TELETRABAJO
ESTRÉS, ANSIEDAD, DEPRESIÓN… Y UNA FORMA DE AUTOEXPLOTACIÓN
El efecto negativo de la pandemia en la salud mental de la población es patente: han aumentado el estrés, la ansiedad, la depresión y el agotamiento. Se están estudiando las causas y el impacto, pero numerosos estudios apuntan a que el teletrabajo está detrás de muchos de estos sintomas y la mayoria de expertos temen que el deterioro de la salud mental persista con la vuelta a la «normalidad».
El teletrabajo, que irrumpió de forma arrolladora por los confinamientos, parece haber venido para quedarse en todas aquellas actividades que sea factible. Conviene pues considerarlo y minimizar el impacto cognitivo que significa para muchas personas, así como las dificultades, tanto para las relaciones como para la misma salud en general, procurando encauzarlo de la forma más positiva posible.
Angustia
Según el Wellness Coach Institute, entidad especializada en programas de bienestar corporativo, cuatro de cada seis personas que teletrabajan han declarado tener ansiedad o depresión. Además, las limitadas interacciones sociales de la gente durante la pandemia, unido a las tensiones entre los miembros de una misma familia encerrada en casa y al miedo a la enfermedad están contribuyendo también a aumentar una sensación de angustia entre los trabajadores.
Muchas personas han pasado de llevar una vida bastante activa en la que salían de casa por la mañana, hacían multitud de actividades, tenían reuniones con otros trabajadores o comían fuera a teletrabajar, cambiando también sus hábitos de ocio hacia actividades mucho menos activas en el propio domicilio y sobre todo con muchas llamadas y videollamadas que son un potencial generador de estrés si no se gestionan bien.
Las empresas han comenzado ya a tomar posiciones sobre cómo será el trabajo una vez recuperada la normalidad. Y hacen también números para ver si pueden ahorrar el coste de los edificios, por ejemplo. En todo caso, se sabe que la presencia del teletrabajo, más o menos redefinido, va a seguir en los próximos años.
«La pandemia y el teletrabajo están teniendo un efecto negativo en la salud mental de gran parte de los trabajadores, lo que para algunos puede suponer un lujo, como es trabajar desde casa, para otras personas, que se han visto obligadas a hacerlo, ha supuesto un cambio en sus rutinas que a veces no han sabido como sobrellevarlo», asegura Carlos Vasallo, director de Wellness Coach Institut.
¿Podemos hacer algo para combatir esa sensación de angustia, ansiedad, estrés y cansancio que nos provoca teletrabajar? Veamos unos primeros y sencillos consejos para tratar de hacer el teletrabajo lo más llevadero posible.
1. Limitar el uso de las videollamadas
El número de servicios de videollamada móvil alcanzó los 1.800 millones a nivel mundial en 2020; aumentando desde los 1.200 millones de 2019. Esto representa un crecimiento del 50% en 12 meses. Muchas de las conversaciones que un trabajador realiza mediante videollamada también se pueden resolver por email, y al escribir cada uno gestiona sus tiempos, se pueden hacer pausas y no hay que estar 100% pendientes de la pantalla (suele ser agotador). Además conviene agendar las videollamadas de manera espaciada a lo largo de la semana, para no tenerlas todas el mismo día.
2 Planificar el dia
En lugar de levantarse sin más, conviene emplear cinco minutos para repasar cómo se va a afrontar el día: ¿Nos duele algo?, ¿hemos descansado bien?, ¿a qué vamos a dedicar más energía hoy? Revisar cuales son los posibles potenciadores de estrés que uno puede tener y preparar cómo podemos reaccionar frente a ellos: esa reunión que no nos apetece, tener que ir al supermercado, una charla incómoda en casa... muchas de las cosas que nos estresan y que ya sabemos que van a pasar. Hacer una proyección mental de esa situación, y planear cómo podemos reaccionar, nos ayudará mucho a afrontarla.
3 Frecuencia mejor intensidad
También hay que dedicar otros cinco minutos a calentar nuestros músculos y articulaciones antes de ir a la ducha o a desayunar. Debemos pensar en nuestro cuerpo como si fuera un coche, que necesita coger temperatura antes de que podamos acelerar. Poco es mejor que nada, y frecuencia mejor que intensidad, es decir, mejor moverse cada día 20 minutos que una hora a la semana en máxima intensidad.
4. Evitar la multitarea
La capacidad de atención del ser humano, es decir, la cantidad de tiempo concentrado que una persona puede dedicar a una tarea sin distraerse, se ha reducido a ocho segundos, lo que supone una disminución de casi el 25% en los últimos 15 años. La multitarea (multitasking: hacer varias cosas a la vez) nos distrae aún más y evita que seamos productivos.
Por eso, cuando vayamos a abordar una parte concreta de nuestra jornada de trabajo en la que necesitemos estar concentrados, hay que tratar de no tener otros estímulos externos: apagar las notificaciones de los emails, las alarmas del móvil (lo mejor es que esté silenciado), evitar ruidos de fondo, no tener abiertas varias pestañas de navegación en el ordenador, y no contestar a nuestros mensajes de Whatsapp cada pocos minutos. Se puede tratar de hacer un descanso cada hora de cinco minutos o cada dos horas de diez minutos para revisar emails personales, y contestar mensajes en el móvil.
