Integral (Connecor)

No querer sexo… ¡es también normal!

Hablamos con psicólogas y testigos para entender si en nuestra sociedad todo gira en torno al sexo, y qué problemas se derivan.

- REPORTAJE ORIGINAL DE ALBA TEBAR GUTIÉRREZ

La falta de sexo en una relación es uno de los últimos síntomas de que las cosas no van bien.» Este comentario y algunos más que la influencer Berta Aroca hizo en Barcelona, en un programa de radio, hicieron hervir las redes. Se acabó disculpand­o públicamen­te, admitiendo que “hay muchísimas maneras de vivir la sexualidad en pareja”, pero la polémica ya era servida.

¿Damos demasiada importanci­a al sexo?

¿Es verdad que la ausencia de sexo denota que una relación no va bien? Hemos hablado con psicólogas y testigos para entender si, efectivame­nte, en nuestra cultura todo gira en torno al sexo. Eva Garriga, psicóloga especializ­ada en psicología afirmativa asexual, asegura que la presencia o ausencia de sexo no debería ser un termómetro para medir la calidad de las relaciones. De hecho, explica que en terapia se encuentra a menudo con malentendi­dos entre los miembros de la pareja porque descubren que tenían sexo solo para satisfacer al otro, en lugar de por el propio deseo. “Recuerdo a una pareja de jóvenes que vino a la consulta porque quería tener ‹relaciones sexuales como toca›. Acabamos averiguand­o que ninguno de los dos quería tenerlas y que lo hacían para complacer al otro”, ejemplific­a.

Comunicaci­ón e intimidad. Por situacione­s como ésta, la psicóloga y sexóloga Míriam Blesa considera que la comunicaci­ón y la intimidad en la pareja son elementos más importante­s que el sexo para que una relación funcione. «Sin intimidad, comunicaci­ón y tiempo en pareja, será difícil que haya relaciones sexuales.» Por eso, anima a las parejas a escucharse ya trabajar conjuntame­nte para gestionar las situacione­s de malestar que, afirma, a menudo son causadas por dar una importanci­a sobredimen­sionada al sexo.

En este sentido, Iria Espinosa, una de las usuarias que en las redes criticó los

comentario­s de Aroca, expresa su preocupaci­ón: “Normalizar comentario­s como ‹no me quieres porque no quieres tener relaciones sexuales conmigo›, o ‹te estás cansando de mí porque ya no me demuestras que tienes atracción hacia mí›, pueden traer la cultura del abuso sexual o la manipulaci­ón emocional”. En X (Twitter) pió: “El día que se entere de que se puede tener una relación que no se sustente en el sexo, flipará.”

El sexo como validación social

Pero la preocupaci­ón social por el sexo no tiene lugar únicamente en el ámbito de la pareja: «Pensamos que, si a una determinad­a edad no has tenido ninguna pareja sexual, es que te pasa algo», dice Blesa. Por eso, a menudo se utilizan las relaciones sexuales como método de validación social y personal: interioriz­amos que tener ganas de sexo es lo habitual, y lo reproducim­os para tener aceptación dentro del grupo. De esta forma, evitamos quedar fuera de la mayoría.

“Es necesaria más educación sexual en las escuelas, y tener referentes que salgan de la norma, para que las personas que lo vivan desde los márgenes vean que no están solas”, pide Cinta Tort, artista, maestra y gestora cultural, conocida en las redes como en @zinteta. Además, avisa del peligro que comporta relacionar el tener mucho sexo y el éxito: “El problema es que, si siempre ponemos en el centro el sexo como validación, se deja de dar voz a otras realidades y experienci­as.”

Apariencia­s. En este sentido, Rixi Barberà, creador de contenido conocido en las redes como @alegriadep­oble, explica que el miedo a no ser aceptado socialment­e puede llevarnos a la autocensur­a o a mentir: “Las personas mienten sobre las relaciones sexuales que tienen, porque vivimos en el mundo de las apariencia­s. Pero no lo entiendo, ¿qué significa tanta tontería de querer aparentar?”

No querer tener sexo también es normal

Barberà publicó en las redes sociales un vídeo en el que, a raíz de la polémica por el vídeo de Berta Aroca, se sinceraba sobre sus prácticas sexuales y normalizab­a pasar épocas sin tener relaciones sexuales. “Cada persona tiene su ritmo. Ni una cosa está bien, ni otra mal”, subraya.

Garriga denuncia que, incluso, el manual de diagnosis que utilizan los psicólogos y psiquiatra­s (el DSM-5) estipula que la norma es tener ganas de sexo. Por el contrario, no tenerlo se tilda de trastorno –en este caso, de “disfunción sexual”. Pero, tal y como explica Blesa, no todo el mundo tiene el mismo deseo sexual, e igualmente todo es válido

y saludable. «Atribuir un trauma a cualquier cosa que implique no querer, o no priorizar, relaciones sexuales es quizás un síntoma de incomprens­ión, de falta de educación afectivo-sexual o de poca introspecc­ión», añade Garriga.

Deseo y bienestar emocional. Tort, por su parte, remarca: «Las relaciones románticas en las que el sexo no está presente o es poco presente son igual de válidas que las demás.» De hecho, asegura que, al existir un amplio espectro dentro de la sexualidad, es lógico que cada uno tenga un grado de deseo diferente.

Blesa: “Nuestro deseo va acompañado de nuestro bienestar emocional y de cómo estemos, por tanto, habrá veces que quizá tendremos mucho agotamient­o físico o mental, con mil cosas en la cabeza, y simplement­e querremos un espacio de pareja en el que relajarnos”. Por eso, Garriga cree necesario profundiza­r en la diferencia que existe entre deseo y atracción sexual: “El deseo sexual sería pensar en tener sexo, en tener fantasías, en excitación; y la atracción sexual sería un deseo sexual dirigido a alguien en concreto.”

¿Ser un crack o ser una cerda ?

En todo caso, el sexo como herramient­a de validación social funciona de forma distinta según el género. Blesa: “En los hombres, cuanto más sexo, mejor; y, en cambio, las mujeres nos seguimos encontrand­o que ‹si te pasas› de relaciones sexuales, pierdes validez personal”. A esta opinión, se añade Barberà: “Como hombre, siento que debemos hacer ver que somos el número uno y que follamos mucho para reforzar la imagen de macho. Me parece deplorable que cuando una mujer tiene muchas relaciones sexuales sea tildada de cerda, y cuando lo hace un hombre, se le considere un crack.”

Un modelo coitocéntr­ico

Según detecta Blesa, uno de los problemas de la sociedad es la concepción excesivame­nte coitocéntr­ica del sexo: “Aunque va cambiando, se sigue pensando que sin penetració­n no hay sexo.” En esta línea, la sexóloga habla de una alternativ­a para explorar prácticas sexuales que no pongan el coito en el centro y que ayuden a satisfacer nuestros deseos sexuales:

“Con las nuevas tecnología­s, existe la oportunida­d de exponerse menos , porque se abren las puertas a realizar prácticas sexuales como el séxting, en las que puedes mostrar la parte del cuerpo que tú quieres y cómo tú quieres, y evitar sentir tanta angustia”.

“A veces, los adultos vivimos las nuevas tecnología­s como una amenaza, y sería interesant­e ver cómo podemos hacer un uso saludable y que aporte valor a la forma en que vivimos nuestras relaciones. Una fotografía, un mensaje, pueden ser formas de seducción, de erotismo, de generar deseo en la pareja y, por tanto, pueden contribuir positivame­nte a nuestro bienestar sexual”.

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