Claves para acertar
1. Elige el tono acorde con tu hogar
El color es el primer factor a tener en cuenta. Puedes decantarte por tonalidades naturales o más rojizas, pero también por colores de tendencia como el blanco o el gris. Los diseños más claros sirven para ganar espacio y luz, de la misma forma que las lamas orientadas hacia la fuente lumínica generan mayor sensación de amplitud. Por el contrario, los suelos oscuros transmiten calidez y resultan más acogedores, siendo ideales para estancias grandes. En cuanto a acabados, los hay en brillo, mate o satinado.
2. Decide el formato adecuado
Las últimas tendencias, tanto en maderas macizas como en laminados, apuestan por los formatos de lama más largos. Son ideales para espacios diáfanos en los que se unen, por ejemplo, el salón y la cocina. Otra tendencia es el gusto por lo artesanal. Las nuevas tecnologías permiten fabricar suelos que recrean maderas en bruto, muy naturales y nudosas.
3. Adapta la elección al uso del suelo
En laminados deberás elegir un modelo capaz de resistir al desgaste, en función de si es moderado, intenso o muy intenso. Valóralo teniendo en cuenta las actividades que se lleven a cabo en cada estancia y ten en cuenta que si tienes calefacción radiante, ya sea de agua como eléctrica, el suelo debe ser compatible con estos sistemas.
4. Si te interesa la madera maciza...
Ten en cuenta que es menos económica, pero de gran calidad. No hay grados de resistencia, sino distintas calidades de barnizado y durezas. Aunque sea más delicada que un laminado, la madera maciza se puede reparar cada cierto tiempo para que dure toda la vida, y ofrece un gran confort, calidez y autenticidad.
5. Para una buena base aislante
Aislamiento acústico contra pasos: en los suelos laminados, las pisadas suelen producir ruidos conocidos como ‘eco de pasos’. Este sonido, no obstante, se puede minimizar con la base aislante sobre la que se instala el suelo. Así, una adecuada será capaz de absorber este eco y reducirlo a la mitad de su nivel acústico.
Aislamiento acústico en estancias inferiores: al caminar sobre un suelo laminado o de madera ser produce un efecto parecido al anterior en las estancias inferiores, que también se puede reducir sin problemas utilizando una buena base.
Nivelación de irregularidades en el suelo: para evitar que queden huecos entre el suelo y la superficie sobre la que se instala, se recomienda usar una base que sea capaz de salvar irregularidades aisladas.
Capa de protección frente a humedad: los suelos laminados y de madera son sensibles a la humedad. Por eso, disponer de una buena base puede evitar que el suelo resulte dañado y mejore su rendimiento en zonas de gran humedad.