Zuckerberg: ¿el mayor banquero del mundo?
Facebook apadrina una moneda para 1.700 millones de personas a los que la banca tradicional no presta atención. ¿Busca «libertad y justicia»—según dijo Zuckerberg— o liderar un monopolio mundial alternativo del dinero?
¿Por qué? De las cinco preguntas canónicas a las que debe responder un análisis periodístico, ésa es la esencial para valorar la dimensión y el efecto sobre nuestras vidas que tendrá libra, el ambicioso proyecto de cibermoneda anunciado por Facebook.
Los directivos de la red social se empeñan en asegurar que el mayor impacto de su adopción a partir de 2020 será facilitar el envío de dinero entre personas y desde un país a otro. Su público objetivo son los «unbanked» (los «sin banco»), un neologismo que describe a los 1.700 millones de habitantes del planeta excluidos de los circuitos financieros convencionales.
Enorme mercado potencial
Es una buena razón, si la vara con que se mide fuera su beneficio potencial para la humanidad. Pero es una razón todavía mejor cuando se considera el gigantesco mercado que Facebook espera conquistar. Según el Banco Mundial, el volumen global de remesas entre países alcanzó en 2018 un nivel record de 689.000 millones de dólares. De ese total, los envíos de dinero hacia países de renta baja (excluida China) fue de 462.000 millones de dólares, una cantidad significativamente mayor que los flujos de inversión directa hacia esas naciones (344.000 millones de dólares). En 2019, según la misma fuente, las remesas ingresadas por esos países superarán 550.000 millones de dólares, convirtiéndose en su fuente principal de financiación.
Las características de la nueva cibermoneda (baja volatilidad, soporte en una cesta de divisas fuertes, trazabilidad, facilidad de acceso y bajos costes de transacción) reflejan las características de un masivo mercado de usuarios individuales, geográficamente disperso y de baja sofisticación digital: inmigrantes, personas desplazadas, habitantes de zonas rurales en países en desarrollo
La reputación de Facebook, tras Cambridge Analytica, es el principal obstáculo para el desarrollo de libra
y otros colectivos que la banca tradicional no se molesta en captar. La mayoría de esos usuarios potenciales ya disponen de lo único necesario para operar con libra: un teléfono móvil con acceso a Whatsapp, Messenger y/o Facebook. Barclays estima que el nuevo mercado puede aportar 19.000 millones de dólares adicionales a la cuenta de resultados de Facebook, un incremento oportuno a medida que sus ingresos provenientes de la publicidad se ralentizan. La positiva acogida que los mercados dieron a la noticia del lanzamiento, refuerzan esas expectativas. Los analistas, siempre a la busca de sinergias, estiman que cruzar la nueva moneda con los 2.400 millones de usuarios de Facebook y los 2.900 millones que, sumados, utilizan Whatsapp y Messenger genera condiciones colosales para desarrollar un nuevo ecosistema de comercio electrónico y servicios financieros.
Motivos ulteriores
No es extraño que reguladores, políticos y periodistas especializados especulen sobre cuáles son los motivos ulteriores de la compañía presidida por Mark Zuckerberg.
David Marcus, el antiguo directivo de Paypal que encabeza Calibra –la subsidiaria que participará en el consorcio rector de libra— afirma que el proyecto pretende combinar «libertad, justicia y dinero» y reconoce que el nuevo medio de pago permitirá el acceso de millones a otros productos financieros como créditos o al comercio electrónico.
Otras opiniones, más escépticas, miran más allá de esos motivos tan altruistas. Si libra consigue robar cuota de mercado a negocios como el comercio on line global, las transacciones financieras, el crédito al consumo o los préstamos a pymes, «no es difícil imaginar que se convierta en el mayor banco minorista del mundo», afirma el corresponsal tecnológico de Sky News, Rowland Manthorpe.
La reputación de Facebook tras los escándalos de Cambridge Analytica durante las elecciones norteamericanas de 2016 o el «hackeo» de 50 millones de sus cuentas el año pasado, son el principal obstáculo para el desarrollo de libra. El mismo Zuckerberg, el CEO de Calibra, Marcus, y el enorme equipo que desde 2017 desarrolla la tecnología blockchain que sustentará a la cibermoneda saben que convencer a las autoridades políticas y a los reguladores es indispensable para que el proyecto se consolide.
Minutos después del anuncio de Facebook, el ministro francés de finanzas, Bruno Le Maire, afirmó que «la capacidad [de libra] de obtener millones y millones de datos refuerza mi convicción de que los gigantes tecnológicos necesitan ser regulados» y anunció que llevaría el asunto a sus colegas del G7 en su próxima reunión. El europarlamentario conservador alemán Markus Ferber fue todavía más duro al pedir una robusta supervisión de la UE de la red social «porque puede convertirse en un banco en la sombra; no se puede permitir que corporaciones multinacionales como Facebook operen en un nirvana regulatorio».
