¿Entrar o esperar?
Es la pregunta que se hacen los inversores cuando el mercado no para de caer. La decisión es complicada y más cuando estamos ante una crisis como la del coronavirus, inédita. Después de ver recortes de más del 20 por ciento, es lógico pensar que estamos ante una gran oportunidad de comprar a un excelente precio. Pero no hay que precipitarse. Es muy probable que el goteo a la baja continúe y el mercado siga sin encontrar su suelo. Hay que evitar lo que se conoce como falsos rebotes, que es lo que hemos visto esta última semana.
De hecho, los expertos están más divididos que nunca a la hora de recomendar el momento del regreso a la renta variable. En este número de INVERSIÓN le contamos que, ante una crisis de dimensiones desconocidas, el inversor debe conformarse con no ser el primero ni el último en entrar.
Coronavirus y Lehman Brothers tienen paralelismos. Pero también una diferencia sustancial: la depresión que se plantea ahora hunde sus raíces en una crisis de oferta. Nadie previó que una cadena de montaje en España se parara porque su proveedor chino cerrara de la noche a la mañana.
El coronavirus nos conduce hacia una crisis de «la economía real» y no de las finanzas. Hay demanda, pero la oferta no está a la altura.
La caída de la producción se haría global por el absentismo y otros problemas que las empresas deberán gestionar. El componente del pánico se une a lo anterior.
El miedo empuja a los consumidores a almacenar productos de primera necesidad. Ni productores ni distribuidores dan abasto. Si nos equivocamos en INVERSIÓN y el episodio supera los dos trimestres, se cerrará el círculo y la demanda también se resentirá.