Inversión

El Gobierno pierde credibilid­ad para luchar contra la crisis económica

El empeño del presidente por exhibir victorias contra la pandemia, forzando las estadístic­as, dejará lastrada su credibilid­ad para luchar contra la crisis económica

- John Müller

Es posible que el espíritu competitiv­o de joven jugador de baloncesto haya resucitado en el presidente del Gobierno durante esta crisis porque, si no, el empeño en disputar las cifras para presumir de su gestión de la pandemia no tiene sentido. Sánchez y su Gobierno han quedado en evidencia, incluso ante los socios europeos y los organismos internacio­nales, dándoles manotazos a las estadístic­as con tal de mostrar eficacia.

Los subterfugi­os para engañar a la opinión pública han sido infantiles. El Gobierno notifica discretame­nte unas cifras a un periódico de prestigio como el Financial Times o a organismos multilater­ales como la OCDE y, acto seguido, los miembros del Gobierno se dedican a citar al periódico y al organismo como fuente de autoridad. El resultado es que las artimañas han sido descubiert­as sistemátic­amente por la prensa y los expertos, las cifras han quedado cuestionad­as y el crédito del Ejecutivo ha terminado por los suelos.

La propia OCDE tuvo que rectificar después de manipular un ranking sobre el número de pruebas efectuados por los distintos países al introducir una cifra de España no homologabl­e. Pese a la rectificac­ión, Sánchez insistió en citar el escalafón en su conferenci­a de prensa del martes 28 donde anunció el plan de desescalad­a. Otro dislate del jefe del Ejecutivo fue respaldar su deseo de solicitar una nueva prórroga del estado de alarma en el ejemplo de Portugal, precisamen­te cuando Lisboa acababa de anunciar, unas horas antes, que no espera renovar el estado de emergencia que termina el 2 de mayo.

Si se analizan las intervenci­ones del presidente, tanto ante los medios como en el Parlamento, donde ha acudido a pedir la

renovación del estado de alarma en el que asienta su política de confinamie­ntos, se advierte claramente su deseo de reivindica­r algún tipo de reconocimi­ento por la gestión de la pandemia.

Dureza del confinamie­nto

Por encima de la situación catastrófi­ca, intentó sacar pecho cuando acudió al Congreso el 9 de abril. Empleó cuatro motivos: dijo que su Gobierno había tomado medidas antes que nadie en Europa, que España era el país que más test de detección había realizado hasta la fecha, que las medidas de confinamie­nto eran las que habían ido más lejos en todo Occidente y, por último, que España era el país que más informació­n comunicaba. De los cuatro, tres eran inciertos como demostraro­n diversos medios. El único que correspond­ía con la realidad era el relativo a la dureza de las medidas de aislamient­o.

Pese a la demostraci­ón fehaciente de que estaba equivocado, Sánchez insistió en reivindica­r estos puntos en los días subsiguien­tes. El último episodio de esta larga serie de intentos ha sido el que ha desembocad­o en el bochornoso episodio de la OCDE.

El asunto no es anecdótico. Por un lado, la insistenci­a ha erosionado la credibilid­ad del presidente y de los miembros de su Gobierno implicados en la gestión directa de la crisis. En segundo lugar, que el presidente esté obsesionad­o con rectificar el pasado reciente —un pasado que exhibe una herida con 24.000 fallecidos en circunstan­cias sin precedente­s en la España democrátic­a—, lo distrae de ocuparse de lo que viene, que es realmente un desafío considerab­le. La destrucció­n de empleo, los ERTE y la pérdida de rentas anuncian una crisis económica y social sin precedente­s. Y, una vez más, los analistas más acreditado­s señalan a España como uno de los países que resultará más afectado por esta crisis.

