María Borràs Blancafort
Directora de Integral
Estimados lectoras y lectores:
Ya estamos a julio y ojalá a muchos de vosotros la lectura de este número os pille de vacaciones.
Estamos cerrando un curso muy duro. La pandemia ha seguido segando vidas, contagiando personas, provocando dolor y sufrimiento en muchos de nosotros, mermando economías y puestos de trabajo. Niños y jóvenes han terminado un curso que no se lo ha puesto fácil (se habla de altos índices de ansiedad y depresión entre la gente joven), y los adultos nos hemos ido reencontrando con familiares y amigos a los que hace tiempo que no veíamos.
Todos hemos seguido sufriendo la crispación política y ahora en que Europa nos ha concedido, por fin, esos deseados millones, confiemos en que sean utilizados con sentido común y por el bien colectivo. Que tengan en cuenta verdaderas políticas verdes que apuesten por la sostenibilidad y la preservación del planeta a corto, medio y largo plazo. Hemos dado algunos pasos, cierto. Pero aún queda camino por recorrer.
En el ensayo Las preguntas siguen
(Paidós, 2021) la activista Naomi Klein, recuerda como una profesora, indígena canadiense, hizo cantar a su hijo y a sus compañeros de clase la canción del agua, explicándoles que todos están emparentados entre sí, con las aves, con los grillos, con los salmones… Maravillada ante la escena, sostiene Klein que «hace unos años, la idea de que los humanos están literalmente emparentados con todas las criaturas del ecosistema no se enseñaba, y ahora se enseña en los colegios públicos. Así que las cosas están cambiando poco a poco. La pregunta es si lo harán lo suficientemente rápido, dada la velocidad del desmoronamiento, como para salvar a la humanidad.»
Siempre hemos insistido en nuestra responsabilidad ciudadana y colectiva a la hora de cuidar el planeta y, a pesar de esa lluvia de millones, no bajemos la guardia y sigamos exigiendo -a nuestros gobernantes, a nosotros mismos- actuar con responsabilidad y tino. Feliz mes de julio, feliz salud.