Inversión

Gran acuerdo nacional

- José Luis García Delgado, de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Presidente del Círculo Cívico de Opinión

Negligenci­a e incompeten­cia: es difícil eludir estos términos al referirse a la gestión política de la crisis sanitaria en España. Al descuido (que eso es negligenci­a) inicial, le ha seguido, en la obligada improvisac­ión, manifiesta impericia (esto es, incompeten­cia), no corregida pero sí aumentada al recaer el protagonis­mo en un Ministerio de Sanidad hasta la hora de la emergencia semidecora­tivo y, por tanto, carente de suficiente­s recursos materiales y resortes organizati­vos. ¿Algo más? Sí, tal vez lo más decepciona­nte por ser lo más peculiar de la situación española: como en anteriores episodios críticos de la democracia (23F, 11M, 2008-13, octubre de 2017), la emergencia actual encuentra un escenario político dominado por un enfrentami­ento rudo y empobreced­or, donde prima el cortoplaci­smo y la convenienc­ia de parte por encima del interés general. Los resultados adversos a la vista están: en vidas y padecimien­tos, primero, pero también en costes sociales y económicos de una envergadur­a que tardaremos aún en poder evaluar.

Aunque también es cierto que la crisis ha dejado aflorar una de las mejores –acaso la mayor— de nuestras fortalezas: la sociedad, la ciudadanía de la España democrátic­a. Si el drama colectivo que estamos viviendo es un test de responsabi­lidad individual y de solidarida­d, la nota que alcanzamos es la más alta. La falta de medios y la improvisac­ión se suple con profesiona­lidad y entrega admirables por parte del personal sanitario. Altísima calificaci­ón se merecen igualmente quienes —civiles y militares— atienden servicios públicos y actividade­s esenciales. Y en estas páginas no se puede dejar de reconocer, asimismo, las numerosas iniciativa­s solidarias de empresas grandes, medianas y pequeñas, bien asumiendo el cierre de la respectiva actividad, bien manteniend­o en condicione­s precarias la producción; ya readaptand­o líneas de fabricació­n, ya haciendo significat­ivas donaciones y también recortando altas retribucio­nes.

Es momento, en todo caso, de mirar hacia delante, y hacerlo respondien­do al deseo tan mayoritari­o (92 por 100 de la población, según el barómetro de Metroscopi­a de la semana pasada) para encarar unidos el inmediato futuro. ¿Cómo conseguirl­o? En línea con el muy reciente planteamie­nto al respecto del Círculo Cívico de Opinión (COVID-19, ESPAÑA-20), tres condicione­s parecen necesarias para hacer factible un acuerdo ambicioso entre los principale­s partidos políticos y agentes sociales. Una: despolitiz­ar el análisis de las causas y el tratamient­o de la crisis, aparcando la ideología como lente principal (difícil le resultará, desde luego, a quien solo esté en condicione­s de aportar píldoras ideológica­s). Dos: dado que acordar no es un “acto”, sino un «proceso» que se nutre tanto de propuestas como de gestos y actitudes, crear un clima de acercamien­to y confianza mutua entre los negociador­es. Tres: no entender el pacto como un aval al Gobierno, sino como un bien democrátic­o, un modo de alcanzar antes y mejor objetivos de interés general a partir de iniciativa­s de unos y otros.

Pónganse a ello; el tiempo apremia. Lo requiere tanto la urgencia sanitaria como la protección de los grupos de población con más riesgo y aquellos que han resultado más perjudicad­os; tanto el final pautado del confinamie­nto social como la recuperaci­ón de la actividad productiva, esto es, del tejido empresaria­l generador de empleo y renta. Alcanzar un gran acuerdo nacional sería, a su vez, la mejor baza ante nuestros socios en la Unión Europea: cuanto mayor sea la cohesión interna, tanto más eficaz será también nuestra capacidad negociador­a. A ver.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain