Una inversión fuera de control
El escenario que abre el hundimiento del crudo es desconocido y, mientras no se estabilicen los precios, las opciones de rentabilidad se difuminan
La inversión directa en petróleo es muy compleja para un inversor minorista por los vencimientos y un ejemplo son las pérdidas sufridas por los ETF
La entrada en precios negativos del barril de West Texas abre un escenario hasta la fecha desconocido para esta materia prima y los mercados en general. Aunque los contratos para junio aguantan en positivo, no se puede descartar que su precio vuelva a ser deficitario para los productores.
La inversión en crudo es compleja para un inversor minorista y, como muestra, están las pérdidas registradas por los fondos cotizados o ETF, con los ejemplos del United States Oil Fund (USO), que pierde un 70 por ciento en el año; o las pérdidas de 88 millones de euros en una jornada de los clientes de Interactive Brokers.
La cotización del crudo se basa en los precios a futuro que los compradores pagarán por ellos. Por tanto, la presión sobre los vencimientos es máxima. Con las plantas de almacenamiento en colapso y los precios hundidos, solo una vuelta a la normalidad en la actividad económica por la superación global del coronavirus traería calma al oro negro.
Pero cuesta vislumbrar este futuro y las perspectivas a corto plazo están distorsionadas. La especulación es máxima y calibrar un precio en base a un análisis fundamental resulta complejo: «Los flujos de dinero dentro y fuera del mercado de futuros del petróleo provocan desviaciones de los niveles fundamentales justificados, especialmente si la motivación subyacente no es puramente fundamental sino un optimismo o pesimismo excesivo», explica el director de Economía e Investigación de próxima generación de Julius Baer, Norbet Rücker.
Ahora toca mirar a los vencimientos de los contratos de junio y, por el momento, la horquilla entre los 10 y 20 dólares por barril es la referencia. El Brent, el tipo de crudo
más internacional, parece ser el más estable, pero los precios de cualquier tipo de petróleo se reducen por momentos y el terreno negativo no se descarta.
«Los precios del petróleo y las acciones pertenecientes a este sector darán muestras de debilidad en el corto plazo, los recortes de producción probablemente no serán suficientes para traer pronto el equilibrio al mercado. Así, a medio plazo, los avances de precio están limitados por el almacenamiento, los excedentes y el consumo», expone James Trafford, analista y gestor de fondos de Fidelity. Trafford reconoce que los fundamentales son «débiles» pero que la volatilidad actual debe entenderse como una «anomalía, rareza o peculiaridad porque la negociación de futuros que se ha hecho es la más extrema». Por ello, y de cara al largo plazo, «no estamos ante un cataclismo y los precios en negativo no será lo normal a partir de ahora», declara.
En este sentido, el jefe de economía de Axa IM, Gilles Möec, advierte de que, probablemente, la recuperación económica posterior a la pandemia «irá acompañada de
precios más altos para el petróleo». Uno de los puntos a favor para apostar por compañías petroleras en la actualidad, sobre todo estadounidenses, es que esta industria es una pieza fundamental para el PIB del país. Por ello, Donald Trump y la Reserva Federal pondrán toda la carne en el asador para contener los precios, recuperar la demanda, ayudar y rescatar a sus empresas si fuese necesario. Así, Möec comenta que las compañías relacionadas con el crudo «estarán entre las principales beneficiarias del nuevo curso de la Reserva Federal», dado su peso en el mercado de ‘high yield’. Además, confía en el hecho de que «el desconfinamiento se aproxima en Europa» y, si todo va bien, se empezará «a ver la normalización de la oferta a mediados de mayo en la eurozona».
El ejemplo de Repsol
La reacción de las petroleras ante esta nueva situación ha sido de máxima prudencia, pues ya llevaron a cabo planes de contingencia para un escenario negativo futuro, aunque el actual no entraba en las estimaciones más pesimistas. En el caso de la
española Repsol su plan de resiliencia pasaba por la reducción de capex, rebajar el circulante, recortar el volumen de recompra de acciones para mantener el dividendo y poseer liquidez.
Así, Repsol cuenta con una posición de solvencia elevada, un grado de inversión cómodo —puesto que ni en los peores momentos de su historia ha perdido— y un mix de negocio que evita la exposición completa al crudo. Aún así, su escenario se basaba en un precio para el barril de Brent de 35 dólares de abril a diciembre. Esa previsión, por tanto, es elevada a corto plazo aunque, de cumplirse las estimaciones positivas sobre el precio del crudo para después de verano, volvería a darse el escenario que contemplan en la compañía.
La directora de análisis de Renta 4 Banco, Natalia Aguirre, mantendría las posiciones en el valor de cara al medio y largo plazo ante la vuelta a la normalización y la solidez del negocio. Por su parte, el director general de análisis de GCV Gaesco Valores, Víctor Peiro, considera que, dada la distorsión actual del mercado, a estas compañías
«les falta visibilidad», por lo que entrar en ellas no dejar de ser «una apuesta» y todo depende de la predicción que cada uno estime sobre la recuperación del precio del petróleo.
Tal Lomnitzer, gestor de inversiones senior en el equipo de Global Natural Resources de Janus Henderson, destaca que los títulos de renta variable presentan una evolución prospectiva y, de hecho, ya han descontado la actual debilidad del precio del petróleo. Por ello, estima que las grandes compañías petroleras integradas como BP o Shell «están descontando un precio de alrededor de 45 dólares por barril de petróleo, mientras que el precio a largo plazo es de 55 dólares por barril».
En base a este horizonte, la estrategia de Janus Handerson es infraponderar a los productores. En dicha firma consideran que los títulos petroleros siguen haciendo frente a problemas de transición energética que han pasado desapercibidos «pero es probable que vuelvan a aparecer una vez que hayamos superado la crisis del coronavirus». En Invesco señalan que, teóricamente, las coti
Las previsiones de las petroleras para el crudo oscilan desde los 35 a los 45 dólares el barril
El mercado confía en una recuperación del crudo conforme se estabilice la normalidad económica tras el coronavirus
zaciones de las empresas del sector deberían moverse en el mismo sentido que el precio del petróleo. Sin embargo, añaden que, «a la hora de la verdad», no tiene por qué ocurrir así, ya que los beneficios de las empresas energéticas también dependen de otras variables que pueden provocar cambios significativos en las cotizaciones de estas empresas.
Inversión más allá de acciones
Invesco cree que los actuales precios son «insostenibles» y ve «muy difícil» que se mantengan en el tiempo. En el peor de los escenarios, con una caída del PIB mundial del 3,5 por ciento en los próximos 12 meses, el barril de West Texas «podría rondar los 20 dólares», mientras que si asistimos a una recuperación global, este volvería a su «precio de equilibrio», en torno a los 45 dólares. Según su análisis, el marco actual de precios estaría en línea con el peor escenario posible.
Al inversor se le abren diferentes opciones más allá de las acciones petroleras. Además de hacerlo sobre estas compañías, puede apostar por fondos de inversión dedicados en exclusiva a este tipo de empresas para diversificar su apuesta, aunque con la implantación de los criterios ESG e ISR van perdiendo fuerza en favor de productos que favorecen las «compañías limpias».
Con todo, la opción más directa para hacerlo es mediante derivados financieros, bien futuros u opciones sobre el precio del petróleo, pero son instrumentos que generan apalancamiento, por lo que su riesgo es elevado. Algunos inversores apostaron en los meses pasados por los ETF debido a su rentabilidad en el muy corto plazo, pero las caídas han demostrado que estos productos cuentan con un alto riesgo para los inversores medios en el medio y largo plazo.