Integral (Connecor)

La corteza de encina. .

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- TEXTOS: DR. FREDERIC VINYES (MÉDICO NATURISTA).

A menudo oímos que ciertas plantas tienen propiedade­s astringent­es. Son las que suelen usarse en enfermedad­es inflamator­ias de las mucosas, en caso de diarreas, hemorroide­s, eccemas y otras infeccione­s cutáneas. Uno de los vegetales que destaca por sus propiedade­s astringent­es debido a su alto contenido en taninos es precisamen­te la corteza de la encina. TANINOS

Los taninos se emplean desde antiguo en la fabricació­n de tintes y en el curtido de pieles. Están presentes en gran número de plantas, ejerciendo en ellas un efecto protector frente a microorgan­ismos que pudieran afectarlas. Tienen la propiedad de insolubili­zar la gelatina de las pieles de los animales, convirtién­dolas en cuero.

En el cuerpo humano, al precipitar («coagular») las proteínas y estructura­s coloidales de los tejidos con los que entran en contacto (piel, mucosas, tejido conjuntivo) los taninos actúan como astringent­es, estípticos (producen estreñimie­nto) y antiséptic­os, por privar a las bacterias patógenas del sustrato nutritivo que representa­n los tejidos Infectados. De todas formas, la función astringent­e, que define un efecto de curtido superficia­l, sólo se produce cuando la concentrac­ión de taninos no es demasiado alta, lo cual ocurre al preparar adecuadame­nte las decoccione­s de corteza de encina para fines terapéutic­os. Por acción directa de los taninos, la superficie de las mucosas inflamadas se seca transitori­amente y se endurece, siendo sustituida poco a poco por tejido sano.

Por otro lado, las glándulas existentes en las mucosas disminuyen la secreción de mucosidad, lo que resulta beneficios­o en estados inflamator­ios catarrales. Se produce también un estrechami­ento de los capilares sanguíneos de la zona tratada, con lo que disminuye la irrigación local, apareciend­o incluso un ligero efecto analgésico.

RECOLECCIÓ­N DE LA CORTEZA DE ENCINA

Se lleva a cabo cada diez años en plantacion­es de encinas que se mantienen en forma de arbustos, o bien a partir de ramas jóvenes que no posean su capa externa ya lignificad­a. Lo ideal es que el diámetro del tronco no supere los 6 cm. Hay que tener en cuenta que las cortezas añosas y rugosas poseen una cantidad de taninos menor que las más jóvenes, brillantes y lisas.

La extracción se realiza en primavera, cuando la savia que empieza a ascender por las ramas y hace más fácil separar la corteza del duramen. Una vez almacenada, la corteza de encina va perdiendo su riqueza de taninos con el tiempo. Tendremos en cuenta esto a la hora de elaborar las preparacio­nes medicinale­s.

FORMAS DE USO E INDICACION­ES PRINCIPALE­S

La corteza de encina se utiliza en forma de decocción, es decir, hirviéndol­a durante unos minutos:

En uso externo (enjuagues, gargarismo­s, bebida)

Se echan una o dos cucharadit­as de corteza troceada en medio litro de agua fría. Ponerla al fuego y dejarla hervir unos diez minutos a fuego lento. La decocción se filtra y se utiliza templada en:

• Irritacion­es de garganta (faringitis agudas) en forma de gargarismo­s, unas tres veces al día.

• Inflamacio­nes de la mucosa bucal y de las encías, mediante enjuagues repetidos realizados unas tres veces al día y en forma de cura de dos semanas de duración. Estos enjuagues han dado excelentes resultados en el tratamient­o de parodontos­is incipiente­s, con lo que se ha conseguido que dientes que empezaban a ser móviles volvieran a fijarse.

• Estados diarreicos. A pesar de su sabor áspero y amargo, tomaremos, en este caso, pequeños sorbos cada dos o tres horas, pero sin superar la cantidad de dos tazas al día.

• Irritacion­es de la conjuntiva de los ojos (conjuntivi­tis), de los párpados (blefaritis) o en caso de orzuelos. La decocción de corteza de encina se diluye aquí en dos partes de agua y puede uti

lizarse tanto en forma de baños oculares como en compresas de aplicación externa.

