Nicolo Carpaneda, director de inversión del área de renta fija de M&G Investments
NICOLO CARPANEDA Director de inversión del área de renta fija de M&G Investments
La Reserva Federal acaba de allanar el terreno para bajar los tipos de interés en Estados Unidos, ¿cómo interpreta este viraje de la política monetaria en el país más influyente del mundo?
Ha sido un giro inesperado. Como consecuencia de esta última reunión, ahora vemos una altísima probabilidad de recorte de precios en el país. Mínimo una vez este mismo año aunque probablemente sean dos. De hecho, el mercado ya anticipa tres bajadas en los próximos 12 meses. Y es que el mensaje de Jerome Powell (presidente del organismo) fue muy claro en este sentido. Asimismo, ocho de los nueve miembros del consejo de gobierno dijeron que probablemente habrá un recorte de tipos antes de final de año y uno de ellos se manifestó a favor de un recorte inmediato. Eso hace pensar que esperan una ralentización fuerte.
¿Cree que la economía estadounidense precisa de una intervención tan urgente en este sentido?
Estados Unidos crece a ritmos de entre el 2,5 y el 2,7 por ciento, según las previsiones, con un desempleo que se sitúa en el 3,6 por ciento. ¿Necesita apoyo monetario una economía así? Yo diría que no. La inflación está en el 1,8 por ciento, cerca del objetivo del dos por
ciento; y solo el 13 por ciento de su PIB proviene de las exportaciones, por lo que está relativamente a resguardo de una guerra comercial. Por eso, nos cuesta pensar que la economía estadounidense requiera ayuda.
¿Cree que las presiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han podido inclinar la balanza en esta dirección?
No le sabría decir. Lo que sí sé es que estoy poco convencido de que haya que extender el ciclo de crecimiento más largo de la historia de la economía estadounidense. Los bancos centrales lo que tienen que hacer es calmar a la economía cuando se recalienta y aquí estamos en la dirección contraria.
Y, en el caso de Europa, ¿cree necesario un impulso de la política monetaria?
Europa crece entre el 0,9 y el 1,2 por ciento, según las previsiones para 2019, aunque la locomotora alemana presenta algo más de ralentización. Si Trump sale elegido y sigue la guerra comercial, podríamos ver una recesión porque el bloque depende en mayor medida de las importaciones que Estados Unidos. Por su parte, la inflación está en el 1,2 por ciento, con las expectativas a cinco años por debajo del 1,1 por ciento. Por todo ello, en Europa estaríamos todos más cómodos con una nueva ronda de estímulos.
¿Pero tiene el BCE margen de maniobra para implementar políticas contracíclicas?
El BCE sí tiene herramientas en la mano y está dispuesto a actuar si ve problemas en la economía. Es verdad que los tipos no se pueden bajar más sin caer en terreno negativo, lo que me parece improbable y quizá inútil. Pero es muy posible que se produzca una nueva ronda de estímulos monetarios a través de la expansión monetaria. El BCE está muy cerca del límite que se impuso de no tener en cartera más de un tercio de los bonos gubernamentales de cada país. Solo le quedan 150.000 millones de euros para ello. Pero podría subir la limitación al cincuenta por ciento y entonces habría entre 350.000 y 500.000 millones de euros de bonos disponibles, lo que supondría añadir el 20 por ciento de bonos a todo lo que el BCE ya tiene en cartera de la vieja QE. No es mucho. Por eso, creo que hay una opción mejor y es la compra de bonos corporativos, que resultó muy efectiva en anteriores ocasiones para mejorar las condiciones de financiación de la economía. Ahí contaría con 950.000 millones de euros de títulos elegibles. Con la ronda anterior, el BCE logró comprimir los diferenciales en 25 puntos básicos y, como consecuencia, se produjeron condiciones acomodaticias para financiarse.
En este escenario, ¿qué puede hacer el inversor en renta fija?
Estamos apostando por bonos ‘investment grade’ (grado de inversión) europeos en las diferentes estrategias. Un estudio de Morgan Stanley sobre los últimos veinte años concluye que, tres trimestres después de un recorte de tipos (tras una racha alcista), los mercados de crédito corporativo lo hicieron mal. Ahora, si tengo en cuenta que el Banco Central Europeo podría comprar crédito, estoy contento comprando crédito. Lo que sí varía dentro de nuestra estrategia es que estamos comprando títulos de mayor calidad en los diferentes segmentos. Porque la economía va bien y las medidas de los bancos centrales dan apoyo al mercado pero, si algo falla, estoy en gobiernos o empresas que no deberían caer tanto. Así, tenemos deuda de grandes empresas, de ‘utilities’ y de empresas con mucho ‘cash flow’. También tenemos deuda subordinada de algunos de los bancos más grandes de cada país, porque pensamos que no tienen riesgo de quiebra; y estamos expuestos a los grandes fabricantes de motor. Asimismo, me gusta la deuda de mercados emergentes. Es un activo que cuesta al inversor no institucional fuera de estos países pero no es mala idea tomar posiciones en emergentes donde la calidad media es más alta que la deuda de alto rendimiento (‘high yield’) de mercados desarrollados.
«El BCE cuenta con margen de maniobra para estimular la economía, si hace falta»
Estamos apostando por bonos de grado de inversión europeos y emergentes