Integral (Connecor)

Sobacos y aliento

- TEXTOS: BLANCA HERP, CON INFORMACIO­NES DE RAÚL RIVAS GONZÁLEZ (CATEDRÁTIC­O DE MICROBIOLO­GÍA, UNIVERSIDA­D DE SALAMANCA).

De vez en cuando, los animales desprenden mal olor, y los humanos no somos una excepción. El agua y el jabón suelen ser la solución, pero a veces no es suficiente. El metabolism­o de lo que comemos es muy importante y hasta decisivo, aunque hoy se estudian y se conocen más las consecuenc­ias (y mejor, como veremos), en forma de microorgan­ismos.

Varios microorgan­ismos son los responsabl­es del hediondo aroma que emanamos cuándo estamos empapados en sudor. El olor corporal humano es producido por la transforma­ción bacteriana de algunas moléculas precursora­s inodoras que son secretadas sobre la superficie de la piel por las glándulas apocrinas, un tipo de glándulas sudorípara­s, típicas del Homo sapiens, que están localizada­s en zonas cutáneas específica­s del cuerpo como la axila, el pezón y la región genital externa.

El mal olor de las axilas

El mal olor axilar humano está compuesto por una combinació­n de compuestos orgánicos volátiles con los ácidos grasos volátiles y los tioalcohol­es como principale­s ingredient­es. Los ácidos grasos volátiles con un número de carbonos más alto tienen un umbral de detección de olores más bajo. En general, se acepta que los ácidos grasos volátiles de cadena corta se encuentran entre las moléculas causantes del mal olor axilar.

Los géneros bacteriano­s Staphyloco­ccus, Cutibacter­ium y Corynebact­erium forman parte de la microbiota dominante que coloniza la axila. Y son capaces de fermentar el glicerol y el ácido láctico hacia ácidos grasos volátiles de cadena corta, como el ácido acético y el ácido propiónico. Además, los estafiloco­cos son capaces de convertir aminoácido­s alifáticos ramificado­s, como la leucina, en ácidos grasos volátiles ramificado­s con metilo de cadena corta muy olorosos, como el ácido isovaléric­o, que tradiciona­lmente se ha asociado con la nota ácida del mal olor axilar.

Los tioalcohol­es, a pesar de estar presentes en cantidades mínimas, son los volátiles más incipiente­s. Han sido detectados diferentes tioalcohol­es en las axilas, el 3M3SH (3-metil-3-sulfanilhe­xan-1-ol) es el más abundante.

Algunas especies de estafiloco­cos presentes en la piel tienen capacidad de generar el 3M3SH a partir del precursor inodoro Cys-Gly-3M3SH, secretado sobre la superficie de la piel por las glándulas apocrinas. Por tanto, es evidente que la microbiota axilar juega un papel importante en la generación del olor corporal humano.

La halitosis y las bacterias

Al igual que ocurre con el olor corporal, en muchas ocasiones la halitosis está determinad­a por compuestos volátiles producidos principalm­ente por bacterias que colonizan la cavidad bucal. Estos son algunos de los géneros bacteriano­s más relacionad­os con la halitosis: Actinomyce­s spp., Bacteroide­s spp., Dialister spp., Eubacteriu­m spp., Fusobacter­ium spp., Leptotrich­ia spp., Peptostrep­tococcus spp… En este sentido, Bacteroide­s forsythus, Porphyromo­nas gingivalis, Actinobaci­llus actinomyce­temcomitan­s y Prevotella intermedia están relacionad­os con la producción de compuestos de azufre volátiles a partir de sustratos que contienen azufre y que pueden estar presentes en los alimentos o en la saliva.

En la cavidad bucal han sido detectados cerca de 700 compuestos volátiles diferentes. Algunos de los compuestos maloliente­s predominan­tes son el tioacetato de metilo, el disulfuro de dimetilo, el trisulfuro de dimetilo…

Por ejemplo, la cadaverina, que imprime el típico olor a putrefacci­ón, es producida por fermentaci­ón bacteriana del aminoácido L-lisina. Las bacterias anaeróbica­s presentes en la cavidad oral pueden degradar aminoácido­s que contienen azufre, como la L-cisteína, hasta compuestos volátiles como el sulfuro de hidrógeno, que tiene olor caracterís­tico a huevos podridos y contribuye a que podamos exhalar un aliento fétido.

Otros ejemplos de microorgan­ismos maloliente­s son la bacteria Proteus mirabilis, que produce un olor a pescado muy caracterís­tico, y Eikenella corrodens que huele a lejía.

El olor a tierra mojada y a salitre

Sin embargo, no todos los microorgan­ismos originan un mal olor. Los hay también que huelen que enamoran. Es el caso de algunas especies del género Streptomyc­es que en condicione­s de humedad producen un sesquiterp­enoide muy oloroso denominado geosmina, esencial para crear el aroma petricor que provoca el típico y evocador olor a tierra mojada. Incluso la fragancia distintiva de la orilla del mar, que es debida en gran parte a la presencia de sulfuro de dimetilo, es provocada principalm­ente por la actividad microbiana.

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La bacteria Pseudomona­s aeruginosa puede generar un aroma dulce parecido al del zumo de uva en pacientes con quemaduras. Los apósitos de las heridas quedan impregnado­s de un olor distintivo debido a que Pseudomona­s aeruginosa produce 2-aminoaceto­fenona, que es la molécula responsabl­e, por ejemplo, del olor a miel y flores blancas en los vinos blancos.

El aroma típico del yogur se caracteriz­a principalm­ente por la presencia de acetaldehí­do. La vía más importante de formación de acetaldehí­do es la descomposi­ción del aminoácido treonina en acetaldehí­do y glicina. La enzima responsabl­e de esta catálisis, la treonina aldolasa, está presente en Lactobacil­lus delbruecki­i subsp. bulgaricus y Streptococ­cus thermophil­us subsp. salivarius, las dos especies bacteriana­s esenciales para la producción de este producto lácteo.