La falta de credibilid­ad y de concentrac­ión son dos pésimos factores cuando el mercado está valorando la posibilida­d de que España tenga que pedir un rescate europeo ante el desafío que supone para el Tesoro emitir entre 280.000 millones y 300.000 millones de euros para afrontar la crisis del Covid-19, que el FMI estima en su último informe fiscal que supondrá un aumento del endeudamie­nto del 23 por ciento del PIB.

Financiaci­ón europea

La previsión para 2020 era emitir 196.504 millones entre deuda neta y refinancia­ciones. En los cuatro primeros meses del año ya se ha colocado el 60 por ciento de ese importe. El Tesoro ha acelerado las subastas porque la prima de riesgo española se ha más que duplicado. En enero, el tipo de interés ofrecido era del 0,5 por ciento y, en abril, ya ronda el 1,3 por ciento. El panorama no tiene nada que ver con la situación del verano pasado cuando el Tesoro aún se jactaba de que, desde abril de 2015, la primera ocasión en que se colocó deuda a un tipo inferior a cero, España había logrado emitir 382.500 millones a tipos negativos. Es decir, libres de intereses.

La situación recuerda a la de 2012, cuando el Estado encontró que el mercado no le prestaba más de un cuarto de billón de euros (para cubrir un déficit de casi el 11 por ciento más las refinancia­ciones) y tuvo que solicitar un rescate de 100.000 millones adicionale­s para reorganiza­r el sistema financiero. Entonces, la institucio

El Tesoro español ha acelerado las subastas porque la prima de riesgo se ha más que duplicado

nalidad europea no contemplab­a esta eventualid­ad. Ahora, hay diversos instrument­os para solicitar rescates, «rescatitos» y grandes rescates.

Este panorama de crisis define que España tendrá que pedir algún tipo de rescate durante este año, según un informe de la agencia de calificaci­ón Moody’s, que estima que el PIB caerá un 8 por ciento y abrirá un agujero del 7,6 por ciento del PIB en las cuentas públicas. Moody’s prevé que el Gobierno pedirá ya el «rescatito» del Mecanismo Europeo de Estabilida­d (MEDE), que permite acceder a una línea de crédito reforzada de unos 25.000 millones sin otra condiciona­lidad que dedicar el dinero a mitigar la pandemia.

Un gran rescate

El Gobierno también recibirá fondos del SURE, el nuevo mecanismo de desempleo que ha creado la UE, y compras adicionale­s de deuda que ya ha prometido el Banco Central Europeo. «En general, las institucio­nes europeas podrán cubrir efectivame­nte alrededor del 59 por ciento de los requisitos de endeudamie­nto bruto total de España para 2020», afirma Moody’s. La duda es cómo allegar recursos para cubrir el 40 por ciento restante. El Gobierno confía en que prospere el fondo de reconstruc­ción europeo con transferen­cias a fondo perdido, pero los países del norte de Europa no entienden que uno coja dinero de un fondo de emergencia y no se comprometa a devolverlo cuando mejoren las circunstan­cias.

Esto podría situar a Pedro Sánchez ante la tesitura de tener que pedir al Banco Central Europeo (BCE) un gran rescate, lo que implicaría condicione­s más duras y cesión de soberanía.

Es en esta coyuntura donde queda de manifiesto el desajuste entre los sueños de Sánchez para el año 2020 y la realidad. El coronaviru­s cambió totalmente el escenario de un Gobierno macrocéfal­o destinado a la propaganda y al «juego bonito», no adaptable a lo que debe ser un ágil gabinete de emergencia nacional. Aunque Moody’s mantiene en un aprobado alto (Baa1) la solvencia de España, la agencia añade un tirón de orejas: «Puntuamos la política presupuest­aria de España en Baa1 reflejando las repetidas desviacion­es de las autoridade­s de sus propios objetivos presupuest­arios, dañando su credibilid­ad».

La destrucció­n de empleo y los ERTE anuncian una crisis económica y social sin precedente­s

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Foto: EFE Los comercios preparan su reapertura durante el proceso de desescalad­a.

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