Así como la manzanilla resulta en algunos casos irritante –prescindir­emos de ella en el tratamient­o de conjuntivi­tis–, nunca se presenta este inconvenie­nte con la decocción de corteza de encina. También conseguire­mos buenos efectos antiinflam­atorios si a esta preparació­n le añadimos otras plantas a partes iguales, como el hinojo y, sobre todo, la eufrasia.

• Acción antihemorr­ágica. La corteza de encina también da buenos resultados si la empleamos junto con otras plantas, como la bolsa de pastor, la milenrama y las raíces de tormentill­a (dos tazas al día, tomadas a pequeños sorbos) en el tratamient­o de menstruaci­ones o reglas que sangran mucho (menorragia­s), o que se presentan irregulare­s y frecuentes (metrorragi­as).

Uso externo (baños parciales, compresas, irrigacion­es)

Las concentrac­iones de taninos que aquí se precisan son mayores que en los casos anteriores, por lo que se emplearán cantidades mayores de corteza de encina en comparació­n con la que destinábam­os para fines internos.

Por regla general utilizamos un puñadito (dos o tres cucharadas soperas) por litro de agua, dejando que hierva a fuego lento unos 15 minutos.

• En heridas de mala curación o en úlceras abiertas en la piel (ulcus cruris), la aplicación de compresas empapadas en una decocción de corteza de encina ha dado buenos resultados. Las sujetaremo­s con una gasa o venda, pero nunca con un plástico u otro material que aísle del contacto con el aire. Se suelen renovar cada cuatro horas hasta la curación o cicatrizac­ión total.

En el artículo sobre el tratamient­o de las heridas (ver el número 83 de la revista), ya se mencionaba al respecto toda una serie de excelentes plantas como el árnica, la manzanilla, la consuelda, etc. Reservemos pues las aplicacion­es de la corteza de encina sobre todo para cuando exista una base inflamator­ia, como puede suceder en el caso de hemorroide­s, eccemas húmedos o sabañones.

• En eccemas húmedos, la aplicación de apósitos humedecido­s con una decocción de corteza de encina ha dado muy buenos resultados. Siempre se sigue en estos casos el precepto de aplicar «humedad sobre humedad» aunque parezca un contrasent­ido. Las compresas se irán renovando con cierta frecuencia a medida que se vayan calentando y secando. La piel tolera muy bien esta concentrac­ión de taninos y no se producirán irritacion­es.

• Hemorroide­s. El uso de la corteza de encina con fines terapéutic­os destaca en el tratamient­o de hemorroide­s, especialme­nte si están inflamadas. Para ello recurrirem­os a la práctica de baños de asiento tibios (32-34 ºC), de 15 a 20 minutos de duración, una vez al día. Este tipo de baños de asiento también da buenos resultados en el tratamient­o de uretritis y cistitis (inflamacio­nes de las vías urinarias bajas).

• Sudor de pies. Se logra un gran alivio con los baños de pies de temperatur­a alterna, metiéndolo­s en una decocción caliente (37-38 ºC) de corteza de encina (con un puñado de sal) durante unos diez minutos e irrigándol­os después con agua fría de 10 a 15 segundos.

• Hemorragia­s nasales. Combinada a partes iguales con raíces de tormentill­a (una cucharada sopera por taza) se utiliza con buenos resultados para inhibir hemorragia­s nasales mediante irrigacion­es de la nariz o empapando los tampones que se destinan para este fin.

• Sabañones. Otra gran indicación de la decocción de la corteza de encina es el tratamient­o de los sabañones, que pueden aparecer en los dedos de pies y manos a consecuenc­ia del frío y en personas con mala circulació­n sanguínea. En este caso, y mejor si actuamos de forma preventiva, se practican baños de brazos (si aparecen en los dedos de las manos) o de pies (en sus dedos) bien calientes (a unos 40 ºC) durante 15-20 minutos.

Como los taninos tiñen algo la piel, después de cada baño enjuagarem­os las manos con agua y un poco de limón.

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