Inversión

Incapaz de reconocer la amplitud de la crisis sanitaria

- John Müller

do de coordinarl­os. Se trata de un nivel absolutame­nte táctico.

Además, el PSOE y Podemos se han dado un Protocolo de Funcionami­ento, Coordinaci­ón, Desarrollo y Seguimient­o del Acuerdo de Gobierno Progresist­a de Coalición del PSOE y Unidas Podemos por el que se estableció un órgano coordinado­r denominado Comisión Permanente de Seguimient­o del Acuerdo. Fue este organismo el que convocó Pedro Sánchez para zanjar las disputas internas. Además, cuando vio que la situación se enquistaba, adelantó la convocator­ia al viernes 6 de marzo, pocas horas antes de la manifestac­ión del Día de la Mujer.

Hubo otro desajuste durante la primera semana de marzo que tuvo menos recorrido: el que protagoniz­ó la ministra del Trabajo al difundir unilateral­mente una Guía para la Actuación en el Ámbito Laboral en Relación al Nuevo Coronaviru­s el miércoles 4 de marzo. El documento fue criticado por la patronal y los sindicatos porque la ministra Yolanda Díaz no contó con ellos para elaborarla. El gobierno desautoriz­ó a Díaz y dijo que las medidas en torno al coronaviru­s las marcaba el Ministerio de Sanidad. Al día siguiente, Díaz se defendió DÀUPDQGR TXH VX JXtD HUD XQD WUDQVFULSF­LyQ de normas en vigor y Pablo Iglesias hizo un comentario en Twitter respaldánd­ola («está haciendo un gran trabajo»), aunque no mencionó la guía.

El episodio sirvió para que Iglesias recordara a todos que iba a defender su perímetro dentro del gobierno incluso a riesgo de tirar del mantel y hacer saltar la vajilla. Muchos recordaron su famosa frase en el chat de PoGHPRV TXH ÀOWUy XQD FRODERUDGR­UD ©9DLV D YHU lo que es un macho alfa cuando acosan a alguien de su grupo». Sin embargo, lo más importante del gesto de la ministra del Trabajo pasó inadvertid­o: ¿Y si Diaz había actuado por iniciativa propia ante la extrema pasividad de un gobierno que no parecía hacer nada ante el coronaviru­s?

Muy pocos se plantearon esta cuestión, pero ya era evidente la primera semana de marzo que el gobierno había dejado pasar el mes de febrero sin tomar conscienci­a de la gravedad de la plaga y sin efectuar preparativ­os. Los que apostaron a que el gobierno cambiaría el tono ante la crisis del coronaviru­s después de la celebració­n feminista, acertaron. El asunto fue muy visible el sábado 7 de marzo cuando el director del Centro de Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, portavoz de la crisis del coronaviru­s, se dejó jirones de su credibilid­ad cuando le preguntaro­n por la anulación de actos de masas. Ante la presión de los periodista­s Simón dijo: «Si mi hijo me pregunta si puede ir a la manifestac­ión del 8-M le diré que haga lo que quiera». Al mismo tiempo, en Francia se prohibían las reuniones de más de mil personas.

La situación se complicó aún más después del batacazo bursátil del lunes 8 y de que queGDUD HQ HYLGHQFLD TXH OD DÀUPDFLyQ GH 6iQ chez de que el gobierno estaba preparando un plan de choque desde hacía «dos semanas» sólo producía medidas aisladas como la suspensión de viajes del Imserso. La cumbre europea extraordin­aria del martes 10 tampoco ofreció resultados tranquiliz­adores. Pero, después de dos semanas sin comparecer ante los medios, Sánchez tuvo que admitir que vienen «semanas duras y difíciles» por el coronaviru­s.

De pronto, el gobierno amplio y representa­tivo de la izquierda, que parecía tan buena idea a comienzos de enero, que iba a contar con unidades de prospectiv­a capaces de atisbar los riesgos que España puede enfrentar dentro de cinco años, se transformó en un pesado y burocratiz­ado organismo, incapaz de reconocer la amplitud de una crisis sanitaria desplegada ante sus ojos.

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