El 5G llegará lento pero ¿seguro?
La llegada del 5G se ralentiza por el coronavirus y toca analizar la seguridad de esta tecnología tras la pandemia
La tecnología 5G también se ha visto afectada por la crisis sanitaria del coronavirus. Sin embargo, ni operadoras, ni expertos dudan de que, una vez se normalice la situación, será una realidad que cambiará nuestras vidas. Ahora bien, el camino no estará exento de riesgos, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, los ciberataques y el desarrollo de una legislación global en materia de seguridad marcarán el devenir de los próximos meses.
El Mobile World Congress (MWC) de Barcelona suponía la puesta de largo de una novia, la tecnología 5G, cuya boda se vió truncada, en apenas días, por la irrupción de un ente microscópico. El Covid-19 fue capaz de derrocar un evento que pretendía congregar a más de 109.000 visitantes y 2.800 expositores.
Y en el que las tecnológicas chinas (grandes y menos grandes) se presuponían ganadoras del cortejo.
Casi entrados en mayo, habiendo superado mes y medio de confinamiento y en estado de hibernación económica, la pregunta que se suscita entre expertos y tecnofrikis es ¿cuál será el futuro del 5G?, ¿estamos ante el ocaso de una tecnología que ni siquiera ha visto la luz?
«A corto plazo las prioridades van a tener que cambiar. La llegada del 5G se va a ralentizar entre otras cuestiones porque, desde el punto de vista técnico, ataca a la industria 4.0 en materias como la deslocalización y la dependencia de terceros mercados», asegura Ángel Barbero, profesor de EAE Busisness School. Parón que empezará a retomar el ritmo preCovid en el medio plazo por «el incremento de la demanda de servicios que requerirán mucha más capacidad y rapidez, entre ellos los relacionados con el sector de la sanidad como la teleasistencia».
Más tarde o más temprano la que será la «quinta generación de tecnologías y comunicación inalámbrica» cambiará no sólo la forma de relacionarnos entre nosotros sino también la de relacionarnos con nuestros coches ó electrodomésticos. Fuentes de Vodafone, primer operador español en comercializar 5G para particulares y empresas, explican que «estamos trabajando en cada vez más casos de usos en empresas por la gran oportunidad de transformación tecnológica que les ofrece. Vemos proyectos que antes parecían provenir de nuestro imaginario y que se encuadran, sobre todo, en ámbitos como la teleasistencia, las emergencias, la industria, la minería, drones...».
Las aplicaciones van mucho más allá del ámbito empresarial y «al tener acceso a velocidades de descarga de hasta 1 Gbps la vida de los ciudadanos y, sobre todo su ocio, van a cambiar mucho. Por ejemplo, el tiempo de descarga de una película en Netflix para ver offline pasó de 45 minutos con 3G a 2 minutos con 4G y a 3,7 segundos con 5G. También cómo cambiará por completo la experiencia de los usuarios de videojuegos online», señalan desde Vodafone.
Tal es la apuesta de la operadora por el 5G que, pese a las restricciones actuales a las que ha obligado el Covid-19 «seguimos comprometidos con el desarrollo de esta tecnología en España. Continuamos trabajando con nuestros partners para poder avanzar en cuanto todo vuelva a una cierta normalidad».
El reto de la ciberseguridad
Según el informe ‘Mercado de infraestructuras global 5G’, elaborado por Fortune Business Insights, el subsector de las tecnologías de quinta generación crecerá a una tasa anual del 76,26 por ciento motivado, entre otras cosas, por el incremento de la demanda del Internet de las Cosas (IoT).
En nuestro entorno más inmediato, los análisis de la Comisión Europea preveían que los beneficios estimados al introducir el 5G en cuatro sectores productivos (automoción, salud, transporte y utilities) aumentarían progresivamente hasta alcanzar los 62.500 millones de euros de impacto directo anual dentro de la Unión Europea en 2025. Cantidades que se elevarían a 113.000 millones de euros sumando los impactos indirectos. En España se obtendrían unos beneficios indirectos en los cuatro sectores analizados de 14.600 millones de euros.
