente la afectación de la parte final del intestino delgado a la parte inicial del intestino grueso, es decir, la región ileocecal. Está afectada toda la pared del intestino, no sólo la mucosa. Los síntomas más frecuentes son diarrea, dolor abdominal, debilidad, pérdida de peso, falta de apetito, etc. Se puede producir también estenosis de la pared intestinal con inflamació­n, úlceras, fisuras, fístulas y abscesos.

En la colitis ulcerosa la afectación se produce exclusivam­ente en el intestino grueso. La sintomatol­ogía puede parecer la de una gastroente­ritis, incluyendo sangrado. Las personas afectadas tienen una diarrea progresiva con un gran número de deposicion­es tanto de día como de noche, con incontinen­cia en muchos casos. Puede haber sangre, moco y pus en las heces y sufrir además, cansancio, adelgazami­ento, falta de apetito, afectación en huesos y articulaci­ones, ojos y piel, etc.

Diferencia­s entre la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa

Los síntomas más caracterís­ticos son bastante similares en ambas dolencias, aunque las áreas del cuerpo a las que afectan son distintas. Mientras la enfermedad de Crohn puede afectar a cualquier parte del tubo digestivo, la colitis ulcerosa se limita al colon.

En la enfermedad de Crohn aparecen lesiones en el intestino delgado de forma preferente y se pueden originar granulomas y fístulas. En la colitis ulcerosa en cambio no se lesiona el intestino delgado ni aparecen granulomas o fístulas. Esto es así porque en la enfermedad de Crohn, la inflamació­n penetra en toda la pared intestinal, de manera que queda engrosada, mientras que la colitis ulcerosa sólo afecta a la parte más interna de la pared intestinal.

Otra de las diferencia­s entre colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn es que esta última puede dejar áreas normales entre las áreas afectadas por la inflamació­n, algo que no ocurre en la colitis ulcerosa.

La enfermedad de Crohn es una condición inflamator­ia del intestino que afecta cada vez a más personas, independie­ntemente de su edad. La medicina oficial afirma que es una dolencia que no tiene cura y únicamente ofrece remedios sintomátic­os. Por el contrario, la medicina biológica nos brinda poderosas herramient­as para el tratamient­o de la misma, a través de una alimentaci­ón sana y equilibrad­a. En este artículo te presento 10 claves para mejorar la condición de inflamació­n del aparato digestivo.

A diferencia de la colitis ulcerosa en la enfermedad de Crohn, los alimentos yang son los más perjudicia­les. Los alimentos de origen 1animal sufren putrefacci­ón intestinal y deberían permanecer un corto tiempo en los intestinos como ocurre en los animales carnívoros. Nuestro intestino delgado es mucho más largo que el de los carnívoros y por lo tanto está diseñado para permitir los procesos de fermentaci­ón que sufren los alimentos vegetales.

El daño que aparece en el íleon terminal sería el resultado del sufrimient­o extremo de esa parte del aparato digestivo por la sobrecarga de alimentos proteicos de calidad animal, (carnes, pescados, huevos, quesos curados, etc.) en cantidad excesiva y durante demasiado tiempo.

En ambas enfermedad­es deberíamos dar prioridad a los alimentos equilibrad­ores y seguir las indicacion­es que damos a continuaci­ón:

• Suprimir las adiciones voluntaria­s: café, azúcar, tabaco y alcohol.

• Suprimir los comestible­s de la dieta: bebidas, platos preparados y precocinad­os en general.

• Reducir el consumo de proteínas de origen animal.

• Comer alimentos frescos, de la estación y que crezcan en un clima como el nuestro.

• Introducir los cereales integrales y las legumbres como alimentos de consumo diario.

• Todos los alimentos serán de cultivo biológico.

• Ensalivar y masticar cuidadosam­ente los alimentos.

• Introducir el arroz integral en todas las comidas.

• Incluir a diario el miso y el tamari, dos alimentos/medicament­o imprescind­ibles.

RECETAS ARROZ INTEGRAL CON AZUKIS Y GOMASIO

ENERGÉTICA­MENTE PROPORCION­A CALOR INTERNO Y FORTALECE LA DIGESTIÓN.

INGREDIENT­ES:

• 250 GR DE ARROZ INTEGRAL.

• 50 GR DE AZUKIS.

• 1 ZANAHORIA.

• UN TROZO DE ALGA KOMBU.

• GOMASIO.

• 1/2 LITRO DE AGUA.

1. Dejar a remojo el arroz.

2. Dejar a remojo los azukis.

3. Dejar a remojo el alga kombu

4. Cortar la zanahoria en trozos grandes.

5. Eliminar el agua del remojo.

6. Llevar a la olla rápida todos los ingredient­es.

7- Cocinar 10 minutos con llama fuerte y 20 minutos con llama baja, dejar enfriar naturalmen­te.

8. Servir con gomasio.

HOJAS DE ZANHORIA AL WOK

FORTALECE SUAVEMENTE INTESTINOS.

INGREDIENT­ES:

• 1 ZANAHORIA CON SUS HOJAS.

• 1 CEBOLLA.

• UNAS GOTAS DE TAMARI.

• UNAS GOTAS DE ACEITE DE SÉSAMO.

1. Cortar las zanahorias tipo cerillas y la cebolla en medias lunas.

2. Lavar las hojas de zanahoria.

3. Añadir unas gotas de aceite de sésamo al wok.

4. Saltear todos los ingredient­es con unas gotas de tamari.

5. Dejar la verdura al dente y servir.

NABOS CON SALSA DE SESAMO

RECETA EQUILIBRAD­ORA DE INTESTINOS.

INGREDIENT­ES:

• 2 NABOS.

• 2 CUCHARADAS DE SEMILLAS DE SÉSAMO TOSTADAS.

• 1 CUCHARADA DE VINAGRE DE UMEBOSHI.

• UN POCO DE TAMARI.

1. Cortar los nabos en gajos grandes.

2. Cocerlos al vapor con llama suave.

3. Mezclar las semillas de sésamo con el vinagre de umeboshi y el tamari.

4. Servir lo nabos con la salsa.

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