Comprar y vender activos desde el salón de casa
El examen sorpresa de digitalización provocado por el Covid-19 ha obligado a que gestores de activos, asesores financieros y brokers hayan cambiado sus despachos por el cuarto de estar o el salón. Se trabaja más horas pero se concilia mejor y el wifi doméstico propina algún que otro susto. Pero, ¿hay fisuras en la seguridad de las operaciones?
Casi de golpe y sin previo aviso, los edificios de cristal y rascacielos de las grandes urbes han quedado desiertos. Las explanadas de centros empresariales, que hace apenas un mes eran un hervidero de profesionales pegados a un teléfono móvil mientras comían un sandwich o tomaban un café en vaso de cartón, a día de hoy sólo acumulan silencio.
La crisis del coronavirus ha provocado una disrupción en el mercado laboral. Gestores de activos, asesores financieros o profesionales bancarios han cambiado el blanco e impoluto de su espacio en el open office por la mesa de madera de color wengué del salón. En algunos casos, la cocina sirve de centro de operaciones. «Es otro ritmo de trabajo. Las horas productivas aumentan pero la productividad por hora es menor», explica Borja Ribera, profesor de Bolsa en el EAE Business School y asesor financiero en GVC Gaesco.
La situación de excepcionalidad por la que atraviesa el mundo ha dado un empujón definitivo a una nueva forma trabajar que, pese a la cada vez mayor digitalización de la economía, en España apenas tenía recorrido. Aunque el teletrabajo está regulado en el artículo 13 del Estatuto de los trabajadores, según Eurostat, sólo en 4,3 por ciento de los trabajadores emplearían esta fórmula -entre los más bajos de la Unión Europea, donde la media es del 5,2 por ciento-.
Sin embargo, el confinamiento obligado ha disparado este dato por encima del 90 por ciento en apenas quince días. Especialmente en actividades que se desarrollan en sectores profesionales no industriales, como puede ser el financiero o la formación. «La crisis del coronavirus ha dinamitado este escenario: apenas se habla de cambio climático y el teletrabajo ha pasado de ser una recomendación a una imposición», constata Javier Esteban, consultor independiente especializado en tendencias de mercado laboral y digitalización.
Obligación moral y necesaria que ha hecho que los routers y wifi domésticos estén funcionando a un rendimiento del 100 por ciento casi las 24 horas del día y que ha sido más sencilla para sectores como el financiero, entre otras cosas por los planes de contingencia exigidos por los organismos supervisores. «Desde nuestros portátiles nos conectamos a una VPN (Red Privada Virtual, por sus siglas en inglés), lo que me permite acceder a todo lo que tengo configurado en mi ordenador y ejecutar órdenes de compra o venta de activos», explica Ribera.
Escenario que coincide con el que explica Miguel Jaureguizar, director de desarrollo digital de Renta 4. «En nuestro caso estamos superando con nota el examen sorpresa de digitalización. Toda la operativa está funcionando extremadamente bien y la adaptación ha sido muy ágil. En tres días hemos conseguido funcionar al 100 por ciento».
Ciberseguridad
Aunque la cuasi normalidad impera en el día a día, ¿qué ocurre con la seguridad de las operaciones? ¿Es la misma que la de los cuartos de servidores de los centros de trabajo? «Las funciones administrativas y financieras y la protección de datos son el punto débil del trabajo en los entornos digitales», afirma Esteban.
Es en esto último donde pone el acento Miguel Ángel Bernal, economista y profesor de la Fundación de Estudios Financieros. «Las fisuras se encuentran en el router de casa», asegura. «Los riesgos no están en las operaciones en sí, sino en el robo de datos. No olvidemos que éstos son el petróleo del siglo XXI y los hackers aprovechan cualquier debilidad para hacerse con ellos. A día de hoy, ningún operador garantiza una seguridad al 100 por ciento en los equipos domésticos».
Precisamente al hilo del incremento del 70 por ciento de ciberataques que han surgido aprovechando el Covid-19, desde el área de seguridad de KPMG explican que «es esencial» que las empresas -especialmente las que operan dentro del sector financierohagan «especial hincapié» en dos materias,
«la ciberseguridad y detección de fraudes» que pueden verse afectados a consecuencia del «teletrabajo masivo, la falta de recursos disponibles e incluso la inoperatividad de los sistemas de control interno (automáticos o manuales)». A este respecto, Marc Martínez, el socio responsable de Ciberseguridad de la consultora en España, señala en un comunicado que «el ‘randsomeware’ continúa siendo una de las principales amenazas a las que se enfrentan las organizaciones. La situación actual les ha obligado a instalar o incrementar sus capacidades de conexión remota por VPN para sus trabajadores, lo que está siendo aprovechado por cibercriminales para realizar ataques directamente contra este tipo de dispositivos desde Internet».
Sin embargo, Jaureguizar, explica que en el caso de Renta 4 los niveles de protección ante los ciberataques, «se mantienen exactamente igual. No ha cambiado nada. En esto ha influido que nuestro nivel de digitalización era ya superior al 90 por ciento. Muchos de nuestros clientes ya operaban a distancia. Además desde la entrada en vigor de la autenticación reforzada con la normativa PS2 la seguridad es mucho más elevada».
