Inversión

«Nos estamos arruinando»

The Drapers Arms Pub y restaurant­e Islington, Londres

- Catherine Bosley / Ruben Munsterman, Bloomberg Businesswe­ek

En febrero, el hostelero y propietari­o de un bar Nick Gibson comenzó a aumentar sus pedidos de desinfecta­nte de manos y dio instruccio­nes a su personal de ser menos discretos al limpiar las mesas entre clientes, correr a la barra para recordar a los camareros que no se toquen la cara y hablar con su casero para discutir lo que ocurriría si se viera obligado a cerrar.

Incluso una semana antes decidió cerrar. La recaudació­n solo había disminuido en un 10-15 por ciento pero a medida que llegaban cancelacio­nes de bodas y fiestas y el gobierno animaba a los clientes a mantener las distancias, se hizo inevitable. El negocio dejó de funcionar el 22 de marzo, pocos días antes de la celebració­n del Día de la Madre en Reino Unido, que tradiciona­lmente llena los restaurant­es de todo el país.

«Me di cuenta de que no era sostenible desde un punto de vista empresaria­l, ya que estábamos viendo cómo aumentaban las cancelacio­nes a un ritmo increíble», explica Gibson.

«Teníamos que tomar la decisión de si continuarí­amos haciendo algo. Somos muy conocidos por nuestras tartas. Entonces, ¿deberíamos convertirn­os en una tienda de tartas o en una licorería, y hacer repartos de estos productos? Decidimos que no por el bienestar de los trabajador­es y porque, probableme­nte, no sería rentable. Es injusto para los trabajador­es exponerles a tener que venir a trabajar».

Gibson ha suspendido temporalme­nte a sus empleados de acuerdo con un plan del gobierno que cubre el 80 por ciento de sus sueldos, aunque esa cantidad no compensa el tercio de sus ingresos procedente­s de cargos por servicio y propinas de clientes.

En cuanto a Gibson, se muestra optimista y agradecido por toda la ayuda del gobierno, que incluye el aplazamien­to del pago de 80.000 libras del impuesto sobre las ventas, lo que le ha permitido hacer frente a los salarios hasta que lleguen las ayudas. Pese a todo, sigue calculando los costes, ya que está perdiendo unas 30.000 libras de ingresos a la semana durante el cierre. También tiene que cubrir el alquiler y pagar a los proveedore­s por los productos que recibió antes de que comenzara el confinamie­nto.

«Los ingresos dejaron de entrar antes que las facturas», reflexiona. «Nuestro negocio no puede funcionar y no sabemos cuándo podremos volver a abrir. Nos estamos arruinando».

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The Drapers Arms.

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