La gestión discrecional, la alternativa del inversor frente al pánico de los mercados financieros
En un entorno de volatilidad global a consecuencia del coronavirus, la preocupación de los inversores crece por momentos. En tiempos de incertidumbre, la gestión discrecional de carteras ha repuntado como una alternativa para mantener la calma y aprovechar las oportunidades que ofrece esta situación excepcional, dejando en manos de gestores expertos las decisiones de inversión para no dejarnos llevar por el pánico de los mercados.
Durante los últimos años, esta tendencia de gestión ha crecido en popularidad, situándose como una alternativa interesante tanto para inversores menos experimentados como para aquellos que cuentan con un gran patrimonio y quieren ceder sus decisiones de inversión y la gestión de su capital a un experto del sector. En estas situaciones, las decisiones de compra y venta de un activo son tomadas por un profesional experto que trabaja para la cartera de un cliente, a diferencia de otras formas de gestión como el asesoramiento, donde la autorización del cliente es obligatoria antes de tomar cualquier decisión. En la gestión discrecional, las decisiones se toman conforme al perfil de riesgo del cliente y sus objetivos de inversión, establecidos previamente con el gestor escogido.
La gestión discrecional tiene muchas versiones. Las hay más automatizadas, destinadas a cualquier tipo de inversor, con importes mínimos bajos y que ofrecen entre tres y cinco perfiles de inversión compuestos por fondos de inversión. Y, luego, en el otro extremo tenemos las carteras dirigidas a los altos patrimonios, cuya cartera está muy personalizada y engloba muchos tipos de activos.
La gestión discrecional tiene múltiples beneficios para los inversores. Delegar la toma de decisiones puede liberarles de preocupaciones que mantendrían su mente ocupada y evitar tomar decisiones precipitadas en momentos de pánico. De esa forma, el cliente puede dedicarse a otras actividades en vez de estar pendiente de las fluctuaciones del mercado. Los informes de seguimiento de su cartera le bastan para estar al tanto de la misma. Contar con un gestor que decida por nosotros puede ser un respiro en una situación excepcional como la actual. No obstante, como inversores no debemos olvidar que la base de la gestión discrecional es la confianza del cliente en su gestor.
Costes
La gestión discrecional de carteras cada día es más competitiva en precio. Está regulada por la Directiva MIFID II, que le dota de una total transparencia, obligando a que el coste del servicio se repercuta vía comisión explícita al cliente que, en muchos casos, puede incorporar una comisión de éxito en función de los resultados. Al mismo tiempo, la comisión de gestión de los fondos que forman la cartera tiene que ser la más baja, la llamada «clase cartera», lo que permite al inversor acceder a un precio mas barato que si lo hiciera en directo. Asimismo, esta tendencia de gestión tiene como ventaja añadida la fiscalidad de los fondos, entre los cuales el gestor puede traspasar el capital sin ningún coste añadido hasta el momento en el que se obtengan beneficios. Todo esto convierte a la gestión discrecional en una alternativa atractiva para muchos inversores.
Como hemos indicado, una de las principales ventajas de la gestión discrecional es la despreocupación del inversor, que delega la toma de decisiones en un experto que analiza el día a día los mercados. Esto facilita la toma de decisiones del gestor, que puede cambiar y actuar rápidamente en caso de encontrar la oportunidad adecuada para el cliente. En tiempos de coronavirus, con cambios constantes en el mercado, incertidumbre y pánico, esta es sin duda una alternativa considerable para que nuestra cartera salga victoriosa de una crisis como esta.
Delegar la gestión de la cartera en un profesional tiene ventajas en el volátil entorno actual