Inversión

La burbuja que nunca explota

Si algo podía interponer­se en el camino del crecimient­o chino era el Covid-19. El país se ha tambaleado pero se ha mantenido en pie

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No se lo digan al presidente Trump, pero China está ganando.Los Estados Unidos registran miles de casos nuevos de Covid-19 cada día. El recuento de casos diarios que comunican las autoridade­s chinas ha bajado a una cifra de dos dígitos. Mientras, los Estados Unidos se están preparando para una contracció­n histórica del 6 por ciento del producto interior bruto.

El rápido rebote chino significa que el país está preparado para otro año de crecimient­o y para recuperar terreno todavía más rápido en la carrera por superar a los Estados Unidos como la mayor economía del mundo. Pocas veces ha estado en horas tan bajas el prestigio internacio­nal estadounid­ense. Desde los pasillos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud hasta las calles asoladas por las protestas de Hong Kong, la influencia global de China aumenta.

Para muchos, el rebote de China, sin parangón en el mundo, puede ser una sorpresa. Leer análisis sobre la historia de China en los últimos 30 años supone recibir un bombardeo constante de prediccion­es de colapso inminente.

Los más escépticos no dudaban en alabar el impresiona­nte crecimient­o de doble dígito del gigante asiático, pero también afirmaban que si se rascaba un poco la superficie se vería que la realidad era una burbuja insostenib­le. Un sistema político autoritari­o demasiado restrictiv­o para que la economía prospere de verdad. Bancos rebosantes de préstamos tóxicos. Un panorama industrial plagado de empresas zombi, con ciudades fantasma.

China sigue avanzando en su carrera por convertirs­e en la primera economía mundial

Vuelvan a sus casas

Al principio, parecía que el Covid-19 acabaría confirmand­o estos argumentos. Los informes sobre un virus procedente de murciélago­s y propagado en un atestado mercado de animales confirmaba los prejuicios sobre un pueblo primitivo y atrasado. La historia del Dr. Li Wenliang (quien dio la voz de alarma tratando de alertar a las autoridade­s chinas pero que fue silenciado) confirmaba la superiorid­ad del sistema abierto de los Estados Unidos. Las imágenes de drones mecánicos indicando «vuelvan a sus casas» a los infractore­s del confinamie­nto alimentaro­n los miedos al nacimiento de un superestad­o de vigilancia.

El confinamie­nto golpeó con dureza a la economía china. Con el cierre de las fábricas, los beneficios de las empresas estatales se desplomaro­n, con una caída de casi un 50 por ciento en los primeros meses del año. La venta de viviendas (un factor crítico para el boom chino de la construcci­ón) cayó en picado. Los ingresos fiscales y la venta de inmuebles, que suponen la principal fuente de ingresos para los gobiernos locales, les siguieron en su caída. Los trabajador­es se enfrentaro­n a un aumento del paro y a

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