Cifras que han quedado en el aire tras la crisis del Covid-19 debido, en primer lugar, a la recesión económica global una de cuyas consecuencias directas será el frenazo en las inversiones y que obligará, a su vez, que los modelos de producción de infraestructura cambien a lo largo de los próximos años para disminuir el riesgo país y ganar así flexibilidad. Esto sumado a la dependencia sectorial del sector 5G en sectores como salud, industria 4.0, pagos, seguros u ocio de los que se desconoce cuál va a ser el comportamiento toda vez se empiece a ver la luz al final del túnel y se inicie una recuperación que muchos analistas coinciden en que
El 5G supondrá una gran evolución para sectores como la sanidad o la industria 4.0
La legislación europea podría flexibilizarse con el 5G, pero siempre dentro de los límites constitucionales
tendrá forma de U inclinada. Este cóctel «hará que las prioridades de los operadores cambien», asegura Barbero. Más aún teniendo en cuenta el telón de fondo que supone la abierta guerra comercial entre China y Estados Unidos por la hegemonía del 5G.
Precisamente esta última es una de las cuestiones que mayores incertidumbres genera. Las amenazas de Estados Unidos al gigante tecnológico Huawei vienen de lejos. Es más, se han extendido al ámbito de la Unión Europea. El pasado 15 de febrero durante la cumbre de seguridad que se celebró en Munich, el secretario de defensa estadounidense, Mark Esper, advirtió de la «amenaza» que la tecnología de la compañía china suponía para los países de la OTAN animando, además, a buscal alternativas.
Dos meses después, la UE continúa resistiendo los envites de la administración Trump, y pese al refuerzo de las medidas de seguridad en los que se trabaja no ha cerrado, ni mucho menos las puertas a Huawei, que niega que sus equipos sean el caballo de Troya que se emplee con fines delictivos como robo de datos o el espionaje político e industrial. Incluso, según informó Reuters el 22 de abril, Reino Unido permitirá participar al gigante tecnológico chino en el desarrollo del 5G del país, eso sí, con limitaciones.
Para Barbero, detrás de esta confianza en estado de duermevela, tiene que ver con que «en la Unión Europea y Reino Unido la legislación es más restrictiva y garantista. Esto obliga a las tecnológicas chinas a operar bajo filiales sujetas a la regulación europea».
Ahora bien, el dinero que se mueve tras el 5G es mucho y el gigante tecnológico podría estar presionando por detrás. En tal caso, ¿cedería la Unión Europea? Barbero, lo tiene claro, «es muy probable que Europa se abra y rebaje las restricciones, aunque siempre dentro de los límites constitucionales de cada país miembro».
Por otra parte, un escalón más abajo del legislativo e institucional, operadoras y analistas debaten sobre ‘los cibermalos’. Desde el área de Ciberseguridad de KPMG señalan que el que haya muchísimos más dispositivos conectados al IoT «proporcionará una mayor superficie de ataque a los ciberdelincuentes» y aseguran que «en la medida en que se vaya implementando habrá un mayor número de ataques». Tesis con la que coincide Barbero,
Aunque los ciberataques se multiplicarán por 1.000, el 5G mejorará la eficiencia de las soluciones de seguridad
«las posibilidades de ser hackeado se multiplicarán por 1.000» e insiste en la «necesidad de avanzar en un acuerdo global de seguridad y privacidad que minimice los ataques».
Lo cierto es que la ciberseguridad ha sido y es un «reto» para todo tipo de tecnología, más aún en un momento en el que los datos son el oro negro del siglo XXI. Hecho que no quita que el 5G sea un «aliado», insisten en Vodafone. Ayudará a mejorar notablemente la eficiencia y la calidad de las soluciones de seguridad de las empresas y de nuestros dispositivos personales».
El fracaso del ‘Fuck 5G’: morir sin haber nacido
El miedo al cambio es, probablemente, la causa que justifica que cuando se producen grandes avances tecnológicos surjan voces que auguran que éstos son el principio del fin de la humanidad. El coronavirus no ha sido menos. Al poco de estallar la crisis sanitaria, el doctor Thomas Cowan, un científico escéptico seducido por la pseudociencia, afirmó que «los virus son una excreción de una célula intoxicada», y que, dicha intoxicación se debería a un «salto cuántico» que se habría producido en la tierra por el uso de 5G. Vinculaba así dicha tecnología con el virus y daba pábulo al movimiento ‘Fuck 5G’, cuyos activistas han quemado varios postes en Reino Unido (Belfast, Liverpool y Birmingham), Irlanda, Escocia, Gales y Países
Bajos. La tesis carece de base científica y no hay pruebas que demuestren la relación entre la propagación del virus y la tecnología 5G, «es algo surrealista e irracional», afirma Barbero. De hecho, muchos de los países afectados ni siquiera disponen de redes al efecto. «Pensemos que todavía hay muchos países que ni siquiera tienen implantado el 4G por la elevada inversión que requiere. Es una teoría más anecdótica que real que ha nacido muerta», concluye.