Las reacciones en Estados Unidos también pusieron de relieve el escepticismo –cuando no la abierta hostilidad– con que algunos influyentes legisladores acogieron el proyecto. Maxine Waters, presidenta de la Comisión de Finanzas del Congreso se apresuró a pedir a Facebook una moratoria sobre el desarrollo de libra para dar tiempo a que el Legislativo y las autoridades regulatorias «lo examinen en detalle y tomen las medidas pertinentes».
El diseño de la cibermoneda, la creación de un consorcio independiente –la Asociación Libra, con sede en Ginebra– para gobernarla, el papel secundario que Facebook asegura adoptará una vez se ponga en marcha y las reiteradas promesas de seguridad, transparencia y buenas prácticas que el propio Zuckerberg ha ido prometiendo en discretos encuentros con autoridades financieras en los últimos meses, claramente, no van a ser suficientes.
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Los pasos que se den para conseguir –o abortar– la entrada en funcionamiento de libra y, si lo consigue, su crecimiento hasta alcanzar masa crítica pondrán en cuestión el futuro de las criptofinanzas
Las razones verdaderas de Facebook para liderar un proyecto con tal grado de ambición son la clave de su futuro
Bowles, procedente del Standard Chartered Bank británico, que tendrá su base de operaciones en Londres. El fichaje sigue al realizado hace unos meses por Facebook del ex viceprimer ministro y cabeza del partido Liberal Demócrata inglés, Nick Clegg. Ambos tienen amplia experiencia y contactos en la Comisión y el Parlamento Europeo.
Les van a hacer falta. La desconfianza más ruidosa será la de los políticos de la UE, frente a cuyas instituciones Facebook ha resistido denodadamente todo intento de imponer mayor regulación. Las reticencias más efectivas, sin embargo, serán las de la gran banca internacional. Su tibia reacción al proyecto es indicativa de que ve en libra una amenaza potencial sobre una actividad, el uso del dinero, que controla globalmente.
¿Qué piensa la banca internacional?
El consorcio de libra incorpora a telecos como Iliad y Vodafone, plataformas de e-commerce como Booking, eBay o Mercado Libre, medios de pago como Visa, Mastercard y Paypal, mesas de intercambio de criptomonedas como Coinbase, fondos de inversión y hasta alguna ONG como el Mercy Corps norteamericano. Pero a nadie se le ha escapado la conspicua ausencia de nombres como Bank of América, Citigroup, Wells Fargo o, para el caso, gigantes bancarios chinos como el ICBC.
Tampoco está JP Morgan, lo que no impide que el brazo bursátil de este banco considere que, tras el anuncio de libra, «Facebook sigue siendo el mejor valor de internet» y le asigne un precio objetivo de 245 dólares por acción para finales de 2019, un 31 por ciento de recorrido positivo sobre los 187,25 dólares con que cerró el 18 de junio.
Los pasos que se den en los próximos meses para conseguir –o abortar— la entrada en funcionamiento de libra y, si lo consigue, su crecimiento hasta alcanzar masa crítica pondrán en cuestión el futuro de las criptofinanzas, del comercio electrónico y de la manera en que se incrustan las redes sociales en nuestras vidas. De momento, ha logrado impulsar el valor de bitcoin.
Dar acceso a servicios financieros baratos, seguros y estables a millones de personas en el mundo es un beneficio para los hasta ahora excluidos y un instrumento que, bien regulado, puede generar riqueza y reducir desigualdad. Se debe dar respuesta, sin embargo, a los riesgos que comporta: romper la potestad exclusiva de los Estados de emitir moneda y reemplazar las divisas soberanas como el dólar o el euro en el comercio internacional. O, el mayor de todos, crear un ecosistema interdependiente de consumo y finanzas.
Código abierto… al fraude
Resta saber si Facebook estará dispuesto a asumir esos controles. Libra opera en código abierto a disposición de desarrolladores en todo el mundo a través de su web de pruebas. Kevin Weil, el jefe de producto de Calibra, señala que no tienen planes para introducir un proceso de vetting (comprobación de credenciales) para los desarrolladores, pese al riesgo que ello supone. En 2018 se produjeron robos online de criptomonedas por valor de 1.700 millones de dólares según Cybertrace, un dato que no preocupa demasiado a los promotores de libra. «En el momento en que se introducen limitaciones, comienza una regresión hacia el ecosistema cerrado que existe hoy en día, con menos competidores y precios mas altos», dice Weil. Libra puede cambiar la noción y la mecánica establecidas del dinero. Las razones verdaderas de Facebook para liderar un proyecto con tal grado de ambición –el «por qué» con que se inicia este artículo— son la clave de su futuro. ¿Una legítima extensión de su negocio o el intento de ponerse al frente de un futuro monopolio mundial alternativo del dinero?» Esa es la cuestión.