La confianza de los inversores
Aunque nadie puede asegurar el riesgo cero, Bernal lanza un mensaje de tranquilidad. El economista recuerda que los organismos supervisores, como el Banco de España o la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) «velan por la seguridad de las operaciones de compra y venta de activos» y disponen de mecanismos que garantizan que el riesgo operacional sea prácticamente nulo.
De hecho, el economista asegura que en el momento actual los inversores «están más preocupados por la volatilidad que por cosas accesorias. Por tanto, las posibles fisuras que se puedan producir en materia de ciberseguridad no están afectando a las decisiones de compra o venta de activos».
Por otra parte, y prueba del interés que está despertando este mercado, es el crecimiento de las inversiones. A la espera de conocer los datos correspondientes a 2019, según un informe de Strategic Cyber Ventures, los fondos de capital riesgo invirtieron 5.300 millones de dólares en empresas de ciberseguridad (un 20 por ciento más que el ejercicio precedente) y todo apunta que este año se superará con creces esta cantidad. En España uno de los ejemplos recientes es la entrada de Repsol Corporate Venturing en Cardumen Capital, especializado en invertir en startups tecnológicas de Israel y que centra su inversión en digitalización, ciberseguridad y fiabilidad de operaciones a través de inteligencia artificial, entre otras tecnologías.
Ensayo general
Si de algo está sirviendo la crisis sanitaria que se vive a nivel global es de ensayo general para lo que será el mercado laboral financiero y bancario del futuro. Muy revelador es el informe de Santander Corporate & Investment Banking que advierte de un potencial cierre de sucursales bancarias de un 50 por ciento en España para los próximos años. Es decir, de las poco más de 24.000 censadas el pasado año quedarían apenas unas 12.000. El documento se elaboró meses antes de que estallase la crisis del Covid-19 que, para los analistas, será el
Una vez se blinde la seguridad el sector financiero acabará teletrabajando
espaldarazo definitivo hacia el trabajo en remoto dentro del sector.
«Estamos en un estado de shock que en un primer momento puede generar cierto rechazo tanto para los propios profesionales como para los inversores, pero si lo pensamos fríamente la mayor parte de los clientes operan ya vía web», detalla el asesor financiero de GVC Gaesco. Tendencia que será cada vez mayor toda vez se incorporen las generaciones milenial y centenial al mercado.
Antes de eso, lo que es una realidad es que desde que estallase la crisis sanitaria los canales telemáticos y telefónicos de los operadores del sector financiero se están reforzando. «La demanda ha autolimitado las operaciones presenciales y se está acostumbrando a operar vía internet. Estamos atravesando una gran puerta que si se cruza con éxito será definitiva», señala Bernal, quien asegura que «en el momento en el que la seguridad está blindada» el futuro del sector financiero está «indudablemente» en el teletrabajo.
Jaureguizar se suma a esta opinión y considera que tras esta experiencia los niveles de teletrabajo en el sector financiero «aumentarán espectacularmente», lo cual «en ningún caso redundará en una caída de la productividad. Todo lo contrario, mejorará en virtud de las mayores facilidades para conciliar».
Aún así, Ribera tiene claro que «no todo será digital. Aunque prevalezca el teletrabajo los clientes siempre van a querer ver una cara».
El sobreesfuerzo de concentrarse y desconectar
El pasado 13 de marzo el sector financiero redujo los servicios presenciales al mínimo indispensable desde el momento en el que estalló la crisis. En GVC Gaesco, de las 200 personas que acuden diariamente a sus oficinas ahora apenas lo hacen seis. Otro ejemplo es el de la Bolsa de Madrid, que el pasado 20 de marzo cerraba a cal y canto sus puertas, limitando el acceso a «empleados críticos», es decir, los que garantizan la continuidad de las operaciones bursátiles.
Entre las diferencias que destacan las fuentes consultadas, la «falta de concentración» es una de ellas. Todos coinciden en que aunque el teletrabajo favorece la conciliación, la realidad es que tener a los niños, la mascota e incluso la lavadora o la nevera cerca «distraen». No obstante, «todos nos vamos disciplinando según pasan los días», afirma Ribera.
A ello se añade el reto de la desconexión, que se ha disipado. «Aunque de manera diferente, estamos más pendientes del ordenador, de las informaciones que llegan a todas horas. Atendemos operaciones fuera de los horarios habituales. En un futuro inmediato es necesario regular estos aspectos y crear una nueva conciencia, tanto entre los clientes como entre los propios trabajadores», detalla Ribera.
El director de desarrollo digital de Renta 4, por su parte, señala que «el nivel de concentración es más exigente porque hemos pasado del presencialismo a la televida, pero el grado de compromiso está siendo espectacular». Además, «somos muy cuidadosos con los horarios de trabajo».
El router doméstico es el punto débil para el trabajo en remoto