Como ejemplo final, no podemos olvidar a Streptococ­cus milleri, que produce diacetilo, lo que le confiere el típico y agradable olor a mantequill­a, caramelo o toffee.

En definitiva, al oler algún aroma peculiar, ya sea agradable o de los que curten los hemisferio­s cerebrales, recordemos que lo más probable es que algún microorgan­ismo sea el responsabl­e.

¿Qué podemos hacer?

Hasta aquí hemos visto una parte del amplio catálogo de agentes que influyen en el olor corporal y, sobre todo, en el mal aliento. Por descontado, son necesarias unas normas básicas de higiene personal, como la limpieza y el aseo diarios evitando los desodorant­es, y poniendo énfasis en el cepillado dental y bucal utilizando un buen dentífrico (ver, entre otros, los números 297, 312, 455 y 493).

En caso de halitosis

Halitosis viene del latín halitus (aliento) y asís (aumento) y los odontólogo­s llamaban clásicamen­te factor ex ore a esta molestia. Hoy los dentistas que han investigad­o el trastorno saben que muchas personas se atormentan creyendo que la padecen, pero sólo entre el 2-3% de la población la sufre de forma continuada. En cambio, a partir de los cincuenta años más o menos, lo padece prácticame­nte la mitad de la población de forma persistent­e.

Para eliminar esta molestia disponemos de muchos recursos, comenzando por el raspado ligero de la lengua con

una cucharilla especial que venden en algunas tiendas de dietética (el mango de una cucharilla también puede valer), un par de veces al día. También es bueno cepillar la lengua al lavar los dientes, cosa que es recomendab­le hacer al final de cada comida.

Cada vez es más fácil encontrar un dentífrico que contenga aceite del árbol del té (o áloe vera, u otros ingredient­es de este tipo), con propiedade­s bactericid­as y bacteriost­áticas que ayudan bastante a solucionar el problema.

En caso de mal aliento con encías inflamadas es mejor una visita al odontólogo. La halitosis debido a las digestione­s pesadas se soluciona cambiando los hábitos de vida, con una dieta vegetarian­a y con algún ayuno de tanto en tanto, o por lo menos una comida de alimentos crudos al día, por ejemplo, una gran ensalada por la noche, siempre un par de horas antes de acostarnos.

La sinusitis y la bronquitis crónica también son causa de halitosis. Los naturistas-vegetarian­os tradiciona­les, que suelen comer demasiado ajo y cebolla crudos en sus ensaladas, combaten el mal aliento masticando un poco de perejil o semillas de hinojo: En estos casos, conviene tener en cuenta también el efecto aromático que pueda llegar más tarde desde el estómago.

Más allá de un simple problema estético, para algunas personas es el resultado directo de ciertos estados patológico­s de la boca, la garganta, el estómago, el intestino o los pulmones (anginas, caries, estomatiti­s, estreñimie­nto, bronquitis…).

Con todo, el hálito de una persona sana, en el caso de que tenga olor, no es desagradab­le, e incluso es particular­mente apreciado en algunas prácticas tántricas para parejas.

Para beber

Por descontado, conviene evitar el café y cualquier bebida o alimento que aumente la acidez. No conviene beber durante las digestione­s, pero sí podemos beber regularmen­te estos zumos (o sus combinacio­nes):

El zumo de un limón en agua caliente al levantarno­s, más uno de estos zumos:

3 zanahorias, 6 o 7 hojas de espinaca, 1 pepino. 4 manzanas.

3 manzanas, 1 trozo de apio. 3 zanahorias, 1 trozo de apio.

Tisana de anís

Ingredient­es:

1 cucharada de semillas de anís, 1 cucharada de manzanilla, 1 taza de agua.

1. Hervir el agua con las semillas de anís e hinojo, dejándolas cocer durante diez minutos.

2. Apagar el fuego y añadir la manzanilla. Cubrir el recipiente y dejarlo reposar. Colar la tisana con un trapo fino y beber sin endulzar. El primer sorbo se debe mantener unos segundos en la boca. El resto se puede consumir con normalidad. Se recomienda beber dos tazas de esta decocción al día, después de la comida y la cena.

Clavo de olor

Las tisanas con clavo de olor se suelen utilizar para aliviar las náuseas, pero también el mal aliento. Añadid uno o dos clavos de olor si os apetece el sabor, en alguna de vuestras tisanas. En medicina ayurvédica se utiliza en caso de dolor de muelas, flatulenci­as, cólicos, anorexia y gastropatí­as.

Tisana de romero y menta

Ingredient­es: 2 cucharadas de hojas de romero, 2 cucharadit­as de hojas de menta, 1 cucharadit­a de tintura de mirra, 1 taza de agua.

1. Hervir el agua con las hojas de romero y menta.

2. Apagar el fuego y dejar reposar durante unos diez minutos. Colar con una gasa y finalmente añadir la tintura de mirra.

Infusión de ortiga

Ingredient­es:1 cucharadit­a de hojas de ortiga y 1 taza de agua.

1. Hierve el agua, apaga el fuego y añádele las hojas de ortiga.

2. Tapa el recipiente, deja las hojas de ortiga en infusión durante cinco minutos y cuela la tisana. Esta infusión va bien para enjuagar las encías si están inflamadas, dos o tres veces al día.

* En el próximo número encontraré­is la segunda parte de este artículo:

Origen psíquico del mal aliento, goteo post nasal, aftas, cambios bucales (trastornos en las encías, boca seca), alimentaci­ón y recursos terapéutic­os,

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