5. Mostrar gratitud
Todos estamos pasando por momentos muy complicados, pero seguro que tenemos muchas pequeñas cosas que agradecer. Antes de que hagamos nuestra primera actividad del día, en lugar de pensar en todo lo que no tenemos (un trabajo satisfactorio, buen sueldo, buena salud, etc.), debemos tratar de pensar en todas las pequeñas cosas que sí tenemos. Aunque sean pocas cosas, la mayoría de nosotros tenemos lo suficiente para vivir bien y muchas cosas que siempre hemos dado por hecho que hay que tenerlas porque siempre ha sido así. Aunque sólo sean unos segundos, hacer un ejercicio de gratitud nos ayuda a programar nuestro cerebro hacia un patrón de pensamiento positivo.
6 Buscar soluciones personalizadas
Estamos viviendo en la sociedad más longeva de la historia, pero eso no significa que vivamos mejor. Hay un exceso de personas con obesidad, con estrés, con falta de sueño o con trabajos que llevan al sedentarismo. El problema no está en que no queramos sentirnos mejor. El problema está en que el ritmo de vida ha cambiado y hay muchas personas que no tienen la información que necesitan para crear un plan que les ayude a aprender a sentirse bien.
Para poder afrontar cambios reales y duraderos necesitamos realizar un aprendizaje global del bienestar, de interiorizar la importancia de cómo nos alimentamos, cómo gestionamos el estrés o saber si descansamos lo suficiente, es decir, la suma de todos los elementos necesarios para que nos sintamos bien. Hacer una dieta pero seguir durmiendo menos de 6 horas hará que podamos estar más delgados pero menos sanos.
Hacer deporte de alta intensidad tres veces por semana, pero seguir trabajando 12 horas diarias con altos niveles de estrés, puede ser peligroso para nuestra salud. Afrontar un proceso de cambio requiere desarrollar e implementar un plan integral que debe de ser personalizado –idealmente por un buen terapeuta o profesional– para cada cual. Porque todos tenemos motivaciones, personalidades y necesidades diferentes.
Neurociencia
El cerebro es capaz de realizar una grandísima y variada panoplia de funciones, muchas más de las que desarrolla la vesícula biliar. Y en la era post Covid19, el cortoplacismo codicioso o la esclerosis sectaria que resulta de los intereses creados deben dejar paso a la inteligencia creativa, la inteligencia emocional y la inteligencia moral: toca ser valientes.
Cada empresa ha de estudiar bien qué precisa cambiar para no verse abocada a nuevos (y caros) cambios demasiado pronto. Por ejemplo, una empresa debe decidir muy bien si deja de tener una sede física o la necesita más pequeña. Pero desprenderse de sus sedes sin pensarlo puede condenarla a no recuperarlas si luego se necesitan.
En esa decisión deben considerarse variantes meramente económicas, pero también estudiar el impacto cognitivo que puede tener en sus empleados el no compartir un espacio físico. Habrá actividades donde la creatividad y la productividad no se vean afectadas. En otros casos, sí lo harán.
La vida volverá, más o menos, a como era antes para aquellas personas que se ocupan de los sectores primario y secundario más tradicionales. Quizá al de muchos servicios de cara al público como supermercados y restaurantes. No es el caso de aquellos servicios que pueden ser realizados «en remoto», a distancia: actividades en auge, vinculadas a las sociedades del conocimiento y que no dejarán de generar cada vez más empleo.
Llama la atención la iniciativa de Neuroderechos que ha lanzado el neurocientífico Rafael Yuste, de Columbia University, y que ya se está ensayando en Chile. Cada persona tiene su propia idiosincrasia, sus propios biorritmos. La casa oficina neuroderechos para sobrevivir al teletrabajo
Por eso cada uno se encontrará mejor o peor en los diferentes escenarios que han ido diseñando las modas laborales y también frente al teletrabajo. Hasta ahora algunos preferían vivir cerca de su lugar de trabajo, mientras que otros se alejaron al extrarradio para ener más espacio en casa.
Sin embargo, la pandemia ha hecho que casi todo el mundo que habita en las grandes ciudades, en casas generalmente caras y pequeñas, descubra que no estaban bien acondicionadas para que dos personas trabajasen en casa. Mucho menos si los hijos tenían que cumplir gran parte de su horario lectivo en las mismas.
La familia media se ha encontrado con que, de la noche a la mañana, tenía que improvisar uno o dos espacios de trabajo extra, con uno o dos ordenadores extra. Eso ha sido más fácil en casas más grandes, que dejaban más margen de maniobra para adquisición de equipos, si no los ponía la empresa ni el sistema educativo.
Con el teletrabajo instalado en casa a largo plazo, cada familia decidirá si reorientar su modo de vida, buscando en muchos casos una casa más grande pero más lejos de la urbe. O simplemente más barata, ya que ahora no será su prioridad la cercanía a una oficina que ya no existe o que no es estrictamente necesaria, pero que quizá requiera de un mínimo de presencialidad para fomentar la creatividad y el potencial de la empresa.
Zonas despoblados y cobertura de red
Las familias que opten por buscar esas residencias más apartadas tienen, además, derecho a buscarlas a su gusto para poder realizar sus vidas de la forma más ideal posible. Esto puede dar lugar a soluciones para, por ejemplo, las zonas despobladas: huir de ese futuro de grandes urbes superpobladas, muy caras e inhóspitas, para ocupar más superficie con una densidad de población compatible con una creciente actividad económica y creación de riqueza estable. La gran extensión del cableado de fibra óptica en nuestro país (España suma tantos kilómetros de fibra óptica como Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia juntas) es fundamental para abrir muchas oportunidades.