TESORO LÍQUIDO
Justo ahora que somos tan conscientes del valor del agua, sin lugar a duda, los pequeños gestos cuentan más que nunca. En el caso de que tus griferías no dispongan de aireadores –también llamados perlizadores o atomizadores–, éste es un fantástico momento para instalarlos: al introducir aire a presión en el caudal de agua que expulsa el grifo, reduce hasta en un 50% el volumen sin que apenas se note o afecte al nivel de confort. Lo mismo ocurre con las griferías termoestáticas de la ducha –gracias a sus dos mandos, uno para la temperatura y otro para regular el chorro, el agua sale a la temperatura deseada de forma rápida y constante– o los inodoros con sistema de doble descarga. Por supuesto, también puedes sustituir tu antigua bañera por un plato de ducha: se estima que al ducharnos gastamos entre 8 y 15 litros de agua por minuto; para llenar una bañera, como mínimo, se necesitan 100.
Las bombillas led y la instalación de sensores de movimiento, capaces de activar las luminarias sólo cuando alguien entra en una área del hogar, ayudan a reducir la cuantía de la factura de la luz. Sin embargo, no hay que olvidar que los electrodomésticos son los responsables de cerca del 60% del consumo de energía eléctrica en casa. El frigorífico es el que más gasta –un 30% aproximadamente, ya que nunca se apaga–, seguido del televisor, la lavadora, el horno y el lavavajillas. Si tienes pensado renovarlos en breve, presta especial atención a su etiqueta energética: se clasifican de la A –los más eficientes– a la G –los que menos–. Al comprar un aparato con una óptima calificación energética no sólo ahorrarás unos euros en la factura; sobre todo, contribuirás a un menor impacto medioambiental.
UN APARATO ES VERDADERAMENTE EFICIENTE CUANDO PROPORCIONA MÁS RENDIMIENTO CON MENOS ENERGÍA
EL USO DE MATERIALES REUTILIZABLES, RECICLABLES Y DE CERCANÍA SIENTAN LOS CIMIENTOS DEL ECODISEÑO
Las pinturas ecológicas o veganas, compuestas de materias primas de origen vegetal o mineral, cada vez cuentan con más adeptos por sus múltiples ventajas. A diferencia de las pinturas sintéticas, cuya composición se basa en derivados del petróleo, están libres de disolventes y sustancias nocivas; no contienen compuestos volátiles orgánicos –no irritan la piel, los ojos o las vías respiratorias– y crean una capa porosa en la superficie que permite que las paredes transpiren –el vapor de agua es evacuado al exterior, impidiendo tanto las condensaciones de humedad como la formación de hongos y bacterias–. Una de las formas más sencillas de identificarlas es buscando en su envase la etiqueta ecológica europea Ecolabel: una certificación que garantiza que la pintura o el barniz tienen un comportamiento medioambiental mejor que otros de su categoría.
Ala hora de adquirir nuevos muebles y accesorios, no habría que descuidar lo que se conoce como la regla de las tres R: reducir, reciclar y reutilizar. Gestionar de forma adecuada los residuos, tratar de dar una segunda vida a los objetos –en vez de tirarlos, verbigracia, plantéate si los puedes regalar a alguien– y comprar de forma responsable –en la medida de lo posible, elige productos locales– es beneficioso para el planeta. Por supuesto, aquí entra en juego el diseño circular: a diferencia del antiguo paradigma de usar y tirar, propio del ya caduco márketing de consumo masivo, este enfoque holístico minimiza los residuos, promueve la longevidad y produce productos que contribuyen tanto a una economía regenerativa como restauradora.